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divendres, 12 de desembre del 2014

MOZART: clásico popular

El que es el compositor de música clásica más conocido a nivel popular, y, al mismo, tiempo uno de los más destacados de la historia, reconocido por la crítica y por los propios músicos. Tiene, además, el mérito de resultar súper simpático: se le asocia con la sonrisa, con la genialidad despreocupada y feliz. En las representaciones de su persona aparece siempre alegre. Quizá por ello resulta su música tan comunicativa, tan fácil de escuchar: Mozart es todo vitalidad y talento desbordante, un talento que, como el de los Beatles, resulta tan asequible como asombrosamente rico, profundo, innovador, variado. En el artículo de wikipedia en castellano cuentan que Mozart tenía una capacidad de aprendizaje tremenda: aprendía de los músicos que conocía, asimilaba sin descanso.. Entendía que la música era un medio para redimir la humanidad, que obtendría el perdón de sus pecados a partir de su elevación espiritual a través del arte. De ahí ese espíritu emotivo, compasivo, subyugado, generoso, exuberante, que muestran sus composiciones alternativamente, siempre sentimientos que subrayan el abrazo fraternal al prójimo que parecía ofrecer por medio de su expresión muscial.

Nació Joannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart en Salzburgo en 1756. Salzburgo formaba parte de un arzobispado autónomo dentro del Sacro Imperio Romano Germánico. A pesar de la debilidad política de dicho imperio, siempre a merced de las ambiciosas monarquías de su entorno debido a su condición de conglomerado de reinos de taifas autónomos entre sí, se daban en su seno destellos de alta calidad artística. Mozart pertenecía a la tradición musical germánica, instituida décadas atrás por el que es para algunos el mejor compositor de la historia, Johann Sebastian Bach, cerebral, equilibrada. Pero también estaba profundamente imbuido de la musicalidad de la música italiana, que era por entonces un canon al que no se podía sustraer el orbe occidental europeo.

Salzburgo visto desde el Norte. Grabado de Johann Baptist Homann de hacia 1712. fuente: http://www.mozart.com/en/timeline/life/birth-family-and-childhood-salzburg-austria/
La magnífica película de Milos Forman, "Amadeus", nos acerca con dulzura a esa época y al personaje, y consigue algo, por medio de sus estrategias de cine popular, que no suelen conseguir casi ninguna de las biografías de genios varios que pueblan el cine, sobre todo el realizado por Hollywood en las tres últimas décadas: clavarse en el ánimo del espectador, convertirse en una experiencia inolvidable. En aquel tiempo que aterroriza a estas alturas, de suciedad, de barbarie, de desigualdad social, de, en fin, convivencia estrecha con la muerte y la incomodidad, Europa era aún, y a pesar de sus guerras, una unidad auténtica en lo que se refiere a su élite intelectual: músicos, pintores, arquitectos, filósofos, sabios, se movían a lo largo y ancho del continente, a golpe de talonario como se diría ahora, atraídos por las cortes y los nobles, que por entonces gustaban de servir de mecenas al talento.

Foto de Salzburgo. La he copiado del artículo de wikipedia sobre el Arzobispado de Salzburgo. El pie de foto reza: Salzburgo: la Roma del Norte

Estas élites políticas y económicas consideraban parte de su etiqueta rodearse de sabiduría y de belleza. No existía aún el nacionalismo por la sencilla razón de que Europa era una especie de nación aún, con fuertes vínculos culturales, al menos en lo que se refiere a la alta cultura (y, probablemente, y dada la facilidad en que se por entonces se prodcucían los movimientos migratorios, también de la baja). Los diferentes reinos e imperios eran realidades polítcias caprichosas, fruto de uniones matrimoniales o de componendas surgidas de tratados de paz. Existían, aún, contenedores informes, como el Imperio Otomano, el Ruso, el Español, el Danés y, en fin, el Sacro Imperio donde nació Mozart, en el que los flujos económicos, culturales, etc., se producían sin descanso, sin consideración de lenguas, religiones, rasgos físicos... La alta estima en que se tenía la música en las cortes centroeuropeas ayudó sin duda al florecimiento de la música en aquella época, en la que, como digo, se alcanzaron cotas expresivas insólitas.

