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diumenge, 25 de gener del 2015

SWANS: cuando la experimentación vende

2014. Un señor de 60 años que canta, toca la guitarra (eléctrica o acústica) y escribe las canciones. Se llama MICHAEL GIRA y está envuelto en la creación de "To be kind". Angelino, está rodeado de sus colaboradores, su banda Swans, en la que sólo él y Norman Westberg, que, como él, canta y toca guitarras, perviven desde el inicio, a principios de los 80. Después de un montón de años de separación decidió rehacer la banda en 2010. Volvía con ganas, quizá harto de la falta de riesgo en el indie, que durante los 2000 se convirtió en una escena más, con sus canales de difusión, su público, sus estrellas, sus convenciones, sus mecánicas... Desde hace unos años se puede nacer, vivir y morir decentemente haciendo música indie, eso sí, siempre y cuando las facturas médicas no sean tan exageramente altas que no puedas costearlas (pienso en el pobre Vic Chesnutt).

Michael Gira. fuente: http://consequenceofsound.net/2014/02/swans-announce-2014-tour-dates/

Así que cogió y empezó a trastear con cosas como el kraut rock, el noise rock y hasta el post-rock para crear una posible música disonante para oídos vírgenes en estas autoinfligidas torturas, que son muchos, casi dos generaciones de jóvenes que como mucho habrán oído alguna canción suelta de Mogwai. Ahí es ná, un tío de 60 años. Y el caso es que consigue hacer algo original, distinto, que, por desgracia, no sirve como medio para huir del horror de una época atosigante como la actual, pues no responde a un sentimiento generacional de resentimiento, fracaso o escapismo hacia el interior al que parecía responder el ruido noventero, sino a la rabia por la falta de dicho sentimiento en la gente por parte de un viejo inconformista. Una respuesta individual frente a la calma y el adocenamiento en el Occidente protestante ordenado, que observa impasible el incendio en el sur de Europa, que se precia mucho de sus logros y está casi convencido de que, como desde hace 35 años no se cansa de repetir el establishment, mejor no saber nada de los que no son como uno. Es el triunfo de la ideología de la supremacía blanca, anglosajona, protestante, masculina, heterosexual, de clase media o, mejor, alta, inapelable, que han introducido hasta en las mentes de los que no son una, dos o hasta ninguna de esas cosas y ya forma parte del ADN de nuestro tiempo.

Por alguna razón este desbarre sónico-catártico tuvo sorprendentes incursiones en la listas de ventas de álbumes, tanto británica como estadounidense, con unos meritorios 38 y 37 puesto, respectivamente. Los hijos del adoctrinamiento masivo que sufrimos, o, al menos, los que quieren hacer caso a los críticos y experimentar el abismo, o, los que, por edad, conocieron el noise-rock noventero de primera mano y querían volver a torturarse, tenían dinero que gastar y lo hicieron, de modo que Michael Gira ha gozado de la mayor repercusión de su carrera.

"To be kind" salió editado en 2014. Lo abría "Screen shot", o sea, "Pantallazo", y es una enumeración de cosas, un encadenado de palabras que son como la antítesis la una de la otra... La idea parece como confuciana: el ying y el yang, para que exista lo bueno tiene que existir lo malo y todo eso... Según la entrevista que le hacen en http://www.thelineofbestfit.com/features/interviews/michael-gira-of-swans-interview esta canción es una canción "oración" de amor, y se va despeñando desde su muy esquemático inicio blues minimalista hacia una rebolica de sonidos ensordecedores... Las referencias que vienen a la mente son muy variadas. A mí, ese género de blues esquelético y vocales exhortativos me recuerda a la P J Harvey de 1992-93; el final disonante, por sus ecos sinfónico-minimalistas al estilo de, por ejemplo, el Wim Maertens de los 80, me recuerda por eso algo a los Depeche Mode de canciones de los 80 como "Little fifteen". Por ahí veo que la gente habla de artistas que no conozco, como Tool, This Heat o Isis, pero, ¿quién sabe? ¿Quién no ha oído a Depeche Mode y a PJ Harvey, que son dos artistas extraordinarios? Si uno lo piensa bien ambos artistas suelen hablar de amor torturado, servil, humillado. En la canción Gira enumera "Sin caricias. Sin pérdida. Sin manos. Sin pecado", es decir, ofrece una respuesta a esa clase de amor: hay que renunciar al componente sexual del amor, en busca de la pureza espiritual (esto último según http://pitchfork.com/reviews/albums/19326-swans-to-be-kind/).

