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diumenge, 8 de juny del 2014

Capítulo 2: Jay-Z y un aspirante al trono caído, Big L (1995).



A pesar de todo lo dicho resulta que Jay-Z sí que anduvo con tipos durísimos, no solo como secundario al abrigo de Big Daddy Kane, con el que en su “Show & prove” midió su verbo aún algo esmirriado con el taladrante de Ol’ Dirty Bastard. En 1995 colaboró con BIG L en “Da graveyard”, tema del LP de este último para Sony “Lifestylez ov da poor & dangerous”, títulos ambos que lo dicen todo. Un montón de señores de ceño fruncido y almas negras como el hollín obligan a Jay-Z a rebuscar dentro de sí el número de la bestia… si bien, como advirtiera la botella de champán del logo de Roc’a Fella Records, la misión es casi imposible. Shawn queda en evidencia en una canción que es pura dinamita, lo más cercano al terror a la altura de mediados de los 90 que podía producir el género. La mecha de la revuelta está ahí, si no fuera porque el odio incendiario contenido en esta grabación pareciera recrearse en sí mismo. La verborrea ultraviolenta de la cuadrilla que interviene en la canción está tan pasada de rosca que recuerda las fanfarronadas de los NWA. 


                           Big L y Jay-Z (hacia 1995). Fuente: ambrosiaforheads.com

En realidad Big L tenía apenas 20 años cuando sacó este disco. Fue un debut en una multinacional, que le fichó unos años atrás al ganar un concurso de freestyle. Lo que no se esperaban sus patrones es que se convirtiera en el fundador del horrorcore, o, al menos, de eso presumía. Big L decía que era un gran amante del cine de terror, y, aparte, claro, lo que veía en su barrio natal de Harlem no le iba a la zaga. Con una extraña lucidez resume en el título de su LP lo que pasaba: la pobreza llevaba a la delincuencia. Sin embargo, el contenido del disco no explica este proceso: muestra en qué se convierten los pobres y marginados, en qué basura se convierten, concretamente. Por aquel entonces Mathieu Kassevitz estrenaba “El odio”, que muestra este proceso en imágenes preñadas de rabia y denuncia. Lástima que gente como Big L no haya sido capaz de agarrar su verdad y hacer algo concreto para mejorar las cosas, o hacerlas estallar de una vez, como si desde los tiempos de Public Enemy un velo de estupor y ceguera hubiera reducido a los raperos a meros y complacientes protagonistas de un cuento de terror en el que todo, siempre, acaba mal para ellos. De hecho, en inquietante paralelismo, Big L acabó su corta vida en 1999, de la misma forma violenta y absurda del protagonista de “El odio”. DJ Premier afirma que Big L era, es, el mejor MC de la historia. En 1995, se regodea la mitad de Gang Starr, el hombre que entraría en la lista de raperos más ricos casi dos décadas más tarde no era más que el segundo de L. Con el agravante de que éste era como cinco años más joven que Jay-Z.


En este enlace hay un tema improvisado por Big y Jay-Z en un programa de radio, grabado en 1995, y que hay quien considera el mejor tema de estas características del hip hop, nada menos.


En youtube hay una entrevista a Jay-Z subida por el usuario yoshhere. Está datada en 2010 y el programa de radio en cuestión es "2dopeboys", dedicado al hip hop. En ella le preguntan a Jay-Z dónde y cómo conoció a  Big L. Dice el rapero que Big L vivía a un bloque de distancia de 140th & Domino (o algo así. ¿su domicilio cuando era un nano?). Un día fueron él (y supongo que Jaz, pues habla así, en plural) a su casa y tuvo lugar media battle. Dice que desde entonces lo tuvo presente.

Lo que no he encontrado por ningún lado es cómo acabó unos años más tarde rapeando en el álbum de debut de Big L. Jay-Z fue uno más de la lista, y no precisamente el más talentoso. Al hilo de esto último el mismo Shawn Carter afirma en esa entrevista, al oírse a sí mismo haciendo freestyle a la altura de 1995, o sea, a la altura de su breve aparición en "Da graveyard", que por entonces aún no le habían ocurrido cosas, no había vivido y no tenía mucho que contar. Lo dice refiriéndose concretamente a la especie de scat que hacía a veces, repitiendo la consonante de alguna palabra, al estilo del Roger Daltrey de "My generation", como señala jocosamente alguien en genius.com. Jay dice que en la época con Jaz lo único que les preocupaba era la técnica rapeando, que no había aún discurso. Pero no olvidemos que "My graveyard" salió en 1995, que Jay-Z ya tenía por entonces 26 tacos. Entonces, ¿qué fue de las experiencias como camello de su adolescencia? ¿No es eso algo? ¿O es que quizá Jay no les atribuía ningún encanto especial, no pensaba que hacer literatura laudatoria, jactándose de esas correrías de protodelincuente, podría darle más credibilidad o abrirle algún camino de acceso al para él castillo infranqueable del hip hop? Shawn Carter era dueño de un talento, la facilidad y la técnica para el freestyle, pero todavía no se había encontrado ante el espejo, no sabía quién era o, lo que es peor, no sabía si su persona merecía el más mínimo interés.

