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dissabte, 25 d’octubre del 2014

MELANIE: olvidada estrella de la era hippie. Parte I


A esta artista le ha pasado como a Joan Baez en EE.UU. o a Jarcha y la Marisol folk de los 70: sus fans de entonces no escuchan música desde hace décadas o directamente ya se han muerto y los críticos actuales les ignoran olímpicamente. ¿Artistas coyunturales? También lo eran The Mamas & the Papas o Scott McKenzie y todavía los queman en las radios de éxitos añejos. Más bien parece un problema de pereza de los críticos actuales, que se quedan con lo obvio, Dylan o Cohen, en el ámbito anglosajón, Serrat o Aute en el español, y de que quienes valoraron en su momento a esos artistas en el pasado, como digo, dejaron de interesarse por el devenir de la música y cortaron cualquier comunicación posible con las nuevas generaciones. Yo, que soy una empollona de la música pop, no conocí a Melanie hasta hace unas semanas. Unos versos espléndidos de una de sus canciones más conocidas, "Look what they've done to my song, ma", abren el libro de 1985 "El pianista", de Manuel Vázquez Montalbán. 

Veo en wikipedia que fue una seguidora del folk en sentido estricto, que se fogueó en la escena del Greenwich Village neoyorquino y que probablmente se quedó anclada en el pasado, como una reliquia de la era hippie.

Fichada por un breve espacio de tiempo por Columbia sacó dos singles y escribió una canción para una cantante de soul de corta carrera profesional, Aldora Britton. El tema, "Do it with soul" (1967) es una canción panorámica, esplendorosa, que no tenía nada que envidiar a lo que sacaban por entonces The Temptations o Four Tops. Pero no tuvo recorrido comercial.

Podéis ver la lista de reproducción que estoy haciendo de su música:

 https://www.youtube.com/watch?v=BCDlm28X1Yc&list=PL8Eps3cPqtnWif9T6xOuB7XM-DGTiWrmc

Escucho el primer corte de su primer álbum, "Born to be", de 1968, titulado "In the hour", y notas que si bien no es una innovadora en términos de sonido, canta con personalidad y convicción. La rasposidad
Melanie en 1968. Foto de Barrie Wentzell. Fuente: http://rockandrollphotogallery.com/artist/melanie/

y sensualidad de su voz, pelín andrógina, potente y con vibrato, la convierten en una antecesora de Ceris Matthews, la cantante de Catatonia, que se distinguía precisamente por el raro magnetismo de su voz, o, directamente, en una influencia clara en Mari Trini. O sea que empezamos bien. En esta canción, escrita por ella misma, como casi todas las del álbum menos una versión de Dylan, Melanie habla de una ruptura amorosa con especial intensidad y lirismo, un poco en clave Otis Redding, en plan corazón palpitante en la mano pero siempre con los pies en la tierra, siempre con esa conexión física con un medio ambiente, en este caso la ciudad, a ratos brumador y hostil, a ratos refugio frente a la soledad, que caracteriza los universos de primer disco de cantautor, cuando éste aún vive en precario, sin un duro, sin saber qué le deparará mañana... 

"I'm back in town", con un aire muy del pop de chicas de la era (arreglos de vodevil, á la Sandie Shaw), tiene, en cambio una letra de desengaño amoroso y decepción, en la misma línea blues - soul sureño que la primera, en plan: "Qué mal que me tratan los hombres...". 

La tercera, "Bo Bo's party", a medio camino entre el northern soul y Jefferson Airplane, tiene una fuerza mpresionante. Encima, la letra parece contar cómo y con quién trata para conseguir droga, droga, por otro lado, que tiene que consumir porque su chico la ha decepcionado (una vez más). De momento, la mejor.

Ella tenía entonces 21 años. Había nacido en Nueva York y crecido en el barrio Astoria, en el distrito de Queens. Se apellidaba Safka. Su padre era ruso-ucraniano, y su madre de origen italiano. Esta última era cantante de jazz. Melanie mostró muy pronto gran inclinación por la música. De hecho, en 1951, con tan solo cuatro años, participó en un concurso musical en la radio. Presionada por sus padres se matriculó en una carrera universitaria. Fue así que acabó en la American Academy of Dramatic Arts. En seguida compaginó sus estudios con su afición musical, los clubes de folk y demás. El sello Columbia, como cuento más arriba, la fichó primero. A continuación recaló en Buddah Records, donde apareció su primer LP. Buddah había editado el año anterior el primer disco de Captain Beefheart.

La espléndida "Bo Bo's party" llegó al nº 1 en Francia (wikipedia). En su país, EE.UU. la crítica se deshacía en elogios con el primer disco de la artista, pero la popularidad de momento se le resistía. De hecho a lo largo de su carrera su éxito fue mucho mayor en Europa que en EE.UU.