Hay quien, como en The Guardian (http://www.theguardian.com/music/2015/jan/16/michael-gira-on-swans-religion-and-the-hubris-of-matthew-barney) han querido ver, al contrario que los anteriores, una canción sobre la muerte: "Sin soñar; sin dormir; sin sufrir". Él afirma, por el contrario, que es una oración zen.

En http://www.factmag.com/2014/04/28/how-gira-got-his-groove-back-the-swans-frontman-on-klimt-kuti-and-tantric-sex/ cuentan que las canciones de "To be kind" surgieron de una serie de interminables giras que la banda realizó entre 2012 y 2013. En ellas iban rodando casi todas las canciones que aparecerían en "To be kind". Cuenta Gira que le encanta el ritmo, el "groove": James Brown, Fela Kuti y Can. "Jaki Liebezeit es uno de los mejores baterías de todos los tiempos." Según dicho artículo el groove, efectivamente, domina canciones como esta.

En http://consequenceofsound.net/2014/05/album-review-swans-to-be-kind/ apuntan que, según la línea "Ama ahora, respira ahora, aquí, ahora" que cierra el tema lo que pasa es que los Swans, a pesar de su imagen de oscuridad, en realidad proponen que los sentimientos vinculados a la humanidad, a la sensualidad, se alcanzan después de haber demolido todas las convenciones previas.

O sea, es lo que pasa cuando tienes una letra tan pero que tan ambigua: cada uno ve lo que quiere ver. Está claro que ese positivismo que ven algunos, o esa espiritualidad o sensualidad choca estridentemte con el sonido que envuelve esos supuestos mensajes. El caso es encontrar orden en el caos, quitarle gracia al misterio.

Hace coros a lo largo de la misma, así como en otras canciones del álbum, una estrella del indie actual, ST. VINCENT. Su voz aparece duplicada en varias pistas superpuestas. Es un contrapunto desconcertamente dulce dentro de una música de intenso carácter inclusivo, que desea abarcar todo tipo de sentimientos y estados de ánimo.

El productor del disco, John Congleton, un señor de cada vez mayor reputación dentro del indie, ya había trabajado anteriormente con Annie Clark, el nombre real detrás de St. Vincent. Puede que fuera a través de él cómo entraron en contacto Michael Gira y la cantante. Gira dice en http://pitchfork.com/features/interviews/9400-swans/: "Escuché su música en YouTube (un inciso: las canciones de Swans son sistemáticamente bloqueadas en dicho servidor: hay que joderse). No es el tipo de música que me gusta escuchar, pero pienso que tiene un talento increíble y verle tocar la guitarra fue toda una sorpresa. Es genial ver a una mujer tan guapa y con tan obvio potencial para convertirse en una estrella tan centrada en lo musical y preocupada por mantener el control de su obra". En http://www.wonderingsound.com/feature/swans-michael-gira-interview/ Gira confirma mi sospecha: Congleton le aconsejó usarla para el disco: "Annie Clark está tremendamente cualificada. Es alucinante. Cantó seis horas seguidas en el estudio para mí. Le hice cantar la misma nota una y otra vez -estaba superponiendo diferentes octavas-. Y no desafinó ni una vez. Se toma muy en serio el trabajo detrás del sonido. Además era adorable, fue estupendo. Me la recomendó mi ingeniero, John Congleton -él ha grabado todos los discos de St. Vincent-. Me dijo que ella era fan mía, que había escuchado mi música, que debía pensármelo. Siempre ando a la búsqueda de voces. Las uso mucho de muy diversas formas."

En http://www.stereogum.com/1678536/qa-michael-gira-of-swans-on-to-be-kind-proper-crowdfunding-and-the-human-voice/franchises/interview/ puntualiza Gira que: "Ya tenía decidido que este disco tendría muchas voces femeninas. Tenía muy claro qué es lo que quería de cada uno de los músicos invitados. Sus habilidades musicales eran, por otro lado, fundamentales." Ella cuenta la historia también en http://www.electronicbeats.net/en/features/interviews/an-interview-with-st-vincent/: "Bueno, soy una fan absoluta de Swans así que estaba muy nerviosa - y encima Michael Gira es imponente en persona, un hombrón, lo cual me ponía incluso más nerviosa. Luego fue muy amable. Me llamaba "señora" (...). Terminé cantando la misma nota 30 minutos seguidos, sin descansar. Esta experiencia ha hecho cambiar por completo mi relación con la música. Nunca había cantado una nota durante 30 minutos seguidos, es complicado. Las cuerdas vocales son músculos, te piden descanso. Era como prepararte para una prueba física en el instituto (...)". Je, je, está claro que Michael disfrutó torturando a la pobre chica. Y a eso se reduce la participación de Annie Clark en el disco de Swans.

