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dimecres, 12 de novembre del 2014

NICK CAVE: vaca sagrada del indie

Y además, australiano. El rockero australiano más admirado, respetado e imitado. De nombre comleto Nicholas Edward Cave nació en nuestras antípodas en 1957. A principios de los 80 el post-punk le pillo en Birthday Party, grupo de culto donde los haya, de cuando muchos nos teníamos que conformar con imaginarnos cómo sonaban los grupos minoritarios: no existía ni youtube ni soulseek ni spotify y, en cambio, viviamos la música en su forma literaria, es decir, con las vívidas descripciones que se hacía de ella en revistas como Rockdelux. Veíamos atisbos en programas como La Edad de Oro o Plàstic y los dientes se nos ponían más largos aún. Extraña manera de vivir la música, que a mí me ha provocado tomarme con muchísima calma ir conociendo la discografía de grupos que me gustan y a los que sí tengo acceso ahora: no quiero desvelar el secreto, quiero que el placer se me entregue a plazos y, a ser posible, rodeado de toda la parafernalia de datos, literatura y fotos que sea posible. Pues eso, que Birthday Party, como Bauhaus, Joy Division, Sonic Youth, Parálisis Permanente y algún otro, están dentro de una especie de Panteón sagrado personal mío, de grupos y músicas que pueden abrasarme el corazón si no me acerco con los debidos respetos a ellos. Encierran un gran misterio... Todos de una generación anterior a la mía, como hermanos mayores poseedores de verdades y herramientas incomprensibles e inalcanzables... Tiene contornos de religión, con ese misterio en torno que no conviene desvelar. Bueno, ahora lo voy a empezar a hacer, aunque sea sólo una ínfima parte del mismo.

Todo empezó como un entretenimiento de chicos bien. MICK HARVEY, futuro guitarrista con PJ Harvey, y Cave ya formaron una banda en el instituto, privado, en 1973. Esta banda tocaba en fiestas y funciones escolares, y hacían versiones de Bowie, Lou Reed, Alice Cooper o Roxy Music. Eran los sonidos del momento, sexys y retorcidos. Con artistas así como referente se fue forjando la poderosa imaginería del Cave letrista. Faltaba añadir al menjunje la ira y la desesperación, que llegó después, cuando en 1976 irrumpió el punk en Australia con los Saints y Radio Birdman; la sordidez y la crueldad, asociadas al sexo y al amor y, como marco de toda esta temática, el carácter visual de las letras, desde la mera descripción de una escena a la narración de una historia, como si Nick Cave pensara que el cine, la literatura salvajista y la música fueran la misma cosa. El nombre de David Lynch aparece como referente, pero también el de cineastas de género, como Mario Bava; el satanismo y la brujería (Aleister Crowley).

Con la irrupción del punk y ya bautizados como The Boys Next Door deciden tomarse más en serio su carrera musical. Empezaron a hacer versiones de The Ramones o Patti Smith y, de allí pasaron a realizar un sonido más new wave. La llegada de Rowland S. Howard en 1978 hizo que su estilo cambiara profundamente: se sumaron a sus referentes punk el rockabilly, el free jazz y el blues. La libertad auspiciada por el post-punk, unida a que la escena australiana disfrutaba, lejos de los focos (como otras escenas punk en otros puntos del globo, imagino; pienso en Els Masturbadors Mongòlics o Kaka de Luxe en España, brutalmente iconoclastas ambos), de un impulso experimentador que quizá no se podían permitir en la más expuesta escena británica -como demuestra la carrera de Radio Birdman-, les llevó a mirar hacia la escena no wave y a meter los ingredientes que estimaron oportunos. Provocadores y mimados por un auténtico mecenas, el dueño del sello Missing Link, pudieron crecer y desarrollar su potencial y volar lejos... hasta Londres, se supone que centro del mundo musical entonces (wikipedia).