El cuarto corte de su primer LP es una version de "Mr. Tambourine man", de Bob Dylan, un tema de enfebrecida poética que parece ser el pórtico de entrada y justificación de la era hippie en los EE.UU. Decididamente Dylan era un letrista extraordinario, sin duda uno de los mejores de la historia del rock y su trabajo era equiparable en profundidad y capacidad emotiva a la mejor poesía de cualquier periodo. 

"Momma momma" es la réplica de Melanie a Dylan, de tú a tú: mira, tú serás un auténtico escritor, pero yo soy una cantante de los pies a la cabeza, que encima sabe escribir baladas souleras desgarradas y memorables de reproche a una madre que, según ella, no la crió como era debido, sumida como estaba, en su postadolescencia, en la confusión, el dolor y el vacío existencial.

La temática del disco es, de momento, de reproche, de saldar deudas por todo el dolor que sentía y al que ella atribuía siempre un culpable: sus novios, sus padres... Frente al dolor el escapismo ("Bo Bo's party") y la búsqueda de su propio camino ("Mr. Tambourine man"). Era una especie de narración de una  trayectoria de liberación personal, que quizá llevaba implícita el espíritu de ruptura respecto al pasado, respecto a la cultura patriarcal (o matriarcal, recordemos que su madre era de origen italiano y yo, como española, conozco muy bien el papel de una madre en el mantenimiento en el redil de sus vástagos, con independencia de su sexo, estado civil, edad...), que se respiraba en aquella época. Melanie podía tener aspecto de no haber roto un plato en su vida, como vemos en la foto promocional de la época, pero no tenía pelos en la lengua.

 
Melanie. fuente: slideshow de la canción "Bo Bo's party" subida por hawkmoon031111951



El álbum de debul de Melanie se convierte abiertamente en un canto hacia la liberación personal, en particular en términos femeninos, en la asombrosamente descarada "I loved Harold", en la que la narradora enumera, desde sus 21 años, los chicos con los que se ha acostado, cuatro, a los que ha amado sin miedo y sin culpa a pesar de la amenaza del Infierno esperándola. Se remonta a una infancia imbuida por la educación cristiana, marcada por la oración y por una idea de la bondad obtenida mediante chantaje, el chantaje de la perdición eterna.

Se rebaja el tono confesional pero no enfadado o, como mínimo, ácido, en "Animal crackers". En ella da testimonio de una de las primeras generaciones de estadounidenses que cayeron en el sobrepeso debido al consumo de dietas hipercalóricas en su más tierna infancia. El país entraba en la opulencia, en la que se instalaría ininterrumpidamente desde los 50 hasta la actualidad. A Melanie, nacida en la Posguerra, le tocó de lleno. Su madre le decía que si se comía todas las galletas con forma de animales los niños europeos no pasarían hambre, o eso dice en la canción. En la canción se suceden referencias concretas, nombres propios, desde esta primera a esa Europa hambrienta posterior a la Segunda Guerra Mundial. A continuación habla de Freud, en un juego de palabras repleto de ironía o maldad. Critica la ignorancia de su madre por chantajearle emocionalmente para comer galletas (Melanie dice que come todas las galletas que puede, que por ella que no quede, pues es lo que conviene al bien de la Humanidad), con esa especie de moralismo de recambio o refuerzo al de la religión, el de hacerte sentir culpable por no comer todo lo que hay en el plato. Dice que de mayor trató de ponerse a dieta como consecuencia inmediata de lo anterior, experiencia nada agradable, que no repetirá, por lo que será una chica gordita toda su vida. Siguen las referencias: un restaurante donde hacen una pizza con galleta con forma de animales exquisita y, por último, el origen de la canción, escrita durante una visita al campo, a Columbus, Missouri, ciudad, según ella, que es en sí misma el campo. Tantas gracias juntas darían para un monólogo de stand-up comedian. En suma, es una canción genial.

Cambio de tercio radical en "Christopher Robin (is saying his prayers)", inocente canción infantil escrita por el inglés Alan Alexander Milne, autor qeu vivió entre 1886 y 1956. ¿Ya había tenido suficiente y se había acabado eso de sacar de quicio a sus mayores? ¿O era un homenaje a su propia infancia, a alguna cosa tierna asociada a su infancia? 

Luego viene "Close to it all", mecida por dos simples notas de guitarra, en un minimalismo que no desentonaría en cualquier disco de americana de las dos últimas décadas, con una letra espléndida, ambigua, literaria e irónica, que se puede interpretar como que lo mejor de la vida, a lo que debemos aspirar es a formar parte del flujo, de lo que nos rodea, con recaditos a los modernos (habla del Village) y a la industria publicitaria ("los hacedores de sueños de color de rosa de Madison Avenue"). 

Por último, la temblorosa "Merry Christmas" es un villancico que se cree lo que canta: "¿porqué no tener Navidades todo el año, porqué no querernos todos siempre?". El espírituo de "Qualsevol nit pot sortir el sol" de Sisa asoma por los recovecos de nuestra emoción.

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