Con Harold Lloyd y Mildred Davis
Un clásico del cine de comedia mudo por el tercer miembro del trío de oro de esa época así mismo dorada, es decir, el formado por Charles Chaplin, Buster Keaton y el menos popular Harold Lloyd. A este actor se le conoce sobre todo por unas excelentes condiciones físicas, que le permitían convertir en el momento culminante de sus numerosas películas el arriesgado ascenso por las enladrilladas paredes de algún edificio, protagonista realmente esencial en sus gags más conocidos.
Aparte de hacer el ganso aparentando una falsa torpeza a la hora de efectuar sus escaladas creó un personaje del todo reconocible, de chico engominado y estiradillo, un auténtico petimetre, que ocultaun corazón lleno de inocencia y bondad. Un chico que como en el caso del filme que nos ocupa trata de trepar (y nunca mejor dicho) por las escarpadas laderas del sueño americano, trabajando mucho y aguantando con resignación y, en ocasiones, con picardía, la tiranía del encargado de turno. Eso sí, en sus filmes no subyace el espíritu crítico y las pretensiones artísticas del cine del genial Charlie Chaplin, pero rezuman un encanto y un optimismo innegables, y como vehículos de humor funcionan ahora casi con la misma eficacia que entonces.
Primer plano de la peli. Harold Lloyd, "El chico", no puede
ocultar su pesar aferrado a lo que parecen los
barrotes de una cárcel. Empieza el primer gag
visual de una película que es, en sí, una acumulación de gags
(Escrita en 1997)
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