En 1980 empieza el periplo discográfico de THE BIRTHDAY PARTY. El sello de culto australiano MISSING LINK les editó un single el mismo año en que también sacó a la luz a The Go-Betweens. Se trataba de "Mr. Clarinet", marcial epopeya que mezclaba la contundencia rítmica de The Fall, el vuelo libre y desquicidao de teclado (de MICK HARVEY, futuro guitarrista de PJ Harvey) y guitarra (ROWLAND S. HOWARD) al estilo no wave y la embrutecida expresión vocal de Nick, también un poco al estilo del vocalista, Mark E. Smith de The Fall (en wikipedia también señalan a Alan Vega, de Suicide). En cuanto a la letra Cave echa mano de una poética nocturna y decadente, fetichista y sórdida. Le habla a un Señor Clarinete, que bien puede ser una forma de llamar a la erección, y le pide que se case con él. A continuación menciona una chaqueta de trompetas, que se ha puesto. Le pide al Sr. Clarinete que le diga si la piccolo está derecha. Creo que la metáfora es evidente. La aparición en escena de una señora con medias blancas y vestido rojo, con "piernas de encaje" (legs of lace) lo aclara todo: pide al Sr. Clarinete que le pregunte a la chica si estaría dispuesta a casarse con él. Cave dice que no puede esperar: "Cásate conmigo viva", como queriendo decir que se case de inmediato, que se consuma el acto de inmediato. En suma, art-rock o rock con pretensiones artísticas cuando por arte se entiende aquello que nos acerca a los extremos, a lo que no queremos ver ni creemos poder sentir. Brutal.

Después de dicho single decidieron, pues, emigrar a la madre patria.

The Birthday Party en 1983, poco antes de su disolución. fuente: http://www.fromthearchives.com/bp/chronology.html

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Cuando acabó Birthday Party Cave creó, en 1983, NICK CAVE & THE BAD SEEDS. Con ellos y su rock más convencional se convirtió muy tempranamente en un clásico cuando aún no había alcanzado los 30 años, eso sí, en un clásico maldito, como Lou Reed, una de sus principales influencias. Entonces, en esa escena alternativa ochentera, repleta aún de peligro, de personajes casi marginales, extremos y bohemios que se refugiaban en el rock para encontrar su acomodo en el mundo, Cave, ya sí extravagante, inmerso en su propio personaje, se codeaba con gente como él, reacia a la normalidad, dispuesta a vivir como fuera de su malditismo. Tal es el caso de LYDIA LUNCH.

Lunch formó parte del movimiento No Wave neoyorkino, como cantante y guitarrista en Teenage Jesus & The Jerks. Luego, en solitario, siguió haciendo música con tendencia a los extremos. Hacía spoken word y escribía poesía. Debió ser una influencia importante en Nick o, al menos, un ejemplo de actitud artística y vital. En el disco de 1987 de la cantante vanguardista, titulado "Honeymoon in red", aparece él por duplicado con sendos sobrenombres. Con el primero, A DRUNK COWBOY JUNKIE, interviene en la canción "Dead in the head". Disonancias, rasgueos informes, las voces de Lydia y Nick soltando una letanía repetitiva, batería y bajo creando arritmias, en suma, a lo que podían sonar los Sonic Youth de principios de los 80. Blues desfigurado, tétrico, acorde con la temática sanguinolenta de la canción: un desquiciado se materializa desde la pantalla durante la proyección de una película gore. La emprende a cuchilladas con los espectadores. Luego hay compasión hacia el asesino: es la criatura más triste que existe, no sabe lo que hace... Las voces al unísono le muestran afecto y comprensión: "Ven a mí. Mi corazón es de piedra, mi corazón es frío como el hielo". Inclinación hacia el lado más oscuro e incomprensible del alma humana; exploración de las sordideces y las crueldades sin sentido; identificación con los perdedores que atemorizan al vulgo, a la gente de bien.