Salzburgo era, junto con su territorio circundante, que suponía como un sexto del territorio de la actual Austria, un ente independiente y un estado eclesial. De hecho, más de la mitad de la actual Austria era dominada por príncipes de la Iglesia. Más o menos como los estados papales italianos. Ese gobierno de la jerarquía católica determinó su arquitectura, plagada de soberbios ejemplos del barroco.

Ser un reino de taifa en aquella época, sin otra protección que la de un emperador domiciliado en Viena en una corte esclerotizada y retrógrada, suponía que los gobernantes debían saber muy bien mantener los equilibrios con los pequeños reinos de taifas colindantes, con esa corte vienesa de cartón piedra y con la propia sociedad civil del propio reino: se dan libertades o se quitan solo si así se garantiza la pervivencia del régimen. No hay movilidad aparente, ni progreso. En esa tesitura la población debía vivir a espaldas de sus gobernantes. Éstos, los gobernantes, sólo resultan interesantes si se puede medrar a costa de ellos. Leopold Mozart sería un ejemplo de persona que vive enchufada al palacio episcopal. Supongo que mucha gente vivía de ese modo: el clientelismo es un buen modo de pervivir en el tiempo para los regímenes de signo débil. Y a pesar de eso la ciudad gozó de un gran auge económico en los siglos XVII y XVIII. Las minas de sal y de oro determinaron esa riqueza e hicieron del arzobispado el señorío más rico del Sacro Imperio. El barroco resplandecía en sus calles.

Sello conmemorativo de la llegada de los Exiliados Salzburgueses a Prusia. fuente: wikipedia.

Salzburgo se convirtió en virtud de ese poderío económico en una punta de lanza de la Iglesia Católica frente al protestantismo. Fue un centro de la Contrarreforma. Muchos de los católicos de la ciudad formaban parte de cofradías religiosas. Como expresión extrema y terrible de esa condición de más preclara defensora de la fe verdadera tuvo lugar, apenas 20 años antes del nacimiento de Mozart un hecho espantoso. El príncipe arzobispo Leopold Anton von Firmian firmó un edicto que suponía la expulsión de los protestantes de la ciudad. Eran unos 21.500. Obligados a elegir entre convertirse al catolicismo o marcharse optaron por lo segundo. En pleno invierno muchos encontraron la muerte. Unos años más tarde fueron autorizados a regresar pero los supervivientes de la marcha sobre la nieve ya habían encontrado acomodo en Prusia, el Reino de Hungría, Hanover o Países Bajos. Un número de salzburgueses protestantes acabaron emigrando a lo que luego sería EE.UU. Las consecuencias de la expulsión fueron nefastas para la economía local. Así, del esplendor anterior se pasó al declive económico: se pararon las edificaciones fastuosas y los sucesores del genocida ese de Von Firmian tuvieron que lidiar con la bancarrota de la ciudad. Los príncipes arzobispos se sucedían y, pese al rigor puritano que podría pensarse de la decisión de expulsar a los protestantes resulta que eran amantes de las artes, del teatro, de los bailes de máscara. Era lo que tocaba: tenían que hacerse gratos al pueblo, y gratos a sus costumbres y diversiones. Cuando Mozart ya encaraba su juventud la ciudad se había transformado en centro tardío de la Ilustración en el sacro Imperio: de centro de la infamia extremista a ejemplo de amor a la cultura y el conocimiento. En eso Salzburgo era como la quintaesencia de lo que supone Europa: la convivencia de la enfermedad y el remedio sin aparente contradicción.

Este marco convulso, de esta Europa vigorosa pero mal gobernada y mal aconsejada por el extremismo religisoso, dio, pues, a luz a uno de su más preclaros hijos.

