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dilluns, 20 d’octubre del 2014

Nueva ola andaluza: Veneno, Martirio, Cathy Claret, Grupo Q...

Portada de "Estoy mala", LP de 1986 de Martirio

Bueno sí, me he sacado de la manga lo de Nueva Ola andaluza, pero conforme miro las trayectorias de Martirio y Kiko Veneno veo que durante los 80 la música que hicieron juntos, y las colaboraciones de ambos con otros músicos produjeron sonidos muy de la época, con el propósito de actualizar unas trayectorias que se remontaban a los 70 (ambos pasaban de la treintena a mediados de los 80), en un contexto político y cultural muy distinto a esos 80 de esplendor en la hierba de la libertad y el hedonismo. Lo gracioso es que esa libertad ya la profesaban los Veneno en los 70, y era una libertad tirando a desmadrada. No tenían nada que ver con el rollo progresivo - hippie en lo musical ni progre - reivindicativo en lo ideológico, con la consabida exaltación de las raíces culturales  falseadas por la historiografía franquista que caracterizara el Nuevo rock andaluz, la Nova cançó, y todas las escenas Nuevo-algo de revitalización de músicas folklóricas que florecieron en suelo patrio. Lo suyo tenía su base en la locura iconoclasta de Frank Zappa, el mismo elemento que guió los desbarres y la poética libérrima de los músicos catalanes Pau Riba y Sisa.

Kiko se hizo amigo de unos gitanos sevillanos muy poco comunes, los hermanos Amador, con los que creó sin freno porque seguramente no había expectativas comerciales, simplemente por la exaltación provocada por la libertad. El disco "Veneno", de 1977, me recuerda a las primeras películas de Almodóvar, es decir, tiene ese corajudo espíritu de ruptura del manchego, pero un espíritu de ruptura no destructor: provocador, sí, pero que servía, por medio de esa provocación, para dejar paso a un mundo nuevo, un mundo sin homofobia (en el caso del cineasta) ni barreras entre gitanos y payos (en el caso de Veneno), que equivale a decir: España, sacúdete tus putos prejuicios, tu olor rancio y observa qué se cuece entre los más marginados de los más marginados. Se puede decir, a estas alturas, que gracias, entre otros, a Almodóvar España es una de los países menos homófobos del mundo, según alguna encuesta reciente (no quiero imaginar cómo será en otros países)... si bien no se puede decir lo mismo de los sentimientos en el país respecto de los gitanos. Kiko perdió esa batalla (de la que, como Almodóvar, no creo que fuera consciente) porque, como veremos su visibilidad durante años fue mínima -cosa que no ocurrió con el manchengo-, y solo pudo ser reconocido, ya en 1992, en una encarnación más roquera y latina.

Kiko Veneno trató de ganarse la vida con lo que sabía hacer: música, en una década donde la iconoclastia y la personalidad no estaban bien vistas. Había que seguir unas pautas estéticas, culturales, marcadas y diseñadas desde el epicentro de la música de entonces: Madrid y sus subcentros vigués y barcelonés. El humor tenía que ser cafre y tontorrón (Siniestro Total, Los Nikis, No Me Pises Que Llevo Chanclas); el sonido, cuidado, pulido hasta decir basta, en una carrera hacia la perfección sonora que debió dejar extenuados a los más ambiciosos (Mecano, Radio Futura, Alaska y Dinarama), la poética, entre existencial y críptica (de nuevo Radio Futura, El Último de la Fila), la transgresión, distanciada, más pose que otra cosa (de nuevo Alaska con, primero, los Pegamoides y luego Dinarama; Aviador DRO)... Esas eran las reglas y todo lo que cayera fuera, todo intento de encontrar un camino propio era anatemizado, pues se corría el riesgo de caer en ¿qué? ¿Entropía por no quedar bien claro lo que se define por buena y mala música, por actitud moderna o casposa? Así las cosas los grupos andaluces que quisieron ser modernos, hacer tecno-pop, funk a la inglesa, electro o crear variantes regionales, introduciendo una perturbadora conexión con el espantoso pasado reciente de folclóricas y rumba pop de cerco de sudor en el sobaco, se toparon con la indiferencia general o con un tratamiento entre paternalista y despectivo. Cuando el humor es simple homenaje a la alegría de vivir o juega con los peligrosos tópicos de la España de los faralaes, cuando el sonido es una mera victoria pírrica frente a las barreras de la técnica en una región sin infraestructuras de grabación ni de distribución musical medianamente desarrolladas está claro que todo se iba a quedar en anécdota.

Otra cosa es enfrentarse hoy en día a esos éxitos que pudieron ser y no fueron, y constatar que derrochan encanto por los cuatro costados.

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De nombre legal María Isabel Quiñones Gutiérrez, Martirio procede de Huelva, donde nacía en 1954. En 1981 se incorporó al grupo de folk Jarcha, de gran popularidad en la España de la Transición. Allí militó hasta 1984. En ese periodo el grupo sacó un LP por año: "Folclore de Andalucía" (1982), "Recital C.M. San Juan Evangelista (Conciertos de Radio 3)" (1983) y "A la memoria de Federico García Lorca" (1984). No hay manera de encontrarlos. Discografía alimenticia de un grupo de gran éxito coyuntural y profundo olvido desdeñoso posterior, supongo que exagerado tanto el éxito como el fracaso y, en el último caso, definitivamente cruel.