Aparece por segunda vez como HER DEAD TWIN en el tema "Done dun", que, como el anterior, coescribe con Lunch. Disonancias, cambios de ritmo, ritmo de batería que entra a destiempo (como luego aprendió Robert Ellis y aplicó en los primeros discos de PJ Harvey), y otra letra sanguinolenta, esta vez sobre una pareja que vaga sin rumbo por un país violento, solitario y sin sentido... Aquí tenemos una influencia evidente en los primeros tiempos de la ya mencionada PJ Harvey: el valor para llamar a lo innombrable con todos los recursos verbales posibles, hasta los directamente insoportables o inaceptables; una reinterpretación del blues de los 50 con todo el salvajismo atemorizante que podía tener entonces. No en vano contaba la inglesa en sus primeros discos como compinche a Mick Harvey, compinche desde la adolescencia de Nick Cave.

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En 2007 se encarnó junto a sus Bad Seeds en GRINDERMAN. Como para que no perdamos la pista de una de sus principales influencias el nombre del grupo está tomado de una canción del bluesman Memphis Slim titulada "Grinder man blues". Bajo ese nombre se alivió de la creciente espesura literaria y dramática en la que andaba enfrascado con los Bad Seeds para dar paso a una versión más ligera, pero también peligrosa, de sí mismo...

Le acompañaban la guitarra de WARREN ELLIS, siempre presta a dotar de matices y pequeñas innovaciones a lo que se espera de una guitarra en el rock de nuestros días, el bajista MARTYN P. CASEY y el batería y percusionista JIM SCLAVUNOS, viejos compinches de aventuras, que ejecutan su música de acuerdo a las necesidades de cada tema, furiosos, sutiles, experimentales, ambientales... como una perfecta maquinaria musical.

Nick Cave al frente de Grinderman en el vídeo de "No pussy blues".
Grinderman supone el reencuentro con un Nick Cave roquero, pero como podría serlo el roquero más listo y puesto en blues eléctrico chorreante de sexualidad de Chicago en los tiempos de Elvis Presley. Eso en piezas como "Get it on", que abre el disco, con su spoken word inical repleto de "phrasal verbs" de ambiguo regusto slang, slang de unos bajos fondos imaginarios, literarios, con esas guitarras fangosas y pulsión rítmica concéntrica, es decir, como esa reinterpretación blues que él efectuara a principios de los 80 y que tan bien desarrollaría P J Harvey en los 90. Aquí hace homenaje Cave a todos esos personajes extremos, puro rock & roll, que con su ejemplo de entrega a la causa de los excesos, de colocarse ellos mismos como bandera de su ideal vital, y entregando su propia integridad, llegando al sacrificio por pura coherencia, consiguen que "nosotros podamos seguir montándonoslo (get it on)".  Pero ¿él mismo no es así? Se ve que no. Como Mick Jagger o David Bowie antes que él, supo dar un paso al lado y salir de lógica destructiva de su personaje, pero, no como las anteriores grandes estrellas, sí que ha sabido mantener un compromiso cierto con su arte. Jagger se convirtió en una patética vieja gloria del rock, que, en cuanto entra en casa se enfunda en sus pantuflas y en su batín; Bowie se convirtió en un dandy, dispuesto a saborear en su madurez todo lo que se había ganado durante 10 años de dura entrega a la causa del rock; Nick no quiso vivir de las rentas, al contrario de Bowie, pero ha tratado de ser Jagger sin cometer todos sus errores. El aire de estrella decrépita está ahí, sin duda, y el peso del personaje resta decoro a su edad madura, pero se sigue tomando en serio su oficio de músico, sigue escribiendo grandes canciones y tratando de guardar una coherencia vital con ese personaje peligrosísimo que encarnó en los 80.

Grinderman en la MTV en 2011

"No pussy blues" sigue en la misma tónica de "Get it on", sólo que aquí parece rastrearse un propósito que no parecía evidente en la anterior y que quizá sobrevoló la mente de Nick Cave cuando creó Grinderman: cobrar algún rédito de la corriente del rock canalla estilizado garagero que gente como White Stripes o Black Keys habían sacado de paseo durante los 2000, y que, sin ser estilísticamente deudor de Nick Cave parecía beber de la misma fuente originaria y, especialmente de la misma estética de cuero, melena negra pringosa y sombra de ojos en cantidades industriales de la que se ha alimentado siempre el malditismo rock desde que se hizo verbo durante los 80. El meneíllo de caderas, los brazos caídos a los lados del cuerpo, los pantalones a la altura de las ingles, las botas de tacón cubano, la Ray Ban, The Kills, The Libertines, The Strokes, en suma, la reedición de una estética que patentara con felina sensualidad Mick Jagger en los 60 y 70, y que mantuvieron viva Cave, Pussy Galore, The Cramps, Jon Spencer Blues Explosion, durante los 80 y 90...

