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dijous, 11 de juny del 2015

Parte tres de la biografía de MARLEY MARL: 1989, año de transición.



Para ver capítulo anterior pinchar abajo:

Parte dos de la biografía de MARLEY MARL: MC SHAN, BIZ MARKIE y su cumbre, "Long live the Kane", de BIG DADDY KANE

El artículo que dedica wikipedia a la Juice Crew incluye esta cita de Nas: “La existencia de Marley Marl y The Juice Crew era la esperanza de una vida mejor para los que crecimos en Queensbridge. Parecía decirnos que había algo más allá de nuestro barrio,  que aun viviendo en esas calles terroríficas había forma de salir de allí y vivir otra vida.”

Shawn Carter no vivía en Queens, él era de Brooklyn, pero para el caso es lo mismo. Para su desgracia él no tuvo la fortuna de encontrarse a un mecenas como Marley Marl con lo que el tren de la Old School pasó de largo ante sus narices.

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Mientras tanto veía y aprendía. En 1989 Big Daddy Kane reeditó el éxito de “Long live the Kane” con su sucesor, “It’s a big Daddy thing”. En él Kane aparece en la portada descamisado, rodeado de mujeres prácticamente desnudas. Ice T ya había hecho gala de poderío machista en la portada de sus dos primeros álbumes, “Rhyme pays”, de 1987, y “Power”, de 1988, con lo que Kane se sumaba al carro gangsta en imaginería misógina, pero él aportaba la componente chuleta y relajada, de la que adolecía el gangsta hasta entonces. En ambos casos se rinde pleitesía, ya desde las portadas, a la vida lujosa y derrochadora, mujeres voluptuosas  que se venden a la cartera más abultada incluidas. No, no tuvo que exprimirse demasiado las meninges Jay-Z para adoptar su consabida postura materialista con ejemplos como estos, ejemplos que relucían en el lugar más destacado de las colecciones de discos de cualquier buen aficionado al hip hop de finales de los 80. Si el rap se endureció a principios de los 90, y aparentemente olvidaba sus veleidades sexistas, a mediados de la década un Jay-Z heredero directo de aquellos primeros escarceos anti-mujeres se encargaría de replicar la estética –y la ética- de la era en la que, ávido, absorbía y aprendía de muchachos no mucho mayores que él.

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MARLEY MARL. fuente: gettyimages.co.uk
Marley Marl ya se había convertido en un consagrado de la escena hip hop, pero no sólo de ella pues, como sabemos, también tenía un pie en el dance underground y otro, mucho más prometedor económicamente, en el dance pop. Los créditos que atesora en el año 1989 son tan amplios que cuesta creer que encontrara tiempo para todo. Ante la proliferación de encargos Marl aplicaría en unos casos el piloto automático y en otros se volcaría. No tuvo la suerte de dirigir desde la mesa de operaciones un álbum de hip hop por entero que tuviera alguna trascendencia, comercial o artística, pero sumando aportaciones a álbumes y remezclas de temas alcanzaría casi la decena de éxitos en listas varias. Iré señalando sus trabajos más relevantes por género, pues, como veremos, también se codeará con el R&B, el new jack swing, y también ampliaría su currículum en el ámbito del garage house y de, por supuesto, el hip hop.

-El sello Warner Bros, con el que Cold Chilin’ había obtenido un acuerdo de distribución, le encarga una remezcla para uno de los temas del disco de CHAKA KHAN “Life is a dance – The remix Project”, que, como su nombre indica es un disco de remezclas dance de los grandes éxitos de la desbordante cantante de soul. Chaka Khan fue una de las últimas cantantes de soul de la vieja escuela que obtuvo éxito comercial en los 80. Ella, y sus coetáneas las estilistas sublimes Anita Baker, Ángela Winbush o Stephanie Mills, fueron los últimos ejemplos de una elegancia, una idea de soul adulto que durante los 80 tuvo excelentes ejemplos. Después de ellas estalló la juventud como razón casi única por medio del éxito crossover y universal de Whitney Houston.
CHAKA KHAN (fuente: http://www.rocksbackpages.com)

El inicio del declive de Chaka Khan tuvo que esperar algunos años, pues en 1989 se encontró con el éxito en la lista de música dance. En ella consiguió el poco habitual mérito de ser número uno con el álbum entero, con sus 12 cortes. Marley Marl fue uno más entre otros remezcladores legendarios tales que Frankie Knuckes, David Morales, Clivillés & Coles (posteriormente C+C Music Factory)… pioneros del house en Nueva York, homosexuales (al menos Knuckles), en una escena por entonces prácticamente dirigida al público gay. Lo digo porque la homofobia es otro de los rasgos más odiosos del hip hop, y, como vemos, no afectaba a nuestro Marley Marl. Él se encargó de remezclar “This is my night” en su “Marley Marl Remix”. Marl le mete una guitarra funky sampleada de su fondo de armario, una base electro, un piano house, en suma todas esas cosas encantadoramente ochenteras, época de corta y pega poco sutil, pero en la que no se temía a la melodía y a la emoción.