Mozart era hijo de un músico sin mucho talento, pero al que se le daba bien la enseñanza musical. Era Leopold, músico al servicio del príncipe arzobispo de Salzburgo. En concreto era segundo maestro de capilla en la corte arzobispal. Se dedicó el padre a extraer como fuera la potencialidad de sus hijos, como un predecesor de Joe Jackson, el padre de la saga Jackson, a base de palos, castigos, adiestramiento extenuante... Wolfgang llegó a tener seis hermanos, pero las rudas condiciones de vida del periodo redujeron la familia a solo el chico y una hermana mayor.

El padre adiestró a la muchacha; luego comprobó que Wolfie era un fiera desde muy corta edad. La primera y brevísima pieza de la playlist se supone que es la primera composición de Mozart, cuando contaba con solo cinco años de edad. La segunda también está escrita en ese momento. Leopold elaboraba un cuaderno, llamado "Nannerl Notenbuch", con piezas musicales sencillas, compiladas para la enseñanza de, en principio, la hermana de Mozart, Nannerl. Wolfgang mostró gran iniciativa desde muy pequeño. De él partió aprender a tocar el violín con cuatro años. Sus primeras composiciones fueron transcritas por Leopold en el cuaderno de Nannerl.

Cuando el talento de su hjio fue evidente él mismo dejó de componer y se dedicó a formarle. Fue, de hecho, maestro de idiomas y de materias variadas de sus dos hijos. Estaba claro que para este hombre su oficio era la música, como pudiera serlo para un carpintero la carpintería, y, como miembro del gremio musical, y como hacían los carpinteros o herreros, su obligación era transmitir su saber a su hijo. Sorprende que la niña también entrara en ese programa, lo que da una idea de que la discriminación sexual en las mujeres en aquella época, en aquella parte del mundo y en el mundo pequeñoburgués culto al que pertenecía la familia  debía comenzar más tarde, no bien había que pasar el umbral de la puerta para recibir clases en instituciones oficiales, o bien, en el momento en que la formación femenina podía costar dinero a la familia.

Mozart con siete años. Se atribuye la autoría del cuadro, sin seguridad, a Pietro Antonio Lorenzoni. fuente: http://en.wikipedia.org/wiki/Wolfgang_Amadeus_Mozart

Leopold tenía pasión por enseñar y no fue impedimento la corta edad de Wolfie para enseñarle teoría musical y composición desde el primer momento. Esta generosidad de Leopold, de querer sacar de su hijo lo máximo ofreciéndole todo su saber y usando técnicas para que alcanzara cotas que el mismo Leopold no había superado, este carácter como de entrenador de deportista de élite contrasta con la idea que antes he comentado del padre de oficio que enseña a su hijo, pues éste no traspasa los límites del oficio e, incluso, si puede se dedica a usar a su hijo para complementar sus habilidades (el padre del guitarrista Juan Carmona, "Habichuela", que, siendo guitarrista él mismo no quiso que su hijo aprendiera a tocar el instrumento y se empeñaba en que fuera bailaor) o, directamente, guarda celosamente sus habilidades para no tener competencia (uno de los cuentos abrasados de miseria y crueldad de El páramo en llamas de Juan Rulfo).

Que pensara obtener fruto de las habilidades del pequeño sería consecuencia y no causa, seguramente, de su minucioso programa educativo, pero, ¿quién sabe?

dijous, 4 de desembre del 2014

VINICIO CAPOSSELA: Mediterránea

Capossela es hijo de esta Europa desigual, de la que por mucho que nos lo hicieran creer a la altura de la década del 2000 no pertencemos como tal. Si acaso, como Vinicio y sus compatriotas, somos mediterráneos, con todo lo que eso conlleva, de lo bueno y de lo malo: Sol - veranos infernales que deshacen el intelecto; buena comida - epicureísmo; familias cohesionadas - sociedad civil inexistente; simpatía natural y empatía espontánea - ausencia de civismo y políticos nefastos; satisfacción de necesidades espontáneas y tendencia a la risa y a la diversión por la diversión - desinterés por el esfuerzo y la constancia porque no conducen a resultados inmediatos... Todo eso que hace de nuestros países algo tan cálido y que resulta tan simpático - todo eso que hace de nuestros países el colmo de la arbitrariedad y el descuido.