Portada del primer álbum de Grinderman, editado en 2007.

Temáticamente "No pussy blues" sigue hablando de sexo o de ganas de sexo pero con gran sentido del humor. Nick ya tenía 50 años cuando la sacó, admite que está acabado. y cuenta cómo trató de seducir a una hermosa jovencilla de las que le admiran desde abajo, desde el lado del público, pero con la que nunca tuvo la menor posibilidad de consumar su deseo. Enumera todas las tretas de seductor que desplegó a tal efecto: "acaricié a su revoltoso chihuaha, la besé bajo los rumorosos pinos", y deja caer referencias cultas, de paso, pues le leyó a "Eliot y a Yeats", y él se sintió como Marcel Marceau, que fue un mimo de reconocida trayectoria en su país de origen, Francia, tratando por todos los medios de entrar por los ojos de esa esquiva mujer. El machismo, implícito en toda esta historia, se muestra sin tapujos cuando dice que "hice que se cayera de espaldas", se entiende para tumbarse sobre ella, si bien ésta se zafa recurriendo a la risa.

Portada del single de "No pussy blues".
Ya en el tercer corte, "Electric Alice", nos encontramos un ambiente distinto. Es decir, el sonido sigue siendo abrupto, para bailar contorsionándose, en la tónica garage post-punk de las dos primeras, pero no hay explosión eléctrica esperándonos al final. Nick Cave saca de su órgano unos acordes de sonoridad arábiga que se repiten en bucle, cuyos espasmos dotan a la pieza de un jugoso aire etno-hipnótico. La letra tampoco es torrencial, como las anteriores. No hay exhibición egofálica, sino una bella miniatura dedicada a Electric Alice, otro de esos personajes inventados que pueblan con sus singularidades las canciones de Cave. Sin embargo el vídeo musical es todo menos poético: oscurísimo, varios personajes aparecen sumidos en las penumbras de una casa polvorienta, con aspecto de estar bajo el influjo de alguna poderosa droga; Cave y los suyos dan vida a la banda que proporciona la ambientación musical adecuada a tan decadente espectáculo.

A estas alturas del disco, Cave ya nos tiene rendidos a sus pies.

Portada del single "Get it on", con dibujos del propio Nick Cave.
Las calenturas en las que dio a luz este proyecto

Y entra, a continuación, majestuosamente, "Grinderman", tema llamado como el grupo y el disco, un único acorde de guitarra que se repite obstinadamente y, cuando está llegando a su fin, un riff artrítico, casi vómito eléctrico. Ni bajo ni batería. La guitarra suena tan saturada como el resto. El sabor a blues es total. Y el rastro de la PJ Harvey de "Rid of me" es más que evidente. Esto es el blues del siglo XXI. "Grinder man" era el término en slang que usaban los bluesman para referirse a su gran poderío sexual. Y de eso va la letra: "Soy el gran bombeador, bajo la lluvia plateada, bajo la pálida luz de luna; no cierro por las noches, ni sábados ni domingos". Da igual que Nick y Warren se muevan en algunos conciertos con la gracia esperable de un par de abueletes: no te da la risa con una letra así. Ya estás dentro de su juego.