STEPHANIE MILLS (fuente: http://www.mtv.com)

 -Hace una remezcla para otra fiera del soul de la época tal que STEPHANIE MILLS, una mujer que empezó su carrera a principios de los 70 y que llevaba casi 20 años colocando canciones en las listas de éxitos con frecuencia anual. Esta aceptación en el mercado de la música negra acabó a principios de los 90, con el abrumador relevo generacional producido entonces, y del que doy cuenta en otra parte de este blog (La última época dorada de la música negra: 1994 – 2000). De ella es uno de los grandes clásicos de la era disco, “What’cha gonna do with my lovin’”, en 1979, que no es disco pero sí funky-soul-jazzy, en la onda sin ir más lejos de la ya mentada Chaka Khan.

El encargo de Marl era hacer dos remezclas bailables, que para eso era uno de esos especialistas en el dance del momento, de su éxito de 1989 “Something in the way (you make me feel)”. La canción original, escrita y producida por ANGELA WINBUSH, llegó al puesto uno de la lista de R&B. 

ANGELA WINBUSH (fuente: http://www.librarising.com)
Sí, Angela Winbush es una mujer, una de las poquísimas que por desgracia nos encontraremos por este blog. Me pregunto cómo acabó en esas tareas. Intuyo que las mujeres de este mundo, de cualquier parte de él, tenemos metido en nuestro pobre cerebro una programación (por razones culturales, está claro) por la que sólo debemos centrarnos en los aspectos más prácticos de la vida, por lo que dejamos pasar de largo cosas como las músicas de culto, o en general, las subculturas, esas que muy probablemente no nos van a dar de comer. Las frikis solitarias, tienen, por su parte, la losa del patriarcado encima de sus meninges, con lo que como mucho se dedicarán a leer best sellers juveniles o a hacer de comparsas en las tribus urbanas, a la espera de concretar algo, de ligarse al chico que les gusta y encarrilarse. Mientras no sepamos o no nos dejen salir de nuestro agujero esto seguirá siendo cosa de hombres. Al menos ellos sí que pueden soñar en libertad y transformar su frikismo en cosas irresistibles. Y Angela Winbush (y Sylvia Moy y Sylvia Robinson, de las que hablo en mi blog también), claro. Chapó por ellas.

El tema es un elegante, avasallador tema de soul moderno, bailable, en el que las espectaculares prestaciones vocales de Stephanie se sirven como el punto culminante de la canción, en una época en la que las voces negras potentes entusiasmaban engarzadas en producciones contundentes. En cuanto a la versión de Marley Marl lo siento pero no la he encontrado, pero no está mal haber escuchado el original. Buena excusa para oír música estupenda.





-Marley Marl no descuidaba su Juice Crew. En 1989 uno de los cachorros de Queensbridge que entraron en The Juice Crew hacia 1985 logró un contrato con la legendaria Atlantic. Se trataba de CRAIG CURRY, CRAIG G para el arte. Era uno de esos pipiolitos que se dejaron caer en el programa que por entonces realizaban Marl y sus colaboradores, uno de esos que caerían en sus redes empresariales sin haber cumplido, como en el caso de Roxanne Shanté, los 15 años. El contrato con Atlantic del joven rapero
Portada de "Kingpin": ojo con CRAIG G.
parecía acarrear la participación de Marl pues el disco, “The kingpin”, estaba producido por entero por nuestro hombre. Atlantic no supo qué hacer con el LP, así que decidió no hacer nada. Un disco dormido y una carrera, una más, puesta a pudrirse al sol por el puro objetivo de consecución de éxito comercial inmediato de, en este caso, Atlantic. Eso pasa con un mercado, el de música negra, que por entonces era incapaz de mantener una escena underground, la del hip hop, salvo contadas excepciones. La falta de medios entre la población negra impedía que pudieran soñar siquiera con un mercado independiente, como el que en breve explotaría entre los músicos blancos tanto en EE.UU. como en el Reino Unido, en el que, de cualquier modo, la mera supervivencia se convirtió en casi la única opción, hasta nuestros días.