Vinicio Capossela joven: estilazo. fuente: http://www.bielle.org/Pages/caposse.htm
Vinicio nació en esa Europa del Norte a la que realmente poco nos une, en concreto en Alemania, y que, en consecuencia, nos ha dejado caer en el vacío de nuestras contradicciones, en 1965, hijo de inmigrantes del Sur de Italia. Ellos se repatriaron pero en el norte industrial del país. En hwww.efglondonjazzfestival.org le dedican un super elogioso artículo en el que vienen a decir que el propósito de Capossela con su música es recrear una infancia mítica de la humnidad, el lugar donde empezó la noción de comunidad. Ese lugar, según esta argumentación, se encuentra alrededor de las leyendas, los cuentos que se desgranaban en la plaza del pueblo por trovadores, en los descansos del trabajo y durante los viajes, en las casas después de cena. "Aunque se crió en las ciudades del Norte (Milán se convirtió en su hogar) él siente un vínculo con la región al Este de Nápoles, la región natal de sus padres. 'Crecí con las historias de esa región', explica.

CALITRI. fuente: http://viaggi.corriere.it/viaggi/weekend/arte-e-cultura/2013/agosto/calitri-sponz-fest-capossela.shtml
 'Mi padre y mi madre hablaban el dialecto de su puebo (Calitri, provincia de Avellino, región de Campania) y pasábamos los veranos allí con mi abuela. Allí era todo muy particular. Era una civilización agrícola. Las señoras llevaban pañuelos negros, todo el mundo trabajaba en el campo y todos contaban historias. Mi mente retrocedía en el tiempo hasta la Antigua Grecia. El mismo sentido del honor, las mismas historias".

Pero el camino que siguió Vinicio hasta topar con la música fue más como un amor algo tardío que por una vocación o un hobby para arroparse durante la adolescencia. Llegó a estudiar Económicas y Química. Pero pasó algo: en 1986, o sea, con 21 años, ve a Tom Waits en concierto. Arrebolado por el estadounidense, decide convertirse él mismo en un "outsider".

No tuvo que ser ajeno a esto algo que también se menciona en la entrevista: su interés por el anarquismo. En esa entrevista, de 2014, dice que incluso las canciones anarquistas de finales del siglo XIX tenían un discurso que aún hoy suena vigente: hablaban de la secularización, de los sindicatos, de la guerra, del patriotismo... Según él los anarquistas fueron los primeros antimilitaristas. "Los principios del anarquismo son poderosos, pero quizá irrealizables. Aún así son importanes en la conformación de la personalidad (" they are relevant for your formation as a person"). Entiendo que para él fueron un buen pilar donde erguirse y empezar a atisbar la compleja realidad que nos rodea. De ahí, de esa deconstrucción básica de la identidad de la persona frente a la sociedad y sus instituciones que es el anarquismo pudo surgir su enorme curiosidad, que se refleja en su aseveración "Me gusta estudiar". De ahí, también, una base, un argumento en busca de un lugar único en el mundo, ajeno a la rutina de persona integrada que parecía aguardarle.

Se movió por la escena musical underground de la Emilia Romagna (capital, Bolonia). Sus primeros intereses eran la poesía beat y la canción melódica al estilo de Frank Sinatra. Poco a poco, empero, fue abriéndose a la mitología y la historia de su propio país, como veremos. De momento lo tenemos obsesionado con referentes estadounidenses. En esas fue descubierto por Francesco Guccini, destacado cantautor que había debutado en 1967. Él le ayudó a lanzar su carrera. Con 26 años consigue Vinicio sacar su primer álbum, "All'una e trentacinque circa" ("Sobre la una y treinta y cinco"). La escena musical italiana ya no era esa cosa portentosa de los 60, con ese pop ye-yé a la italiana que se oía en toda Europa y Sudamérca. En aquella época, los 90, quedaba como rescoldo una industria en torno a la música de baile más funcional y carente de imaginación y unos cantantes guapos de canción ligera ñoña. Y las figuras de Franco Battiato o Paolo Conte como únicos referentes "respetables" en el exterior, que oponían a la inmediatez y la cursilería de la música italiana de exportación arreglos sutiles y textos poéticos y casi idescifrables.