¿Merecía Annie Clark que pasara el dios intocable Michael Gira por encima de ella, que la usara sin más sin tener la potestad de aportar algo de sí misma? Dados los mundos musicales tan dispares de ambos artistas parece que no. A fin de cuentas Annie Clark es de esas artistas que hacen del indie actual algo tan sumamente aburrido. Digamos que a ella, como a tantos otros artistas competentes y entregados, incluso talentosos, le hubiera cabido entrar en el mercado del pop en los 70 o los 80, por entonces más permeable a artistas con personalidad y discurso propio, pero en estos días, desde hace unos 25 años en concreto, esa clase de artistas han tenido que acomodarse en el universo paralelo del mercado indie para desarrollar su carrera, para consternación de viejos seguidores de la música, como yo, que creían que dentro del marchamo "alternativo" sólo cabían artistas arriesgados, exploradores, osados, que te sacudan tus convicciones...

ANNIE CLARK (ST. VINCENT). fuente: http://www.brooklynvegan.com/archives/2014/08/st_vincent_fill.html

St. Vincent logró el año pasado gran repercusión en el mercado indie. Hoy por hoy es una de sus artistas más reconocidas. Con su álbum de 2014, titulado "St. Vincent" logró un muy meritorio puesto 12 en la lista de álbumes genérica del Billboard (21 en la inglesa, aunque estuvo en dicha lista durante cuatro semanas), lo cual constituye su mayor hito comercial hasta la fecha. Temas como "Huey Newton" la muestran cercana al soul, pero ni siquiera contemporáneo: tiene sonido como de soul de principios de los 90 a la inglesa, como podían sonar The Chimes, que enriquece con capas de sintetizadores y crescendos emotivos.  A media canción se mete en terrenos roquistas y entonces empieza a jugar con su voz. El resultado es barroco, no demasiado lejano a los Goldfrapp de principios de los 2000, pero melódicamente no engancha demasiado. En cuanto a la letra, parece hablar de obsesiones a través de internet, de pornografía online, de gente que escabulle su personalidad en la red para convertirse en depredadores anónimos de las debilidades ajenas... En cambio, el tema en directo tiene una gran contundencia, favorecida porque a ella se la oye cantar sin filtros: tiene una gran voz, y la fase roquera es más roquera, también sin manipulación en el sonido (ver aquí).

*La segunda canción del álbum es "Just a little boy (for Chester Burnett)", blues tenso, granuloso, que repta como la mejor PJ Harvey, los mejores Birthday Party, pero también como, de nuevo, los Depeche Mode de "Songs of faith and devotion", y recuerda al Ted Nugent que a su vez influyó el "Bullet the blue sky" de U2, y cuya línea de bajo también trae en mientes al "Bulls on parade" de Rage Against the Machine. Estas referencias más pop quedan convenientemente pasadas por la picadora a base de voces guturales, gritos y mandobles sonoros de incierto origen. En lastfm apuntan como influencia a otro artista que no conozco, Foetus. En http://genius.com/Swans-just-a-little-boy-for-chester-burnett-lyrics, excelente página de letras, un contribuyente nos ilumina informándonos de que Chester Burnett es Howlin' Wolf, quizá el origen de todo ese blues paranoico servido por tantos artistas que me gustan y que enumero al principio.

HOWLIN WOLF en vivo en Silvios (Chicago). fuente: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRDObCIRJxgRL0hcuIOKjaYs3te5EUQROcv91KKC2ocdFfaiUDpijvaHlkQgOtwRZU27_borplDGjFjzcF_5FYNqGwRXY8jYbWockw8iW-lR3MQFg02vKIUvnv36cGtLfXp8VFWV2Ce7M/s1600/Wolf+playing+Silvios+Chicago.jpg

Para financiar la grabación de "To be kind" Gira y los suyos sacaron un disco en edición limitada a 2.000 copias en 2013, que contenía como una especie de muestrario de lo que pensaban desarrollar en el álbum: versiones en directo de nuevas canciones y maquetas, ofrecidas al comprador potencial como cuando una empresa envía muestras a un cliente potencial para que se decida a cerrar un pedido. Ese álbum se tituló "Not here / Not now".