En realidad los directos de Grinderman son incendiarios: Nick Cave se mueve con furia y vigor juvenil y de la guitarra de Cave sale fuego. Ruidismo puro, tremebundo, de nuevo Cave depositario de esencias telúricas en malos tiempos para la rudeza roquera.
Grinderman en Copenhage (2010), en la actuación de marras.
Vídeo subido a youttube
por mathiasnielsen83
Viéndolo en estos vídeos de youtube pareciera estar ahí aguantando la antorcha, que luego el aún más brutal Michael Gira recogiera unos cuantos años más tarde. "Grinderman", de hecho, es el tema con el que la banda cerraba los conciertos. Llegaban a alargarlo hasta los ocho minutos para éxtasis general, del público, y del músico, que, en aparente trance en diversos vídeos subidos a youtube del tema ofrece un auténtico espectáculo, con su coreografía inicial con los brazos, luego, histriónico, cantando esas sandaces obscenas como si de un crooner acometiendo una cancioncilla romántica se tratara, y por último despachando sulfuro en el espectacular solo de guitarra final. Yo creo que Memphis Slim estaría orgulloso de este hijo putativo australiano, y también Jim Morrison y hasta Lou Reed, que parecen invitados al festín. Cave parece invocar a sus favoritos en diversas fases del disco, como a David Bowie, Johnny Winter y Mick Jagger en "Get it on", a Kurt Cobain o Zach de la Rocha en el directo de "No pussy blues " (por ejemplo, en el de la edición de 2007 de All tomorrow's parties), así como también lo hace con otros en este directo de "Grinderman". Bueno, no sé si son favoritos, pero escucharlos y asimilarlos lo ha hecho, eso está clarísimo.

Y está casi toda su actuación en el festival Exit, del 10 de julio de 2011, celebrado en un sitio tan poco aparente como Petrovaradin, en Novi Sad, Serbia, grabada y retransmitida por la MTV australiana con esa insufrible pulsión por no mantener más de dos segundos un plano para desesperación de quienes no aspiramos más que a ver el puto concierto, VER, no intuir, pero que no impide apreciar las extraordinarias cualidades de los directos de Grinderman, las explosiones de ruidismo atonal; las dotes declamatorias de Cave, que, por medio de la repetición y el aumento progesivo del volumen le inducen a él mismo un estado de trance, como en la insuperable versión de "Kitchenette", en la que por momentos no parece saber ni quién es ni dónde está; los gritos como arenga, como inyecciones de vitaminas, de adrenalina que ayudan a edificar temas de infinita escalada, caso de "Evil", en la que el imparable Warren Ellis está que se sale, to tirao por el suelo pulsando pedales de efectos, y, en fin, el surfeo sobre los temas, por los que la banda administra diversas subidas y bajadas de tensión, en función de la respuesta del público, en función del estado de febril mística roquera del líder, por los que el rock se convierte en material maleable, cambiante, imprevisible, sin virtuosismos, sólo medio para expresar emociones, para extraer intensidades, y desvaríos. En fin, que mejor verse dicho concierto, que está subido con excelente calidad en youtube, aquí.

Por cierto, que las grandes estrellas del concierto, "Kitchenette" e "Evil" pertenecen al segundo y último álbum de Grinderman, titulado "Grinderman II" y editado en 2010, lo que da a entender que la banda aún fue capaz de superar el hito de su debut. Por alguna razón Cave decidió acabar con este proyecto. ¿Demasiada electricidad? Pero viéndolo actuar parece estar en su salsa, era como una catarsis de ruido y furia que necesitara ante el cierto aura de clasicismo, todo lo decadente que se quiera, o turbulento, u oscuro, pero clasicismo, quietud, nocturnidad de su proyecto con los Bad Seeds. ¿Porqué se cansó? Los Grinderman bien pueden ser considerados la mejor banda de rock de los 2000, o la segunda, después de Wilco, un logro flipante para un cincuentón, aunque no excesivamente extraño en estos últimos años, viendo las barbaridades que deparaba entonces Scott Walker, ya sexagenario, o las que depararía el ya mentado Michael Gira en los 2010. Estos señores, en su tercera edad, están llevando el rock a dimensiones nuevas, ellos y no los jóvenes. ¿Se demuestra entonces que, como muchos escritores o directores o compositores de clásica o jazzmen el rock puede alcanzar la plenitud con la experiencia vital, con las décadas de asimilación, pruebas, ajustes? Ahora es así, parece que sí. Los casos de genialiades adolescentes, de Dizee Rascal sacando "Boy in da corner" con 17 años, de The Jam sacando ¡cinco! álbumes exultantes antes de cumplir Paul Weller 22 años, de Ice Cube produciendo dos obras maestras del hip antes de cumplir los 20, primero con los NWA en "Straight outta Compton", y luego con su debut en "AmeriKKKa's most wanted", ya se están viendo superados por el caso extremo de ancianos dando lo mejor de sí mismos, revolucionando el cotarro con toda la jeta llena de arrugas.