Junto a Jay-Z intervienen en la canción una retahíla de hombres que, a diferencia de él, parecían ya hechos y derechos. Ahí están GRAND DADDY I.U., rapero de Queens que ya contaba con dos álbumes en su haber. Mientras su música y su lírica era hardcore-rap, su estilo era más calmado, a juego con un look como de años 30 o 40. Un personaje que no llegó a cuajar en la escena hip hop, si bien sus discos llegaron a estar en puestos discretos en las listas de música negra.

Por su parte, LORD FINESSE tenía una carrera ya consolidada como rapero, si bien ya entonces despuntaba como productor, oficio en el que llegaría a ser uno de los más reputados de la escena hip hop, como puede verse en los cientos de referencias que atesora en discogs.com. Lord Finesse entró en contacto con Big L durante una firma de autógrafos. En ella Big L aprovechó para hacer freestyle delante de su ídolo. Corría 1990 y a Finesse le causó honda impresión. Después de diversas aventuras al amparo de Finesse, Big L entró a formar parte de un colectivo de hip hop underground originalmente formado por Finesse y otros colegas, D.I.T.C., DIGGIN IN THE CRATES, que habían bautizado así por la habilidad (o devoción) de sus miembros para buscar discos de los que coger samples.

Si seguimos adelante el panorama para Shawn no mejora: MICROPHONE NUT, según rapgenius.com, sólo inmortalizó su voz una vez, en esta canción. No le faltaba talento: su problema es que acabó en la cárcel y ahí se interrumpió todo. Cierra el plantel de raperos PARTY ARTY, debutante como el anterior por esta época y que se vinculó un tiempo a D.I.T.C. Tuvo una carrera ininterrumpida durante más de 10 años, concluida por su temprana muerte en 2008, con sólo 31 años.

La producción no corrió a cargo de Finesse, sino de otro de los miembros fundadores de D.I.T.C., BUCK-WILD, otro gran y super prolífico productor en ciernes y que aquí deja el adjetivo “incendiario” pequeño. Le ayudó el ingeniero de sonido y mezclador CHRIS “CONMAN” CONWAY, un blanco nacido en las montañas de Nueva York, que empezó haciendo música new wave con aires folk y que acabaría como aprendiz de técnico de sonido en los estudios Powerplay porque se dio cuenta cuando visitó un estudio por primera vez que lo que más le gustaba era el aspecto técnico de la música. Resulta que los estudios Powerplay estaban en Queens y por allí no paraban de pasar raperos. Al final acabó involucrado en cientos de grabaciones del género, y considerado uno más. El mote Conman se lo puso de hecho Big L.

Lo cierto es que Conman debía tener estómago: Microphone Nut fantasea en su parte con asesinar a unos “putos niños blancos”, hijos de los funcionarios de prisiones con los que ya se las había visto y, al parecer, se las seguiría viendo. Odio, racismo inverso y casquería a cubos, de los que no se libra ni Jay-Z: si bien en su parte se salta el guion durante muchos versos haciendo alusiones “neutras” a su infinita habilidad rapeando e incluso demuestra lo leído (u oído) y abierto de miras que era respecto a los otros al meter una referencia al clásico del rock’n roll “Shake rattle and roll”, interpretado originalmente en 1954 por Big Joe Turner, y superado en éxito por la versión blanca de Bill Haley & His Comets (si hasta en esto parece querer sumarse a la inquina antiblanca que aporta Microphone Nut), luego presume de su “Glock”, o sea, de su pistola automática, con la que piensa pasearse por tu barrio y levantarte a tu chica, poco más o menos. Bueno, en vista del giro final entiendo que Jay-Z tira de ironía para no ser acusado de “blando” por tal pandilla de brutos.

JAY-Z: de niño a hombre. Antecedentes del bling-bling

Capítulo 3: Jay-Z: a vueltas con la dureza de las calles (Parte II): MIC GERONIMO: "Time to build" (1995)

diumenge, 1 de juny del 2014

Prince. Capítulo 2: inicios muy mediocres



Viene de Capítulo 1: Prince: "Soft and wet" (1978)

PRINCE: “So blue” (1978)

Cara B del primer single de Prince, con “Soft and wet” en el anverso. Esta vez la autoría de letra y música corresponde en exclusiva al cantante.  También aparecería en el primer LP de Prince, “For you”. En concreto, ocupa el tercer lugar de la cara B.

Balada acústica y sensual (como no podía ser de otra forma esto último), en la que el de Minneapolis recurre al falsete y demuestra que ya entonces era un cantante muy dotado, no solo en términos de técnica, sino también a la hora de transmitir emociones. O sea, que canta bien e interpreta bien. Aunque una no supiera de qué va la canción, o ni tan siquiera conociera el título (“Tan triste”) entiende que el muchacho de ambigua voz está lanzando un grácil lamento, que emociona e intriga.