Contenía una versión preliminar de "Just a little boy" que en verdad poco tiene que ver con la que luego aparecería en "To be kind". Suenan campanas al principio y, poco después, una especie de flauta hindú. Los efluvios orientales y góticos que aporta esta instrumentación se funden paulatinamente con una línea de bajo bluesy, que es de lo poco que perdura en la versión canónica del tema, y una contundente percusión. La voz, desgarrada, brutal, es la guinda de un estofado humeante de blues entremezclado con world music que remite algo al Tom Waits más salvaje, y que muestra que la sensualidad puede venir revestida de la más insólita violencia. Me quedo con esta versión de "Just a little boy": toda una experiencia. Como dice alguien del público al final del tema, en castellano: "¡La madre que te parió!".

Se abría "Not here / Not now" con una versión de, precisamente, "To be kind". Se trata de una larga letanía atonal con apuntes de sintetizadores analógicos y una guitarra zumbante. Trae a la mente la Velvet más experimental, los Sonic Youth primitivos y, en algún pasaje casi psicodélico, incluso a los Doors. Pura combustión eléctrica, rock en estado de salvajismo alucinatorio. Por la letra de la canción deduzco que la estructura calma en un principio y, en su segunda parte, pura borrachera eléctrica, describe una relación sexual, una relación sexual que por las pistas contenidas en dicha letra remite a algo más que sexo, remite a un intercambio afectivo pleno, entre los amantes y también con el medio, con el campo calmoso que rodea su hogar.

SWANS en 1986. foto: Arno Declair. fuente: http://swans.pair.com/GALLERY/1982-1987/82_15.html

Contenía una versión de un tema de 1986, "Coward", aparecido en su LP "Holy money": blues en los huesos, tan emparentado con el "Manish boy" de Muddy Waters, como con los Birthday Party o los Sonic Youth de la época. Esta canción muestra cómo los Swans fueron de esos artistas que mantuvieron o recrearon el fuego telúrico en la música estadounidense durante los 80 para que PJ Harvey lo devolviera a la vida durante los 90.

Esto también va por la versión borrador de "She loves us!", que empieza con una borrachera de disonancias, suerte de combinación de música atonal con, de nuevo, world music, con esos como cuernos, o, quizá trompetas gigantes tibetanas, que repiten obstinados una única nota, para, en un segundo movimiento, recrear con voces guturales que no desentonarían en un disco de death metal el "Gloria" de Them o a los mismos Doors, en un nuevo festín de gore erótico que, de nuevo, quita el aliento.

"Oxygen", también versión previa a la de "To be kind" les muestra en su faceta más post-punk o, directamente, no wave: ritmo sincopado, heredero del funk, que, por mor de su carácter repetitivo y su contundencia se transforma en un taladrante ejercicio de rock industrial. Más que para bailar el tema sirve para un akelarre, para conjurar espíritus del inframundo.

El quinto tema de "Not here / Not now" es un mamotreto de 44 minutos y pico, conformado por la fusión de "The seer", tema que daba título al LP de 2012 de Swans y "Bring the sun / Toussain l'Ouverture", el tema cumbre de "To be kind". Empieza conjurando la hipnosis del oyente, con sonidos repetitivos, un rumor de fondo hecho con sintetizadores evocador y misterioso, y el protagonismo de un instrumento característico de la música de Hungría, el dulcémele, que tocan dos de los miembros de Swans, THOR HARRIS y PHIL PULEO. El sonido, de incierta ubicación geográfica, nos arrastra por un mundo extraño, inhóspito. Es como una destilación del sentimiento de desarraigo, que, como ocurre siempre con Swans, en lugar de intensificar esa mala vibración lo que hace es pinchar en ella hasta que se produce la catarsis y la liberación. El tema se va despeñando, paulatinamente, en un interminable crescendo, hacia el noise-rock, en oleadas de electricidad no muy lejanas del sonido de Sonic Youth. Después, llega la calma tensa, con nuevas escaladas eléctricas, en este caso deudoras del precedente inmediato de Sonic Youth, Glenn Branca. La electricidad brutal acaba transformándose en música industrial, en lo que debe ser estar en el corazón de unos altos hornos sin protección acústica.

