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dimecres, 30 de setembre del 2015

BOB DYLAN: el nacimiento del rock (sin "& roll"). Divagaciones a costa de "Subterranean homesick blues"

Bob Dylan nació en el seno de una familia judía en Duluth, Minesota a principios de los 40. Su nombre real era Robert Zimmermann y desde muy pequeño tuvo dos grandes amores: la música folk y la poesía. De hecho se bautizó a sí mismo como Bob Dylan en honor a un poeta llamado Dylan Thomas.

Cuenta que cuando llegó a la Universidad de Minesota, en 1959, quedó fascinado por los poetas beat: Jack Kerouac, Allen Ginsberg, Gregory Corso y Lawrence Ferlinghetti en especial.

Se introdujo en la escena del folk del Greenwich Village neoyorquino y enseguida se postuló como el alumno más aplicado de la clase, presidida por los catedráticos, en persona o espíritu, de la escena: Pete Seeger, Woody Guthrie o Leadbelly. La reivindicación de la música popular, blanca y negra, popular en el sentido de rural, iba unida a un ideario izquierdista muy marcado, un izquierdismo en cualquier caso americano, izquierdismo radical nacionalista, que identifica lo mejor de lo mejor con el término América, en este caso, las ideas de hermandad, justicia, igualdad... (como ejemplo inmediato actual la CUP respecto de Cataluña).

De saberse más canciones raras que nadie pasó a componer las mejores canciones de folk protesta de la escena y de ahí, espoleado por lo que fue encontrándose por el camino, a revolucionar la escena pop del momento (mediados de los 60), e investir al por entonces poco respetado género musical de una amplitud de miras lírica inusitada. Con él, al que poco después siguió el ejemplo de la literatura perturbadora de Lou Reed en la Velvet Underground, el rock se transformó en un género musical donde de pronto lo que se decía era igual o más importante que el soporte musical.

Portada de "Bringing it all back home". 
No era el primer músico que decidió usar la música para desgranar sus ambiciosos y a menudo crípticos poemas, pues ya estaban los ejemplos desde los ámbitos de la francofonía de Georges Brassens y Jacques Brel, pero sí el primero en dotar al invento de una vestiduras sonoras rompedoras. Cuando Dylan se electrificó (dando la espalda al integrista público del folk comprometido) con "Bringing it all back home", álbum publicado en 1965, resulta que también se inventó el rock, sin "& roll", que se ha hecho y se sigue haciendo desde entonces. Guitarras eléctricas, órgano hammond, suenan por detrás de la voz, creando un colchón sonoro confuso y alborotado, que dan fe de que los músicos de aocmpañamiento iban tocando por detrás de las letanías interminables de Dylan, rellenando huecos, como buenamente entendían, siguiendo las pautas armónicas y rítmicas marcadas por el líder. Era como un versión improvisada del rock & roll y del blues, ya entonces la pasión y la diana sonora del de Duluth.

En "Subterranean homesick blues", primer tema de "Bringing it all back home", la entonación entre adormecida y alucinada del cantante desgrana un poema incomprensible sobre un ritmo trotón que trae resonancias de Chuck Berry. Según wikipedia el mismo Dylan reconoció más tarde que se había inspirado en "Too much monkey business", tema del roquero. En cuanto al uso enlazado de palabras elegidas por su sonoridad -que hace decir a mucho comentarista espontáneo en el vídeo colgado en youtube por GLYFADA TV, como Ken Dylan, que la convierten en el primer rap-, Dylan dice que se inspiró en las canciones de scat de los 40.

Se refiere también en el artículo de wikipedia otra fuente adicional para el tema: un verso de una canción de Woody Guthrie, "Taking it easy".

Finalmente, se dejaba llevar también por viejas fascinaciones de los tiempos universitarios, los poetas beat de los que hablaba más arriba. De hecho, el libro "The Subterraneans", de Jack Kerouac, pudo ser una inspiración para el título de la canción, según wikipedia.