Podéis escuchar la lista de reproducción que estoy elaborando de Vinicio en youtube aquí.

Portada de "All'una e trentaicinque circa" (1990).
Capossela no escapa de esa dicotomía alta cultura-baja cultura que aparentemente marca la escena musical italiana: él sería alta cultura. O sea, mucho texto y música cuidada y evocadora. Esa es la primera impresión. Habrá que ahondar. El tema que abre el álbum se titula "Resta con me", o sea, "Quédate conmigo": "Me ahoga en lágrimas el arte de estar sentado en la sombra escuchando cómo nadie camina por esta calle que no lleva hasta mí pero en la que hay rumor de besos y palabras. Me paso la vida esperando, mientras la vida está sobre los talones de quienes saben bailar. Ah, es cierto, tú sabes de mi perturbación cuando siento que sacas al aire mi dolor. Quédate conmigo esta noche y sigue bailando. Baila conmigo esta noche y sigue despojándome. Es de noche y nos susurra al oído que el tiempo se acaba junto con nuestro rastro, tal como a ti te gusta (¿eing? Ayuda, plis). Ríen tus ojos con el arte de amar. Iluminas misterios sin hablar. Si sonríes me muero en mí. Pero siéntate en el borde de mi pensamiento, que la noche sabe llevarte." O más o menos: traductor de google mediante. No está nada mal: profunda y poética. Descripciones muy visuales de sentimientos complejos, difíciles de explicarse incluso uno mismo. Para eso se inventó la poesía, ¿no? Veamos: un tío la mar de introvertido, que ve la vida pasar y observa a quienes sí que la toman por los cuernos. Hay una chica que hurga en su intimidad cerrada bajo siete llaves. El tío siente frío ante el trabajo de despojamiento al que le somete esta persona, pero, por una noche, esta noche, no le importa sufrir esa perturbación, aconsejado por la llamada de la carne. Y si no quiere decir eso da igual: la interpretación de san google es preciosa ("Hay un mystique determinado...").

"Una giornata senza pretese" ("Un día sin pretensiones"), con piano, parece oscilar entre el Tom Waits más lírico y Adriano Celentano. Aquí la letra parece algo menos enrevesada: "Bajo un cielo nublado que no es cielo paso inquieto otro día a tu lado. Y aquí estamos entre farolas y escaparates, entre partes de zapatos, licores y cocinas. Fue quizá el aburrimiento o que no quedara vino lo que nos hizo salir en busca de nuestro destino, un destino normal hecho de derechazos y periódicos, de risas exprimidas y palabras silenciadas. Es un día sin pretensiones de esos que pasan una vez al mes. Aquí estamos abrazados esperando que llegue la noche. Si me miras yo no te veo pero me acuerdo de nuestro amor. Aquí estamos, esperando que llegue la noche. Y mis ojos y los tuyos miran hacia la calle, a los motores y las luces. Brilla arrogante la Luna y no hablamos de nada en esta oscura llanura. El coche circula suavemente dentro de la negrísima noche. "  Una excelente descripción de en qué se convierte el amor cuando uno se da cuenta de que, al contrario de lo que cuentan las películas, el amor no es suficiente para proporcionar la felicidad.