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Volviendo a "To be kind", el LP de 2014, la tercera canción del lote es "A little god in my hands". Es de lo más audible del LP. Tiene un ritmo tranquilo, una instrumentación casi parca, que deja huecos para respirar, y destaca especialmente por los coros femeninos. El final de la canción nos tiene reservado la habitual inclmencia de Swans: como trescientos instrumentos de viento suenan al unísono, y no muy afinados, con una única nota. Pero incluso en una canción casi "normal" como esta los Swans se muestran en total divergencia con el mundo musical actual, y, en especial, con la escena indie. Frente a la pacatería y la falta de imaginación en este ámbito Gira y los suyos ofrecen infinitas ideas, toman riesgos cada segundo, crean arreglos insólitos, usan instrumentos que nadie suele usar y tratan de crear contrastes que a nadie se les había ocurrido antes. A muchos se les debería caer la cara de vergüenza al escuchar esto, tanto a músicos como a críticos.

El cuarto tema de "To be kind" es sin duda el mejor del disco y una de las obras cumbre del rock de vanguardia o del rock en general. Se titula "Bring the sun / Toussait l'Ouvertoure", dura 34 minutos, y está dedicado a Toussaint Louverture,  revolucionario que en el siglo XVIII, creyéndose los ideales de libertad promulgados desde la metrópoli trató de impulsar la independencia en Haití. La idea le valió la deportación a Francia, donde murió en 1803.

TOUSSAIN LOUVERTURE (fuente: wikipedia)
El tema sigue la estirpe de "Diamond ring", esa estupenda canción de Sonic Youth aparecida en el LP "Washing machine" (1995). Se trata, pues, de una especie de suite con diversas fases, unas ruidistas, otras más ambientales, salpicadas con frases y palabras en francés y castellano. Estas palabras y un ritmo constante, repetitivo, muy krautrock, son lo único discernible en una cacofonía de sonidos que, a pesar de todo, van marcando un camino, van acumulando una tensión, que estalla en los minutos finales del tema. Si uno logra sobrevivir a la lluvia de fuego que sale de los altavoes de su equipo se queda como si hubiera concluido una larguísima travesía, cansado pero limpio, por dentro y por fuera. Se podría concluir, de acuerdo con ese fuerte carácter de catarsis de la canción, que para Gira y los suyos las penas de Louverture sí que sirivieron para algo: su sacrificio, su ejemplo, han contribuido a que mejoren las cosas para todos, globalmente, en un largo camino hacia la liberación humana que, eso sí, dista mucho de haber concluido.

diumenge, 11 de gener del 2015

STEVIE WONDER: Capítulo III: Uptight (everything's alright). Lo que hay que hacer para que no te despidan

Para encontrar los anteriores capítulos de su biografía pulsar aquí:

Capítulo 1.

Capítulo 2.

El pequeño Stevie Wonder estaba en la cuerda floja por entonces: no había manera de sacar provecho económico de su talento musical. La pérdida de su voz tampoco se pudo suplir con la explotación de sus habilidades instrumentales: su virtuosismo con la harmónica ya era pólvora mojada como se demostró en “Hey harmonica man”. Lo curioso del caso es que el joven cantante no tuvo nunca una oportunidad dentro del soul moderno marca de la casa: sus cuatro álbumes publicados entre 1962 y 1964 no eran más que intentos bastante torpes de adscribirlo a alguna moda coyuntural. Así, pasó de fotocopia de Ray Charles en 1962 a improbable héroe del surf en 1964, con el LP que le grabaron en Los Ángeles Marc Gordon y Hal Davis, titulado muy adecuadamente “Stevie at the beach”. Nadie parecía reparar en esa anomalía, o casi nadie: ahí estaba SYLVIA MOY para demostrar que el pop soul marca Motown sentaba como un guante al ya adolescente Stevie.

SYLVIA MOY. fuente: https://www.youtube.com/watch?v=X9BGEg4OQjI

Sylvia fue la primera compositora y productora femenina en la nómina de Motown. Escribió montones de canciones para los artistas de la compañía, canciones que están en la memoria colectiva, como “It takes two”, que popularizarían Marvin Gaye y Kim Weston, o “This old heart of mine”, escrita para los Isley Brothers. En especial, “Uptight (Everything’s alright)”, la canción que salvó a Stevie Wonder, brilla a gran altura, como uno de esos momentos mágicos de la historia de la música, pura belleza, puro sentido y justificación de nuestra existencia condensada en tres minutos, co-escrita mano a mano, eso sí, con otro esforzado y desconocido genio en la nómina de Motown, Henry Cosby, del que hablo más arriba, y por el propio Stevie Wonder.