“The kingpin” fue, en cualquier caso, la apuesta de la temporada para Marley. Probablemente quería repetir la jugada del “It’s a Big Daddy thing” de Big Daddy Kane, para lo cual amplía el repertorio de trucos. En el caso de “Love thang” une al esquematismo contundente ya conocido elementos de la música dance, que tan bien controlaba, con imaginativas aportaciones rítmicas. La producción de estas canciones son una filigrana, seguro que la cumbre en materia de sonido de Marl hasta el momento. Los Stereo MC’s, que debutaran en 4th & Broadway ese mismo año con “33 44 78”, debían tener a Marl en su altar, aunque nunca se sabe. Los británicos expusieron en ese álbum parecido potaje de hip hop con elementos de la música de baile, que, como vemos, era coetáneo a “The kingpin”. Por su parte, “Rock the house” es otro clásico oculto del house, en este caso en su subestilo hip-house. El trabajo de producción es para quitarse el sombrero, diferentes arpegios de teclados que contrapuntean la rima enérgica de Craig G, recordándonos la inefable inyección de adrenalina producida por el tema más melódico del LP de 1987 de MC Shan, el “Left me – lonely”. Respecto al álbum en http://fifthelementonline.com/blogs/fifth-element/6845272-microphone-mathematics-craig-g-part-one-the-80s, que le dedica un magnífico artículo, el pobre Craig G cuenta que: “el álbum salió deslavazado” y en referencia a los múltiples estilos a los que se acerca Craig G usa la palabra “bodrio (wack)”. Craig atribuye el supuesto desastre a la presión que recibía por parte del sello (como era de esperar) para hacer que el disco sonara de determinada forma, como meter números hip-house. Era el sonido del momento, y Craig G debe lamentar sobre todo que a pesar de sus concesiones el disco se quedara en el limbo.

Pero el disco es arrebatador. No, no hay que confundir fracaso comercial con bodrio, como él se lamenta. Detrás de la original “Slammin’”, con ese sonido zumbante de fondo, y ese groove irresistible, que me recuerda al de los Stetsasonic, viene otro número house, “Turn this house into a home”, otro avasallador número de baile que pasó desapercibido. Craig G rapea de forma relajada, casi en plan conversacional, muy cerca de la despreocupación de los De La Soul.

Entiendo que la afición hip hop no aceptara la vertiente más comercial de los números hip house; para mí son ambrosía. De cualquier modo hay algún desliz, como el forzado aire R&B de “Why do you have to go”, con una producción tan elemental que casi hace sofisticado al Chris Brown de “With you”, en un claro propósito de emular el “I need you” de B.V.S.M.P., editado en 1987, y bochornoso ejemplo de rap-pop ultracomercial. Tampoco tiene mucha gracia ni sentido “The blues”, una pedorreta a costa del blues, como cagarse en el padre. Dos piedras en el camino frente a una docena de maravillas.

-Junto al número uno compartido en la lista de dance con Chaka Khan hubo otro número uno igualmente colegiado en la producción, en este caso en la lista de álbumes de R&B y hip hop, con el “Big tyme” de HEAVY D. & THE BOYZ. En realidad este éxito concierne más a Marley Marl, pues produjo tres de las canciones, entre las cuales estaba “Gyrlz, they love me”, que salió como single y alcanzó el puesto 12 en la lista de R&B. Heavy D. era DWIGHT ERRINGTON MYERS, nacido en 1967 en Jamaica. Sus padres se mudaron a Nueva York a principios de los 70. Formó un grupo en el que él rapeaba y sus tres compañeros bailaban y cantaban. Con semejante formato pronto cayó en la órbita del sello Uptown Records, fundado en1985 por un rapero con visión empresarial, Andre Harrell. Éste consiguió convertir su proyecto en la rama hip hop del sello MCA. Hip hop entendido como género rompedor y de potencial comercial indudable. ¿Qué me dices de un rapero con bailarines? Pues sí: Heavy D. & The Boyz fueron el primer fichaje plenamente hip hop de un sello que fue sin duda instrumental para la renovación del soul y su transformación ya en los 90 en algo totalmente nuevo, insuflado de savia hip hop. 

HEAVY D. & THE BOYZ (fuente: http://www.sheknows.com)
“Living large”, el primer LP del grupo, fue número 10 en la lista de música negra; este “Big tyme” llegó al número uno. Con su plantilla de productores en plena inspiración, como el pope del new jack swing TEDDY RILEY, o el mismo DJ EDDIE F, miembro del grupo, así como AL B. SURE, una de las primeras figuras del crossover R&B- hip hop, y, como no, nuestro Marley Marl y el entonces debutante PETE ROCK, supone con su combinación de temas de carnosa filiación soul y funky, alguno auténtico hito de elegancia dentro del hip hop por sus ritmos relajados y sensuales, caso de “You ain’t heard nuttin yet”, obra de DJ Eddie, y las aportaciones ultramodernas de Al B. Sure y Teddy Riley, una auténtica piedra Rosetta del hip hop, en el sentido de que a partir del cruce de estilos y sonidos que exhibe entendemos la evolución tanto del hip hop puro y duro y el urban ya en los 90. Y todo con una dignidad indudable, aunque, eso sí, con altibajos.  

