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diumenge, 19 d’octubre del 2014

Michael Franti: rabia y lucha alrededor del hip hop

Michael Franti nació en 1967 en Oakland, California.

Con 21 años militaba en The Beatnigs, un grupo de música industrial, que metía en el mismo traje las técnicas del hip hop -samples y rapeado- con ritmos inclementes y maquinales, ruidos, zumbidos y voces manipuladas, junto con voces, conversaciones y sonidos puestos en collage, sacados de contexto para dotarlos de nuevos significados, para buscar la paradoja y hurgar en el dolor del mundo, para darle cara a la frustración por una realidad enfrerma.

Estoy haciendo una lista de reproducción del músico en youtube:

https://www.youtube.com/watch?v=H6YpT8RQ7Jo&list=PL8Eps3cPqtnUeUslctZ2g7qbU6_zcCemO.

The Beatnigs (fuente: http://gabber.fm/artist/The%20Beatnigs)


Radicados en San Francisco suposo la primera colaboración de Franti y Rono Tse.

Actuaban con herramientas tales como una sierra eléctrica que pulsaba una barra de metal.

El grupo lo completaban el teclista Andre Flores y los percusionistas Kevin Carnes y Henry Flood. Andre también cantaba, declamaba y rapeaba, metía samples y hacía percusiones. Todos juntos compusieron las canciones y produjeron el disco.

En 1987 el tema "Television", después en su primer LP, se convirtió en clásico en las radios universitarias estadounidenses de la Costa Oeste (http://www.lastfm.es/music/The+Beatnigs). A pesar de eso nunca llegó a traspasar su fama el área de San Francisco.

El grupo editó su único LP, "The Beatnigs", en el sello de música independiente Alternative Tentacles, sello de Jello Biafra, miembro de los Dead Kennedys. Tiempos en los en que lo de música alternativa era real, en que enfrentarse a esa música era un reto intelectual y emotivo por el que el oyente se sentía intimidado, interpelado, sacudido, y, en fin, electrizado, en lo que, en fin, era una auténtica experiencia cultural.

¿Qué hay ahora equivalente a escuchar los discos de las alturas de 1988 de Sonic Youth, The Beatnigs o Public Enemy? La agresión, la intimidación parece venir siempre del mismo sitio, de la brutal sexualización de la mujer en la música comercial, con esos vídeos pornográficos de Nicki Minaj, Beyoncé, Miley Cyrus, Robin Thicke, Lady Gaga... Ahora es como si la gran industria de la música hubiera asimilado esa técnica del escándalo y la paradoja. Ésta fue explotada durante años por el rock alternativo. Desde, al menos, los tiempos del punk. Así los artistas nos hacían afrontar esa música disonante, gritona, agresiva en sí misma, por medio de imágenes e iconografía equívocamente violentos o repletos de sexualidad. Esta reiteración abusiva era usada entonces para sacudir nuestro adocenamiento, pero también para canalizar nuestra rabia y escándalo frente a los abusos del poder y de las costumbres retrógradas.

Hoy en día, la provocación proporcionada por las multinacionales a través de los culos y los tangas de sus superdivas (o los culos, los tangas y las tetas de modelos anónimas, no sé qué es peor) sirven, como mínimo, para enfrentarnos a nuestros miedos y nuestro nuevo conservadurismo, o quizá, para poner en evidencia cuán lejos estamos aún de ser libres e iguales, y cuánto tiempo hemos estado perdiendo en ese propósito desde la progresiva pérdida de ideología en el ámbito alternativo y en una de las música más comunicativas de los últimos 35 años, el hip hop. Es decir, el uso de la libertad de expresión como arma arrojadiza contra nuestras voluntades dormidas, inmaduras, indefensas o traumatizadas, en una suerte de lavado de cerebros consentido por los poderes públicas. O de cómo se convierte esa libertada de expresión en un parte del problema en vez de aportar alguna solución a nuestros males.

Precisamente de estas cuestiones hablan en el segundo corte de su primer álbum los Beatnigs, titulado "Television". Ahora, borra televisión y pon "Internet", la nueva forma de comunicación global, mucho más agresiva que la tele pues los agentes ideológicos imperiales (o sea, esa libertad de expresión que todo lo ampara), con su carga de machismo, racismo, neoliberalismo, homofobia y demás ismos castrantes, te interpelan a ti directamente, y tienes su basura ideológica en la bandeja de entrada de tu gestor de correo, a los pies de los vídeos que ves o de las noticias que te sacuden la moral una y otra vez.

"C.I.A." suena, con su multiplicidad de instrumentos casuales (campanas, timbres, la famosa sierra, etc) tocados por Tse, el ritmo entre maquinal y funk, y las melodías a lo George Clinton, como a unos Einstürzende Neubauten mezclados con Cameo.

Las ideas son tantas y tan estimulantes que supongo que muchos grupos de música inquieta y combativa los escuchó hasta la saciedad. Noto su influjo en, por ejemplo, Meat Beat Manifesto, Consolidated, DJ Spooky, Beck, Plastilina Mosh... que si no los han oído al menos han bebdio de las mismas fuentes. En "Street fulla nigs" incluyen un nuveo elemento, un ritmo EBM. Por esa conexión se escuchó este grupo en España, en el mismo lote en el que entraron Front 242, Alien Sex Fiend, Cabaret Voltaire, Anne Clark... en especial por la zona de Valencia. Es decir, entre los grupos de culto que fueron los precedentes de la muy denostada por inculta escena bakalaera (o makinera).

El grupo llegó a girar por Europa con alguien con tan pocas analogías estilísticas como Billy Bragg, como si las complicidades ideológicas de ambos proyectos justificaran dicha unión contranatura.

Lo sorprendente de un proyecto como este, tan original, repleto de ideas, que suena igual de rompedor y tocapelotas como cuando se publicó, es que no tuvo apenas repercusión y no generó un seguimiento ni suscitó escenas nuevas. Durante unos años Death Grips, procedentes de California igualmente, revivieron temporalmente esa mecha de rebelión, aunque con mensajes bastante más crípticos. La música huye de las proclamas hoy en día como de la peste. Como si quejarte de la crueldad del mundo equivaliera a querer vivir en Corea del Norte.

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