Como viene siendo habitual poco he encontrado en Internet de esta mujer. Según http://prince.org/msg/8/309451 nació en 1939. No he encontrado dónde, pero sí que se crió en el nordeste de Detroit (http://www.songwritershalloffame.org/exhibits/C2338), rodeada de hermanos y hermanas, hasta nueve contándole a ella misma. Se dedicaba la cuadrilla de niños a aporrear cacharros de cocina para hacer música. El juego dejó de serlo para ella cuando llegó al instituto. Asistía al Pershing High, instituto público en el que estudiaron numerosos futuros músicos y cantantes de la escena detroitiana (contribución de ~~medusa~~ en el foro http://soulfuldetroit.com), donde aprendió a tocar jazz y música clásica (para que luego digan de la enseñanza pública en EE.UU.). Hay unos vídeos colgados en youtube por Michelle Wilson Media donde Sylvia cuenta alguna cosilla de los inicios de su andadura musical. Habla de dos profesoras, Barbara y Janis Wilson, hermanas, que le dijeron: “Tienes un don”. Barbara le consiguió pequeños trabajos como cantante. Con lo que obtenía de esos bolos podía pagarse clases. Alguien le dijo que podía ganarse mucho más dinero de la música. La forma era grabar un disco. El problema es que nadie la conocía, no tenía credenciales de ningún tipo. Enciende la radio, escucha las canciones de moda y se dice: “Yo puedo hacer eso”.

Tú ves las fotos de Sylvia de la época con su melena estirada con la ralla en el lado y su cara inteligente y la ubicas en la clase media negra. Descubro que su hermana Celeste es abogada. Concluyo entonces, junto con su modosa y aplicada entrada en el mundo de la música, que vivió arropada por una familia más o menos estructurada, con unos padres atentos, que crearon en ella confianza en sí misma.

Consigue pagarse una demo con dos canciones. Con ella bajo el brazo toca las puertas de las grandes discográficas de Nueva York. Un pez gordo le suelta: “No cantas mal pero te advierto de que nunca podrás vivir de la composición de canciones”. Valiente futurólogo. En los titubeantes inicios musicales de Sylvia tenemos, pues, unos ángeles buenos, sus profesoras, y un tonto de capirote de directivo discográfico que hizo de diablo agorero…

Según http://prince.org/msg/8/309451 Berry Gordy conoció a Sylvia Moy en el Caucus Club, un restaurante de alto copete y luces tenues, cuyas veladas eran amenizadas por actuaciones en directo. Allí, según http://archive.freep.com/article/20121004/ENT08/121004053/Caucus-Club-Detroit-closing-Penobscot-Building, comenzó su carrera profesional Barbra Streisand en 1961.

Nuestra amiga Michelle Wilson tiene unos cuantos vídeos más dedicados a Sylvia, no muy prolijos e informativos pero que dada la escasez de documentación en la Red de esta mujer son muy de agradecer. En uno, Sylvia, sentenciosa y sabia desde sus 70 y tantos tacos, cuenta que su padre la encorajinó para perseguir su sueño. Su sueño era ser productora. Pero, como era bien sabido en el negocio musical, y en Motown, su casa, las mujeres no producen.

En concreto, su padre le dijo que nadie tenía que decirle lo que podía y no podía hacer, que si creía en algo tenía que luchar por ello. Que si no estaba dispuesta a luchar ya podía estar cavando un agujero en el suelo y meterse en él. Mensaje muy americano, de esos que de tan oídos en tantas películas y series de los EE.UU. parece hueco, pero que en la voz de Sylvia no lo es en absoluto. Ella está hablando de esas barreras que hacen que incluso a día de hoy las mujeres tengan una insignificante aportación en el ámbito musical y en el artístico en general, que por algún defecto horrible de cómo está montada la escena musical, o artística en general, las mujeres sean una minúscula excepción dentro de los múltiples oficios que forman la música.

Sylvia, contratada por Berry para el equipo creativo de la casa, de momento tenía que conformarse con escribir y arreglar canciones, pues, como le decían en Motown, las mujeres no producen. Una de las primeras que escribió fue “I’m still loving you”, en 1965, para KIM WESTON. La acompañaron en la composición dos viejos conocidos de Motown: Ivy Joe Hunter y Mickey Stevenson, es decir, músico principal dentro de los Funk Brothers y compositor habitual el uno y cazatalentos y compositor habitual igualmente el otro. La canción no tuvo éxito y con razón: a pesar de la sedosa interpretación vocal de Kim, pura clase, que reserva el fuego sólo para el desbordante estribillo; a pesar del lujurioso acompañamiento orquestal, la canción queda algo descompensada e insulsa. Hay unos acordes de la orquesta que se repiten insistentemente a lo largo de la canción, que sobran, son como una reiteración y un elemento añadido molesto, que entorpece la evolución de la melodía. Son como una fanfarria orquestal de fin de canción que se ha colocado a destiempo, donde no tocaba. A pesar de eso me recuerdan bastante al riff orquestal de “Can’t take my eyes off you”, publicado dos años después por Frankie Valli y enorme éxito, que no en vano era una copia al carboncillo del sonido Motown, endulzado por el lado del easy listening, con resultados gloriosamente kitsch. 