El problema, como ya anticipaba en el comentario de “Soft and wet” reside en el material con el que luce sus habilidades: melódicamente “So blue” no dice mucho; las vestiduras instrumentales tampoco son para tirar cohetes. Una se pasa toda la canción tratando de recordar a qué le suena ese detalle de sintetizador, esa melodía o aquella otra. Como suele ocurrir en tantos discos de debut las influencias están ahí, a flor de piel: suave jazz fussion tipo Al DiMeola por aquí, góspel místico á la George Harrison o Marvin Gaye por allá… El sonido de saxo sintetizado es el culpable de las reminiscencias jazzísticas; la necesidad de encontrar una forma de trascender lo terrenal de una prosaica añoranza carnal lleva a Prince a usar vestiduras sonoras de un tiempo no demasiado lejano (principios de los años 70), en el que el idealismo, el deseo de un mundo mejor se tropezaba con los millones de dólares en las cuentas corrientes de los autores de semejantes plegarias. Es decir, que Prince descontextualiza dicha elevación espiritual, amparado, no sé si sin saberlo, en el cinismo de los que la patrocinaban.

La letra a continuación:

I had everything I needed
But now my life is so blue
You meant the world to me
But now you're gone and I'm so blue
Even though the sun is shining
I spend my day, I spend my day crying over you
Oh yeah, I spend my day crying over you
I feel just like the sky, oh, so blue
Oh baby, don't you know?
Baby don't you know?
I spend my nights, it's all alone
Talking to myself, I am so blue
And everyday the feeling gets stronger
And who's to say, just how much longer
I can spend my nights all alone
Talking to myself and just crying over you
I guess I'll just spend my life
So, so blue
(Fuente: http://www.metrolyrics.com/so-blue-lyrics-prince.html)
Estaba saciado
pero ahora sólo tengo tristeza.
Eras el mundo para mí
pero te fuiste y estoy tan triste…

Aunque luzca el sol
me paso el día llorando
por ti.
Oh, sí, el día entero llorando por ti.
Me siento como el cielo azul, oh, tan triste (“blue” quiere decir “triste” y también “azul”; ¡menuda metáfora cursi, colega!).

Oh, niña, ¿es que no lo sabes?
Niña, ¿no lo sabes?
Paso las noches en soledad,
hablando conmigo mismo; estoy tan triste.
Y crece día a día este sentimiento.
Y quién sabe cuánto más durarán
mis noches en soledad
hablando conmigo mismo y llorando por ti.

Imagino que será así para siempre.
Tan, tan triste.

¡Menudo poema de segundo de Primaria! Mucho y muy bien debió venderse Prince (o, más concretamente, su mánager) a Warner para que publicara bajo su logo un disco entero con canciones tan triviales como esta. Como todos sabemos, después de “For you” Prince fue pariendo nuevos álbumes, uno al año concretamente, que elevaron exponencialmente la calidad de su propuesta. Si Warner, en vista del tímido éxito, y en vista también de la poca calidad del producto, se hubiera deshecho del músico después de “For you”, ¿qué hubiera pasado con él? Quizá el caso de Prince es la prueba de que los músicos necesitan tiempo para crecer, que un primer disco es eso, un ensayo, un primer balbuceo en un oficio que, aunque ahora muchos puedan pensar lo contrario, hay que aprender.

Pensemos en la costumbre que tienen en el Reino Unido desde hace unos 30 años de cercenar sin piedad cabezas de grupos que empezaron mal o regular o, aún peor, empezaron bien o muy bien, y luego no supieron dar con una continuidad a la altura. En tiempos recientes, con la hecatombe de la industria discográfica las cosas parece que han cambiado un tanto. Ahora los grupos dependen de sí mismos, de su capacidad de trabajo y sacrificio, pues el truco del éxito, en el ámbito de la música indie al menos, consiste en girar sin descanso. La dictadura del sello discográfico ha dado lugar a un extraño panorama meritocrático; frente a las arbitrariedades y caprichos del mundo de la edición y difusión musical de antaño ahora tenemos los bandcamp y un frondoso circuito de salas donde ganarse las habichuelas.

De lo anterior se puede deducir que observo cuán injusto es ver lo fácil que lo tuvo Prince. Casi un niño prodigio contratado y promocionado como tal en un momento musical, eso sí, no demasiado lucido para el soul, o el pop en general. Frente a grandes estrellas negras en lento declive, como Stevie Wonder o Marvin Gaye, el mar de la tranquilidad del soft rock omnipresente: The Eagles, Hall & Oates, Leo Sayer, Rod Stewart, ABBA, Fleetwood Mac… Y, de fondo, el zumbido hedonista, incomprensible a esas alturas, de la música disco: Donna Summer y su tóxico “I feel love”; KC and the Sunshine Band y “I’m your boogie man”, como ejemplos de mayor éxito de la época. Y la nueva ola y el punk a punto de revolverlo todo, refrescando un ambiente con un inequívoco aroma a decadencia.

Entre tanto, en medio de la mediocridad, Prince se coló y en tu fiesta se plantó. Llegó a tener cierto éxito con su primer single, hasta el punto de que se llegó a sentir acosado por los fans.