"Blues subterráneo de la añoranza": "Johnny está en el sótano...". Así empezaba la canción, aludiendo a un
Portada de "Subterranean homesick blues".
primer personaje de los numerosos que luego van apareciendo. Lou Reed, heredero directo e inmediato de Dylan, tomó buena nota de esta técnica de sumar microrrelatos amorales de personajes que se presentan sin más, como si ya los conociéramos. En el sótano, tramando algo, aislado, fuera de la vista del mundo, a salvo de él, pero también libre para ser él mismo o para jugar a ser otras personas o para aprender a hacer algo o para crear algo... Tiene algo ese sótano de las viviendas unifamiliares de laboratorio secreto, de vientre de la ballena alquímico, en donde todo lo concebible puede aparecer. Lo hemos visto en infinidad de películas; es un lugar que puede parir desde lo siniestro a lo brillante, desde el puro mal (¡el sótano del brutal pederasta austríaco!) a ideas que cambian el mundo... de algunos y, en especial el tamaño de sus cuentas corrientes, como facebook o google.

En lugar tan hermético, auténtico seno materno para hombres que no saben que ya han nacido, cabe encontrarse con toda clase de sobresaltos y desvaríos. Puede que el mismo Dylan no supiera entonces que había nacido ya, envuelto en los pañales de sus héroes, de sus filias, sus fobias, entregado al juego infinito que le deparaba su gran talento, como músico y como escritor.

Allen Ginsberg, poeta beat, aparecía en una esquina en la icónica grabación del audiovisual del tema, con un jovencísimo, efébico, magnético Dylan sujetando de mala manera una serie de cartulinas con palabras extraídas de la letra de la canción, que iba dejando caer conforme sonaban cantadas, en una sincronización sorprendente. Ahí había un héroe de Dylan. Y el ritmillo ondulante cabalgado con chulería y un punto desvaído por el cantante, era marca registrada de Chuck Berry. Otro de sus héroes. Y si echamos la mirada arriba, en las fuentes de la que manó la inspiración de Dylan para escribir la canción, vemos también a papá Woody Guthrie. Si usas la escritura automática acaban pasando estas cosas, si al filtro, el propio autor, no le da por censurarlas.

BOB DYLAN en el set de la película de D.A. Pennebaker "Don't look back" , por Tony Frank (Sygma/Corbis)
A pesar de que ese tema de rock & roll destartalado, tan intelectual como desarrapado, casi de baratillo por los ropajes instrumentales y esa voz, no tenía nada que ver con la música del momento y, si acaso, podía, como mucho entrar en el mismo saco de desconcertante libertad que por entonces embebía a los Beatles, alcanzó un respetable puesto 39 en la lista de pop estadounidense y un aún más meritorio puesto 10 en las listas inglesas del ramo.

A estas alturas de siglo, cinco décadas más tarde, siguen saliendo cantautores de pop y de rock, y grupos de pop-rock, que, en su mayor parte, nunca llegarán a ser ni la vigésima parte de innovadores de lo que lo fueron las grabaciones de este periodo de Bob Dylan (por no hablar del talento, de la calidad de las letras...). Sorprende muchísimo escuchar a Dylan, y te hace plantearte muchas cosas de tu relación con el pop y el rock actuales, relación que definitivamente empieza a perder fuelle cuando para más autoflagelación te da por oír el disco del plátano de la Velvet Underground & Nico, de 1966... Sí, ya entonces estos señores de voz oxidada cantaban y contaban cosas que te dejaban sin resuello, y, encima, musicando sus talentos líricos de un modo simplemente increíble. Es lo que pasa cuando creces amamantado en el rock & roll y la poesía beat. No se pasa por ahí siempre, no da la casualidad de que en tu país hay una revolución estética y ética de enormes proporciones todos los días.

Sigue habiendo un rescoldo hoy en día de todo aquello, pero recordemos que ya ha habido tres erupciones de creatividad en el rock: en la primera, de fianles de los 60, fue actor decisivo Bob Dylan; en la segunda y en la tercera, finales de los 70 y finales de los 80, fue un gran detonante Lou Reed, o bien sus palabras torturadas o bien la música terminal, de belleza de cementerio antiguo, de la Velvet Underground. Y del rock inventado por Dylan han surgido escenas enteras, y resulta que es nuestro país donde más parece haber prendido esa forma de entender la música, desde los 80 hasta ahora, con el rock urbano que nunca acaba de marchitarse en el interés del público y esa variante poética (aún más dylanianas) que empezó en M-Clan y ha prosperado hasta el infinito a través de Fito y Fitipaldis, Pereza, Quique González y, en cierto modo, Amaral.

La semilla de la mezcla del  rock & roll y el blues de Chicago con el movimiento beat, después de tanto exprimirse, parece prácticamente agotada. Sólo veo ejercicios de estilo. Nos vemos asistiendo a los conciertos de rock como quien va al Palacio Real a escuchar sinfornías y óperas de hace siglos.