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KIM WESTON fue una cantante sin suerte en la historia del soul. Entró casi sin querer en el negocio del pop y éste, el negocio, o sea, Motown en su caso, no invirtió mucho tiempo o dinero en ella.

KIM WESTON. fuente: http://www.discogs.com/viewimages?artist=Kim+Weston

Nacida en 1939, comenzó siendo una cantante de góspel. Formaba parte de un grupo del género, THE WRIGHT SPECIALS, que se convirtieron en el primer fichaje del subsello góspel de Motown, DIVINITY RECORDS. El responsable del mismo no buscó debajo de las piedras para encontrarlos: le bastó ser primo del pianista de la banda.

Poco después, al finalizar una actuación en una iglesia, un amigo de Kim le dijo que alguien quería grabar una demo de música soul con ella. Ese “alguien” era JOHNNY THORNTON, que, como no podía ser menos en esta historia de enchufes era sobrino de Eddie y Brian Holland, sí, los dos Holland de la terna Holland-Dozier-Holland. Thornton quería vestir sus canciones con una voz bella para tratar de ganarse un contrato para Motown, pero a sus tíos les gustó la voz de alquiler y no las canciones del sobrino (Motown: The Golden years, de Bill Dahl). Eddie Holland ofreció a Kim una grabación con Motown y ella aceptó pero con muchas dudas.

En 1963 salió su primer single en el sello, “It should have been me”. No tuvo mucho éxito, así como los sucesivos singles que fue editando en el sello, pero su asociación con Marvin Gaye, al que se unió por primera vez en la gira de 1964 del cantante, le proporcionó el único éxito de su carrera, ya en 1967, el ya mencionado “It takes two”, en el que intervino Sylvia Moy como compositora. Según http://www.soullyoldies.com/kim-weston-biography.html Motown apenas la promocionó durante el tiempo que estuvo en su plantilla. A eso se unía la mala suerte, que, como para compensar las sucesivas casualidades que la convirtieron en artista de una de las casas más deseadas del momento por cualquier cantante de soul, pareció anticipar su futuro de anonimato en la escena musical: en 1964 le ofrecieron “Dancing in the street” y rechazó cantarla…

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Sylvia no era de ésas: ella había llegado hasta Motown y ella convertiría sus sueños en realidad o moriría en el intento. Cuenta que todas las semanas había una reunión de productores en Motown. Se producía en una sala minúscula, alrededor de una mesa a la que se sentaban éstos, los productores, después de haber cogido y desplegado unas sillas de tijera metálicas. El A & R asignaba a cada uno las diversas canciones que había que grabar. A Sylvia, como sabemos incapacitada para hacer el trabajo de producir por ella misma por ser mujer, sólo cabía asignarle esa tarea bajo supervisión de otro productor. Cuando la reunión había acabado, y, en su muy vívida narración, se oían los “cling, cling” de las sillas plegándose, el A&R dice: “Por cierto, tenemos el tema Stevie Wonder: ¿qué hacer con él? Necesito un voluntario para hacerle una nueva canción. Si la canción funciona le renovaremos el contrato a Stevie; si no tendremos que dejarle ir. Los papeles están preparados para que se pueda marchar" (eufemismo de despido, claro). Nadie quiso hacerse cargo. Sylvia vio su oportunidad: “Yo lo haré. Quiero que sea la primera producción a mi nombre”. Y el A&R le dijo: Adelante. Sería “Uptight (Everything’s alright)”. Ella habla de producción; en los créditos de discogs.com se dice que la producción corrió a cargo de Mickey Stevenson y Henry Cosby (también hablamos de él antes; otro de los Funk Brothers y compositor de la casa).

¿Camuflaron los capos de Motown su aportación por la razón que ya sabemos? En ese caso, ¿la ayudaron Stevenson y Cosby?