Por cierto que este tema parece enlazar con el anterior. Electric Alice flipaba bajo la lluvia plateada, bajo la pálida luz de la luna. Ya sabemos qué es lo que la tenía en éxtasis, en una solución menos inquietante que la que ofrecía el vídeo de "Electric Alice".

El vídeo de "Grinderman" consiste eun un primer plano de Nick Cave que demuestra que los años le sientan de maravilla: frente al muchacho chupado con expresión ida de los 80 tenemos a todo un hombre, patilludo, de rostro bruñido y musculoso, que desmienten el aspecto desvencijado que ofrece en actuaciones de la misma época. Debe ser que le han grabado por el lado bueno: está bueno y lo sabe, como se demuestra en la siguiente imagen:

Nick Cave en el vídeo de "Grinderman".

Prosigue "Depth Charge Ethel", Ethel "Carga de profundidad", otro personaje femenino extremo, probablemente una prostituta con cualidades extraordinarias: "Ethel es una mujer por la que fluye un río", "La gente viene y se baña en ella". Se puede entender literalmente como que produce flujo orgásmico o, recurriendo a una interpretación poética, como que sus especiales dotes amatorias convierten a sus clientes en cristianos recién bautizados: Se bañan en ella, y entran así en el gracia de Dios. Todo puede ser: las referencias bíblicas y sexuales, juntas y revueltas, obsesionan a Cave, como antes obsesionaron a los bluesmen. El sexo como forma de iluminación. En lo que llevamos de disco Cave nos cuenta como estuvo a punto de violar a una chica ("No pussy blues"); en ésta de lo bueno y curativo que es pagar por sexo. De alguna forma hay que recurrir a él si aun presumiendo de lo disponible que se está ("Grinderman") éste no llega ni en la cantidad ni el la calidad necesaria. La cultura patriarcal, el machismo, la estética de la sumisión femenina se muestran sin tapujos, pero, como pasa con muchos temas del hip hop acaba una embobada, aceptando lo inaceptable: la música y la actitud son arrolladoras.

En esta canción parecen un grupo de garage bailable de los 60, como una de esas bandas que nutrían de guitarras wah wahs, ritmos sincopados y bajos melódicos las boites de mediados y finales de esa década. Discotèques llenas de chicos y chicas bien, y, junto a ellos, empresarios y políticos de mediana edad en busca de Depth Charge Ethels, dispuestos a aguantar la música aturdidora para conseguir el premio, como en un capítulo de "Mad men".

Grinderman (https://beatsperminute.com/media/video-grinderman-bellringer-blues-nick-zinner-remix/)

El sonido del disco es otro de sus grandes atractivos. La banda al completo intervino en la producción, pero también contaron con la mano experta de Nick Launey, personaje de la quinta de Nick Cave, que produjera algunos discos de The Birthday Party así como los de otros grupos del post-punk o del punk a secas, como The Slits, Gang of Four o P.I.L. La otra corriente dominante del indie de cuando salió "Grinderman" era el revival del post-punk. Como hiciera a principios de la actual década Michael Gira, con esas patadas en la barriga de la convención del indie que son sus discos de retorno con Swans, Cave quería darles en todo el morro a todos esos jovenzuelos que daban su versión dulcificada, domesticada de lo que en su momento fue un movimiento de todo menos acomodaticio, él mismo figura tangencial del post-punk, y se trae del túnel del tiempo a ese viejo colaborador, y resulta que lo que hacen es una actualización de aquel sonido totalmente contemporánea, brutal, fangosa..., sin añoranza, sin mirar atrás. Era el ahora o nunca para Nick Cave, con dos corrientes de revival superpuestas, en los 2000, de dos escenas, el post-punk y el garage-punk, caracterizadas por el cuidado de la imagen, por la teatralidad y el histrionismo, terrenos en los que él brilló con fulgor en los 80, frente a los hostiles 90 del grunge, las camisas de leñador y el pelo desgreñado. El ahora o nunca para darse a conocer a una nueva generación, que no se puede saber si lo consiguió atendiendo a las listas de éxitos, donde siempre ha logrado buenas clasificaciones, al menos durante algunas semanas, aquellas en las cuales sus fans se han dedicado a comprarse la novedad de rigor, independientemente de ser Nick Cave & The Bad Seeds o Grinderman, pero el deseo de crear un sonido novedoso, de ser moderno, de ser parte de la contemporaneidad se salda artísticamente de forma sobresaliente.