De momento, el pop y el rap parecen aún vivos y crepitantes, pero no sé...

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"... preparando el medicamento". O sea que Johnny lo que tramaba en su sótano era un remedio casero contra algún mal. Pero el hecho de que fuera en el sótano le añade ese toque ambiguo: si es algo sano y santo debería prepararse en la cocina; por otro lado, si es un sótano, de casa de ciudad ¿qué pinta un Johnny preparando nada? Un Johnny de campo podía estar preparando ese ungüento milagroso que se había mantenido en la memoria familiar, sobre todo si era un Johnny que viviera en soledad, un Johnny huraño, casi un marginal, harapiento, con su pobre casucha llena de trastos, hundido el tejado por varios puntos por las inclemencias meteorológicas y la mala calidad de la construcción y el mal matenimiento. Y si vivía en soledad ¿porqué ocultarse en ningún sótano? Total, que es un Johnny de ciudad, y que lo que preparaba no era un medicamento al uso. Si fuera un remedio casero seguro que la que se encargaba sería una mujer, su madre, y lo haría en la cocina.

Así pues tenemos a un Johnny que está preparando un remedio raro en el sótano. Johnny vive con alguien, con su familia, o con alguno de sus progenitores, que están separados. No creo que tuviera hermanos porque seguro que hubieran acabado metiendo la nariz en sus maquinaciones. Está lo bastante lejos de esa persona o personas que viven con él como para confiar en que le dejarán en paz en sus asuntos y no se presentarán en el sótano. En realidad a esa madre rendida de trabajar todo el día, que quizá haya acogido en casa a su nuevo compañero, lo que menos quiere hacer es ver la jeta de ese hijo esquivo e impenetrable que Dios le ha endosado. Si pasa grandes ratos en el sótano mejor para ella. Que se entretenga ahí abajo, que no incordie.

Según wikipedia lo que prepara Johnny realmente es codeína, un opiáceo ampliamente usado en medicina para tratar el dolor y, también, una sustancia psicotrópica en sí misma, heredera del opio que consumían los pioneros en eso de colocarse, los ingleses del siglo XIX. En wikipedia describen un proceso de destilado consistente en hervir en agua pastillas medicinales con paracetamol y codeíana para sacar los principios activos en su mayor pureza. ¿Era eso lo que cocinaba Johnny? ¿La primera frase de una canción de 1965 que se oía en la radio, para todos los públicos, hacía referencia a un colgado que elaboraba droga? Claro que Dylan usa un lenguaje metafórico, confuso, al menos en esta parte de la canción. De todos modos, ¿qué podía estar haciendo ese chico sin afectos encerrado en un sótano, qué podía salir de su "cocina"?

Como digo Dylan empieza con la primera en la frente, contando cosas de gente marginal que hace cosas ilegales. Como cuando los bluesmen hablan de paisanos que se dedican a destilar alcohol de alta graduación: describían lo que veían, y veían a esos cocineros o alquimistas de alimentos de la risa porque, picados de curiosidad por saber de dónde salía eso que estaba tan rico, dieron con sus orígenes. Pues eso, que si Dylan hablaba de ese productor de droga a pequeña escala es porque la droga, en sí, le interesaba. La droga rodeaba el ambiente musical y, por otro lado, los escritores de la generación beat no tuvieron reparos en probarlo todo. Y Dylan, amigo entonces de gente como Allen Ginsberg, como da fe el propio vídeo de "Subterranean homesick blues", no podía menos que dar la razón a sus mayores, y dedicarse a explorar los recovecos de su mente.

Si la canción empieza con alguien preparando droga ya sabemos que el resto de ella va a estar sometida a su influjo. La "añoranza subterránea" del título puede referirse a que la resaca de imágenes que deja en la orilla el subconsciente de Dylan en el momento de bajón pertenezcan a un tiempo pasado, a una inocencia empañada por una educación demasiado estricta: la canción está llena de órdenes, consejos, correcciones en tono exhortativo... En el fondo el hecho de consumir drogas no deja el alma de Dylan en paz, hay algo que le reconcome. Puede ser que durante muchas horas de conciencia Dylan fuera, como decía al principio, un niño pequeño absorbido por su pequeño mundo, feliz, sin culpas, sin pasado ni futuro, todo es presente, pero de pronto, cuando se vacía la habitación, cuando el cuerpo acusa el cansancio, cuando las cosas recuperan su brillo sucio, su imperfección, empiezan las dudas.