En el perfil brutalmente detallado que ofrecen de él en discogs.com cuentan que en sus principios manejaba materiales estéticos totalmente novedosos en la escena italiana: enamorado de la literatura beat, del cine independiente estadounidense, de artistas italianos de exportación como el mencionado Celentano o de exótica (Luis Prima y Renato Carosone) o de la visión de la cultura italiana que tienen italoamericanos como Martin Scorsese, es decir, la mirada de un italiano que mira su cultura desde un prisma de extranjero. Sí: todos hemos pasado por ahí. Los EE.UU. y lo anglosajón en general están tan presentes que nos cuesta asimilar la cultura de nuestros padres, a la que vemos tan ajena a nosotros. Cuando sacó su primer disco ya estaba en la fase beta de esa aceptación de su italinidad: italianadas pasadas por el tamiz del pop. Esto último se aplica a la perfección con las dos canciones mencionadas: usan instrumentación acústica y arreglos orquestales, son profundamente melódicas, acariciadoras, envolventes, con las que vivir el sueño de una Italia mágica e idealizada.

A la altura de la tercera canción se produce un cambio de tercio estilístico, que viene acompañado de una forma distinta de cantar. "Quando di ti scrivo", jazzie, bluesie y canalla, nos lo presenta forzando la voz, en pose negroide, con un fraseo tan peculiar, entre ingenuo y chuleta, que nos puede dar pistas de una de las inspiraciones en la forma de cantar de Albert Plà o de Josele Santiago. El sonido de banda en vivo que este conseguía en el fenomenal "Las golondrinas, etc" (2004) no se diferencia mucho tampoco de las acometidas de la excelente jam-band que acompaña a Capossela. ¿Meras analogías estilísticas por destilación de influencias semejantes (en el caso de Josele está claro, pues durante los 80 imitaba a Tom Waits al frente de Los Enemigos) o es que estos dos músicos son mucho más abiertos de oídos que la crítca musical al uso en nuestro país, que no ve más allá de rock anglosajón?

En la entrada en wikipedia sobre el álbum de debut del italiano se dice que Capossela lo describe del siguiente modo: "Los sonidos que forman el telón de fondo de mi mundo imaginario: un mundo lleno de problemas, lleno de cómicos de la legua desconcertados, de calles ruidosas y máquinas antiguas". Música atemporal y evocadora para una visión retro, ajena a la realidad de la Italia de finales de los 80.

Como ya es de prever la letra de este tema es espléndida: "Sabes que cuando te escribo me viene una cierta nostalgia y que, por lo demás, soy un estúpido romántico que todavía confunde el presente con el pasado. Pero el tiempo es con frecuencia un hecho que se aprecia mejor a posteriori, y las caras viajes son algo que cambia entre líneas, y yo que lo veo y que pienso sobre ello, yo, todavía quisiera, todavía, todavía, reírme así y hacer el amor y beber vino; pasar la noche esperando tener algo que decir, y ver en un motel o en una calle una aventura sin parangón. Menuda pandilla los que fuimos a Nueva York. Nosotros, artistas desconocidos, nos las dábamos de caballeros y a las cinco de la mañana ella iba vestida de romana, y yo, todavía quisiera, todavía, todavía..."  Recuerdos en scherzo de una aventrua pasada en Nueva York, a la caza de, también, un Nueva York mítico, alterado por la poética de gente como su admirado Tom Waits, y recuerdos de noches sin otro afán que reír, tener sexo y beber y, de paso, contemplar el milagro de la vida pasearse delante de sus ávidos ojos de observador. Un deseo de escritor: contemplar sin ser visto. Ya viene dándonos una descripción de sí mismo desde las canciones de antes: la vida, si le toca, es casi por accidente. Se siente muy solo y la chica que conoce una noche apenas alcanza a recordarle que "El tiempo se acaba y el baile llegará a su fin", en vez de disfrutar del momento. En la segunda, ya emparejado, se siente como un actor que hace de novio amante pero que en realidad no siente nada por dentro. Y, en la tercera, afirma que lo que espera es que pase algo ante sus ojos, no que sea él el protagonista de ese algo. Entonces, si este hombre, si estos personajes de los que hablo y cuyas ocurrencias, desgranadas en sus canciones, trato de comprender no se consideran más que observadores, ¿en qué categoría caigo yo? ¿Obsrvadora de observadores? La hostia al cuadrado. Hablar de gente cuya vida es contar y observar las aventuras ajenas. Menudo papelón.