Stevie Wonder, Odeon, Manchester, 30 de marzo de 1965
© Harry Goodwin and BBC
Stevie Wonder había estado de gira con los Rolling Stones. Esponja de chico, había quedado fascinado por el grupo inglés. Le rondaba la cabeza una melodía inspirada en el riff de “(I can’t get no) satisfaction”. Si uno se fija, sí, el riff melódico de “Uptight” es una variación sobre el riff del clásico stoniano. Esta anécdota, que cuentan en wikipedia, es un desmentido jugoso a esa acusación tantas veces repetida de que Jagger y compañía son unos vulgares saqueadores del legado negro estadounidense y todo eso. A veces esos negros saqueados también podían coger algo a cambio. Con esa melodía en la cabeza, Moy y Henry Cosby construyeron la canción que salvaría del despido a Stevie Wonder. A pesar de lo mucho que sonó, de ser un clásico sin paliativos a día de hoy no fue número uno en su día, ni en los EE. UU. ni en el Reino Unido… Como “Dancing in the street”. El público tenía los árboles de los Beatles delante para no ver el bosque del genio que venía para quedarse de Stevie: “We can work it out” y “Day tripper”; el público es imbécil: ¿Lou Christie con “Lightnin’ strikes” número uno? ¿Petula Clark con “My love”? ¿Quién coño se acuerda de esas canciones? ¿O de Lou Christie?

La canción sigue el marchamo extrañamente anticanción pop de los anteriores éxitos de Stevie Wonder: es como una variación-letanía sobre el estribillo, con un texto que Stevie recita, canta, interpreta, casi al estilo juglaresco de Bob Dylan, que gira sobre sí mismo, como si pudiera durar un cuarto de hora o acabar de inmediato. El talento de Moy, Cosby y Stevenson está en decidir cuándo y con qué elementos hacer estallar la tensión restallante del recitado: una introducción de bajo, guitarra y batería pero que muy rhythm & blues; una fanfarria de vientos que nos eleva a la estratosfera al principio del tema y durante el estribillo; unos coros femeninos que van señalando la conclusión del tema. La nota de originalidad, junto con esa estructura sorprendente, la pone también la nueva voz, nasal, algo gritona, del Stevie Wonder adolescente, de solo 15 años.

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La sociedad Henry Cosby – Sylvia Moy perduró unos años, en tanto los temas que creaban para Stevie Wonder tuvieron éxito. Según Dogkelp’s Songwriting Museum, en la playlist que le hace a la pareja en youtube, Henry y Sylvia eran los menos talentosos de los escritores de la nómina de Motown. También dice que cuando por fin Stevie Wonder pudo quitárselos de encima las obras de arte empezaron a fluir de la garganta del cantante. La opinión es tan superficial y demuestra tan poco conocimiento de la música de la época y hasta de la biografía de Stevie que produce consternación: para un tío que se acuerda de estos dos y se dedica a insultarlos. O sea que un Stevie Wonder de entre 15 y 18 años, la época en la que funcionó el equipo de Moy, Cosby y él mismo, hubiera escrito e interpretado obras maestras ya entonces de no ser por estos plastas. En fin…

Sede de Motown, en 2648 West Grand Boulevard, Detroit. fuente: http://udiscover.tumblr.com/post/46578566467/what-made-motown-records-so-great


De hecho, desde la crucial intervención de Henry Cosby en el primer gran éxito de Stevie, “Mr. Fingertips”, en 1963, aquel se convirtió en una especie de mentor suyo, un mentor que intervino ininterrumpidamente en la discografía del muchacho hasta principios de los 70, eso sí, siempre de la mano de Sylvia Moy desde 1965. En el año “californiano” de Stevie (1964) sólo pudo intervenir en la escritura de una de sus canciones, “This Little girl”, que fue cara B de “Hey harmonica man”, y que no fue incluida en el LP correspondiente. Para escribir esa canción se congregaron pedazo de compositores, aparte del mismo Cosby, que sí que son definitivamente más reconocidos y admirados por todo quisque: EDWARD HOLLAND JR. (uno de los Holland del triunvirato Holland-Dozier-Holland) y NORMAN WHITFIELD. El tema se inspira un poco en exceso en el “What’d I say” de Ray Charles, pero pasan tantas cosas en él que resulta imposible aburrirse y hasta tiene elementos originales: fases en la que los músicos swinguean, en plan jazz; otras en la que sólo suena la batería, un break de batería de ritmo incontenible, y la voz, en pleno cambio, de Stevie, que parece anticipar el imponente estribillo del “Land of 1.000 dances” que Wilson Pickett publicó dos años más tarde, en 1966.

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En cuanto al productor Mickey Stevenson, su papel en la historia de Motown y, por tanto, de la música, es tan importante y tan poco conocido que merece un post por sí mismo.

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