"Go tell the women" marca el tono ideológico, por llamarlo de alguna manera, de buena parte del álbum. La frase "Sólo queríamos una violación consentida por la tarde, y puede que otra vez lo mismo por la noche" enciende las lógicas alarmas pero releyendo de nuevo nos encontramos, detrás de ese lenguaje lamentable, una lectura de la frustración masculina ante la poca accesibilidad sexual de las mujeres. Defiende, como el "It's a man's, man's, man's world" de James Brown que los hombres han construido el mundo, lo han pensado, delimitado, etc, pero propone que todo esto era una maniobra de distracción, un huir hacia delante, frente al hecho ineludible del deseo sexual insatisfecho. Y que ya vale, que se rinde, él, y todos los hombres, que tiran la toalla: "Hemos hecho lo que hemos podido, nos llega alto y claro el sonido de seis mil millones de personas hundiéndose", pues todos esos esfuerzos no han hecho de este un mundo agradable para vivir, a nadie. Los más curioso es que esta mañana estaba pensando en algo así. Vi a un grupo de universitarios, barbudos, greñudos, descuidados, no muy guapos, ni muy en forma. Pensé en seguida, maligna, que estaban encorvados de masturbarse sin parar. Y me dije que cómo en nuestros días la sexualidad sigue generando tanta insatisfacción, en los hombres en especial, y tanta culpabilidad en las mujeres, para las que el sexo sigue asociado al pecado, a la suciedad. Está claro que hay algo que no funciona, como tantas otras cosas. Nick Cave, medio en broma lo aborda de una manera crudamente sexista, pero que tiene cierto sentido: este mundo que inventó el hombre distraidamente, mientras trataba de reprimir su deseo de asaltar a la hembras que le salieran al paso, es una porquería sin sentido.

En suma, cuando, como en el caso que comentaba en un post sobre Prince, aquí hay que hacer el camino inverso, deshacer el lenguaje grosero -una feminista lo calificaría de terrorismo verbal contra las mujeres- y sacar de él un significado menos literal: las expresiones soeces son metáforas de ideas más profundas.

Y todo esto con un envoltorio musical distinto: desaparecen las guitarras saturadas y entra en escena un sonido como de protofunk, como podrían sonar algunos artistas de rhythm & blues de la frontera de los 50 con los 60 (Richard "Loui, Loui" Berry y Chuck Berry, dos Berrys), culminado con unos arreglos de cuerda. Suena a gloria, aunque agradezco no ser angloparlante, la verdad.

Los directos de Grinderman: entrega absoluta (fuente: http://www.debidelgrande.com/)
Nuevo cambio de tercio en "(I don't want you to) set me free", que parece, por tema y sonido que sea de otro grupo. El sonido, sustancioso y con arreglos sutiles, recuerda al que despliegan últimamente The Black Keys (que seguro que oyeron hasta la náusea este disco), y me recuerda a los Rolling Stones de "Gimmie shelter", esa canción que como ésta en el contexto de "Grinderman" no tenía nada en común con el resto de temas de "Let it bleed". En cuanto a la letra es un conjunto de frases mil veces oídas en temas de desamor, o de amor enfermizo, que se acaba, que el que canta no quiere que se acabe a pesar del daño que está sufriendo. Todo es convencional y previsible pero entra a las mil maravillas después de tantas asperezas sonoras y verbales, y es tan asequible y está tan bien hecha que hubiera podido sonar en los 40 Principales si es que en esa cadena se rigieran por criterios de accesibilidad y calidad y no de a ver quién paga más. ¿Era la apuesta definitiva de Nick Cave de llegar a un público nuevo, el as en la manga definitivo en un disco extraordinario?