En “Mood for love”, con Heavy D haciendo toasting y cantando y la producción del también oriundo de Jamaica Pete Rock, vemos una incursión en el raggamuffin’ más melódico, que debió dejar lelos a los aficionados del hip hop, me imagino que muy poco receptivos a escuchar otra cosa que no fuera el estilo de sus amores, aquí con la oportunidad de asomarse a través de la ventana ofrecida por Heavy D. hacia la música jamaicana. Nada que ver con el sonido más abrasivo y vibrante del momento  en la isla, pero era una buena escuela de otras formas posibles de cantar o rapear… “Ez duz it, do it ez”, producida por Marley Marl es una transición del electro al new jack swing, con apuntes hasta de spaghetti-disco o de house, muestra de la enciclopédica sabiduría de Marl, y uno de los mejores momentos del álbum. De nuevo “Gyrlz, they love me” eleva el nivel, con Marl en la producción. Inventa un sonido percusivo que imita a un latigazo, culminación de un breakbeat que mece el tema de principio a fin con su cadencia hipnótica.

“More bounce”, producida de nuevo por DJ Eddie F y Heavy D, si bien algo machacona, muestra a un Heavy D desatado, como un rapero que es capaz de adaptarse a registros varios, y defenderse siempre con gran elegancia y humor. “Big tyme”, producida por DJ Eddie y Pete Rock, vuelve a mostrar sus deudas con el funk y el soul clásicos, de los que logran de nuevo replicar el groove y la elegancia, que estropean ocasionalmente con algún golpe de efecto innecesario. En “Flexin’” DJ Eddie F replica sin ningún cargo de conciencia el sonido de Public Enemy, con los mismos trucos y hasta los mismos samples y breakbeats del tema “Don’t believe the hype”, de 1988.

Marley Marl repite jugada new jack swing – hip house en “Here we go again, y’all”, confirmando la conversión del disco a estas alturas en una especie de infierno donde reina el déjà vu. “Let it flow”, otra vez en manos de Heavy D., Eddie F y Pete Rock, se abandona a un breakbeat tipo de Public Enemy, pero que enriquecen con toques soul, con inmejorables resultados y contagiosa frescura, haciéndonos olvidar la reiteración de ideas en la que cae este disco por momentos.

No es ni una obra maestra ni excesivamente comercial pero, como digo más arriba, parecía anticipar mucho de lo que sonaría en el futuro en la música negra, en concreto en lo que se llamaría urban.

-Como hemos visto a lo largo de esta reseña Marley Marl estaba con un pie y tres cuartos del otro en el hip hop, pero también hacía sus pinitos en el house y el electro. La relación del house con el hip hop era una constante a finales de los 80. Lo curioso es que los pioneros en esa mezcla eran europeos, o, al menos, los primeros en sacar rendimiento económico de la misma estaban en la otra orilla del Atlántico. Ahí estaban Technotronic con su “Pump up the jam” editado en 1989. Quizá las imposiciones de la discográfica de las que hablaba Craig C se correspondían al gran éxito global del momento del tema de los belgas.

RICHARD ROGERS (fuente: http://www.discogs.com)
Yéndonos un años atrás, en plena ebullición del “Verano del Amor” en Inglaterra, tenemos a D Mob con su “We call it acieeed”.  Años de efervescencia creativa y euforia juvenil en el Reino Unido, que formaban parte del sustrato que dio lugar a la explosión de la música indie ya en los 90, con su gran oleada de nuevos creadores dentro de la música electrónica. Años, finales de los 80 en la Europa continental, que coincidían con la era dorada de la música de baile más rallada, con sus laboratorios de ritmos machacones, terribles e incomprensibles para el oyente medio del pop, sitos en Holanda y Bélgica, y su delegación en Valencia.

Lo que en Europa era una explosión hedonista generalizada , en EE.UU. se fue viendo relegado a las discotecas más tenebrosas, a los antros donde los homosexuales se sentían liberados, y también a los antros asociados al tráfico de drogas. El house, a pesar de lo que pudiera parecerle a las discográficas estadounidenses en 1989, pronto se vería vinculado a una forma de entender el ocio decadente y aborrecible.

 Mientras tanto eso se convertía en una verdad inapelable Marley Marl seguía trabajando el género en diversos encargos. Por ejemplo, en 1989, remezcla y co-produce “(I’ll be your) dream lover”, tema del cantante RICHARD ROGERS.

Rogers fue un fichaje del sello de Long Island especializado en música disco y house SAM RECORDS. Con ellos editó todo un elepé, “Can’t stop”. El tema con intervención de Marl salió como single. En este caso Marl, que no perdía de vista lo que se cocinaba en las listas de éxitos, coge los ritmos gordos de los británicos Soul II Soul y los adapta un poco con calzador a melodías de soul adulto. No es de lo mejor de nuestro hombre. En cuanto a Rogers no tuvo ninguna repercusión y no se volvió a saber de él.