Con 30 años cambio de tercio total con su incorporación a Veneno, aunque su aportación se limitara a hacer unos coros en un maxi del grupo de 1984, "Si tú, si yo". Medio raro para su voz de refinada cantante de copla, de la mano del por entonces poco valorado Kiko Veneno. Llama la atención el sonido funk, electro y con reminiscencias a Prince y Michael Jackson de las dos canciones que completan el maxi. Junto a ese sonido tan moderno, que en España no recuerdo que hiciera nadie en ese momento, destacaba la lírica siempre ocurrente y feliz de Kiko. Definitivamente un hito olvidado del pop español este Kiko de los 80, que se asemeja en relajada genialidad a un coetáneo valenciano, Julio Bustamante, quien, a diferencia de Kiko, por desgracia nunco tuvo el reconocimiento que se merecía.

Raimundo Amador, Kiko Veneno y Rafael Amador, formación original de Veneno. fuente: http://elalmaporbulerias.blogspot.com.es/2013/12/amador-del-flamenco.html
A pesar de su condición de maldito o outsider del negocio musical Kiko, de nombre real José María López Sanfeliu y nacido dos años antes que Martirio, ya tenía en su haber aportaciones esenciales a la música popular española, como miembro de Veneno y como escritor de canciones como "Volando voy", nada menos. En los 80 no triunfar en los 40 Principales o no triunfar en un gueto (por ejemplo, el del rock radical vasco o el del rock urbano, que eran los mayores de la década que recuerde) equivalía a no ser nadie y eso le pasaba a él. No importaba su currículum, si bien dicho currículum, ahora deslumbrante, por entonces resultara insignificante. Nacido en Figueres, hijo de militar y payesa (wikipedia), pasó su niñez en Cádiz. En 1961 su familia se mudó a Sevilla. Allí estudió Filosofía y Letras. Viajó por Europa y EE. UU. y asistió a conciertos de artistas que le influirían decisivamente, como Bob Dylan y Frank Zappa, aunque su principal devoción era por los Beatles. Curiosamente fue en esos mundos de Dios que entonces representaban la civilización frente a la mugre española donde alguien le redescubrió el flamenco. Vivía en San Francisco hacia 1973. Allí, un gitano emigrado, dice él, "le inoculó el veneno del flamenco". Dos años más tarde, su amistad con los hermanos Amador marcarían definitivamente su destino. Con ellos creó, precisamente, Veneno, grupo que sacó en 1977 un debut discográfico homónimo, producido por Ricardo Pachón. Entonces no se comieron una rosca; a día de hoy es considerado uno de los mejores discos españoles de la historia (para Rockdelux el mejor). Ahí es na.

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Todavía en 1985 Martirio, aún Maribel, pone segundas voces en algunas canciones en "Cine de miedo", 12' de Q, grupo jerezano de italodisco y tecno pop liderado por Fernando Carmona. Carmona llevaba desde mediados de los 70 haciendo música, desde su proyecto de rock sinfónico Khorus, hasta Bola - Banda Electrónica, creados en 1979, pionera en el uso de sintetizadores y, de allí a Grupo Q, en los que trataba de recrear uno de los sonidos de moda de la época, el synth-pop. No tuvo suerte en ninguna de sus encarnaciones, ni pudo contar con condiciones de grabación medianamente decentes. Como Kiko, otro entusiasta de la música que nació en el barrio equivocado de la Península.

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En 1986 salió el primer LP de Martirio, "Estoy mala": surrealismo andaluz con peinetas kitsch. En su momento, con lo poco que sonaba en la tele y la radio siempre te quedabas con ganas de más. Intrigante, descacharrante, cañí y posmoderna. Para reírse de nosotros mismos sin amargura. Kiko Veneno y Teo Cardalda se encargaban de la producción.

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En 1987 Kiko coescribió con Cathy Claret, francesa de corazón flamenco, el tema "Toi", que luego apareció en el recopilatorio "1987 - 1991". 13 años más tarde produce el LP de aquel año de Claret, "La chica del viento". También toca la guitarra acústica, hace coros y palmea. Claret mezcla pop susurrante a la francesa con ritmos cálidos y arreglos que dan fe de su eclecticismo y su ojo para arrimarse a talentos ocultos, pero, ante todo, es una gran compositora de canciones. Notablemente parió un tema tan pegadizo y memorable como "Bolleré", popularizado por su amigo Raimundo Amador. A pesar de su personalidad y la evidente accesibilidad de su música, unidas a una imagen de bohemia sexy, no se comió una rosca. De nuevo estaba en el lado equivocado de la Península: Sevilla no era Madrid, ni siquiera Barcelona o Vigo,.

Cathy Claret. fuente: http://cathyclaret.blogspot.com.es/2014_02_01_archive.html

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