Falsa alarma: a continuación entra "Honey Bee (Let's fly to Mars)", que es un torbellino de guitarra wah wah y órgano hammond, garage espídico de serie B, que como todo este álbum arrollador también debieron oírse, por ejemplo, Blood Red Shoes, que tomaron buena nota, pienso, del sonido demente de este tema en su "Je me perds" (includo en "In time to voices" (2012)). Aquí, como en "Get it on" y "No pussy blues", la canción consiste en un acorde simple repetido, en este caso de órgano, y ninguna melodía, sólo Nick Cave despachando verso y estribillo hablando, declamando más bien, si acaso cantando en el estribillo, un estribillo de una nota, como mucho dos. Lo importante es el sonido de los instrumentos, de la voz, con la que aporta ganchos onomatopéyicos (los "buzzzzz, bzzzzzz" de la abeja y los "ba ba ba ba", que son el estribillo, que dan una idea de las ganas de experimentar del cantante, ahora con su voz),  los arreglos, las crepitaciones de electricidad de las guitaras: es muy moderno, muy original y, ante todo, impactante. La letra, de nuevo, tiene enjundia. Ahora Cave se pone político, con una letra en la que habla de los temores contemporáneos, de aquel 2007: el temor al terrorismo integrista: "Misiles Scud, gripe asiática; los que nos ofendíamos con facilidad ahora estamos indefensos", mezclado con la vieja arrogancia de expotencias coloniales; el temor al inmigrante, el racismo o el clasismo, el temor a los de clase baja, que todo eso se puede deducir de los siguientes versos, dependiendo de la procedencia o raza del "chico":

"Hay un chico tumbado en el césped; los vecinos están al teléfono.
El de la centralita pregunta: 'Dígame por favor qué pasa'.
'El chico está tumbado en el césped.
Durante años fue el que me vendía la mierda.
Cruza el césped con su bici;
ahora está tumbado en el césped' ".

El tema nueve es "Man on the moon", un suspiro, dos minutos, que parecen condensar toda la soledad y la melancolía de un alma a la deriva: "Aferraos a mí, todos vosotros, nos hundimos, entre los peces; el sonido está ausente. Es la presencia de la distancia, que flota en el tiempo; es carecer, es añoranza y no es nada agradable." Un órgano y la voz henchida de emoción de Nick Cave, que evoca en este tema a Elvis Costello, en un tema que sirve para relajar los ánimos, pero que lo hace con la fuerza del talento poético de Cave. Este tema, como los dos anteriores, no tienen que ver con el resto en cuanto a temática. Parecen estar aquí porque tenían que ir a alguna parte, tenían que ver la luz: eran demasiado buenos.

Segundo tema de desamor en el disco, "When my love comes down", en el que describe con imaginería de cómic de súper héroes cómo ve a esa amante que le lleva tan a mal traer: "Pensé en que había visto una nube de tormenta sobre la avenida; los relámpagos retumbaban en las calles; esa tormenta pequeña eras tú". Como la cosa va de atmósfera cargada de elctricidad así suenan las guitarras, crepitantes, espasmódicas, con ecos de Sonic Youth. Por otro lado estilísticamente es como uno de esos blues de Tom Waits, que avanzan y retroceden, a lomos de cada verso, que se aúpan en elaborados colchones de arreglos herrumbrosos, cuyo tejido sonoro se deshace al fin del verso, y de nuevo, con el siguiente, vuelta a empezar. Tensa e intrigante, otro acierto en un álbum repleto de ellos.

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En 2008 salió editado a travé de Mute Records un maxi para descarga con cinco versiones de "No pussy blues"


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