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dimecres, 3 de gener del 2024

 Alberto Ullastres, un economista en la corte del Generalísimo Francisco Franco y su inesperado vínculo con Javier Milei

Alberto Ullastres (fuente: https://www.
biografiasyvidas.
com/biografia/u/ullastres.htm)

Siempre he leído el periódico El País. Una profesora en el instituto nos mandó como tarea comprar semanalmente algún periódico y elegir alguna noticia para comentarla. Decidí que sería El País porque me sonaba que era el mejor de los que se publicaban en España. Era 1985.

Así hasta hoy: sigo leyéndolo, y es una buena ventana a un sinfín de intereses. Me lo compro, aún en papel, y hasta que no acabo de leerme el ejemplar en cuestión por entero no me compro otro. Puedo estar meses con un mismo ejemplar. Suena raro pero es lo que tenemos las personas con TOC. En realidad muchas de las noticias no pierden la vigencia, pues suelen ser análisis muy buenos sobre, pues eso, una multitud de temas inconexos. Al final obtienes una visión global de la realidad, de una realidad de un punto concreto. Siempre me ha llamado la atención lo injusto de que un producto cultural tan bueno como es un buen periódico sea algo tan de usar y tirar, tan de hojear y picotear entre noticias y poco más. Así que decidí mandar a tomar por saco ese enfoque y convertir ejemplares al azar en objeto de sesuda, amorosa lectura.

Cuando descubrí, hace unos años, que el ABC tenía escaneados y disponibles para su lectura, gratis, todos sus números desde su creación hace más de 100 años no salía de mi asombro. Era, de pronto, como acceder a una biblioteca asombrosa que recogía una porción grande de la realidad de un momento, que ríete de la jodía "Gran Novela Americana". Daba igual que fuera un periódico de derechas. Y da igual que El País sea el No-Do del actual régimen posTransición que tanto me frustra (y creo que a muchas otras personas), porque inevitablemente el periódico, aparte de las noticias, anáilisis y opiniones sesgadas, teledirigidas por vete tú a saber qué intereses, tiene que completarse de alguna manera. Esa es la gracia: ese 95% de noticias que no están dictadas por el Club Bildenberg.

Total, que dado que había descubierto que un ejemplar de un buen periódico era mejor que cualquier novela realista de esas que retratan fotográficamente una realidad, una sociedad, en un momento dado (a no ser que la escriba Tolstói o Stendhal, por supuesto) se me ocurrió la siguiente cosa: buscar el primer ejemplar de El País, confrontarlo con el ejemplar del mismo día del ABC, y tirar del hilo de los eventos y personajes del momento para llegar a entender ese momento concreto de la historia, nada menos que el cuatro de mayo de 1976, y, de paso, asistir al minuto cero, al big bang desde el que apareció la España que conocemos. Saber qué había: una Dictadura que había aniquilado la élite intelectual y la clase media llena de curiosidad y ansias varias que había ido conduciendo al país por un lento pero inexorable progreso desde los tiempos de la Restauración hasta la Segunda República, pero que, desde luego, no mató al pueblo, que siguió a lo suyo, tratando de sobrevivir y llenándolo todo de luz a su paso, ya sabéis, niños, fiestas, celebraciones, pequeños logros (pagar por fin la hipoteca, por ejemplo), música de barrio, filosofía de barrio, macetas y coladas ocupando el espacio público, carajillos... No hay que olvidar eso: el pueblo siguió ahí y de ese pueblo surgió la nueva España, pues, como digo, la anterior élite, los Fernandos de los Ríos, Concepciones Arenales, Gumersidos Azcárates, Lorcas, Migueles Hernández, Ortegas y Gasset, Galdoses, todos, fueron aniquilados. No somos herederos de la fascinante España de la Restauración y de la Segunda República por que la Dictadura ya se encargó de borrar todo vestigio de aquello, pero lo verdaderamente importante, el pueblo, ese que se adapta y sobrevive, seguía ahí. Si pudiera decírselo a los palestinos lo haría: aunque maten mil veces a vuestras élites os reinventareís y seguiréis adelante porque tendrían que mataros absolutamente a todos para que no quede una noción de Palestina. Que se lo digan a China, o a Rusia. Que nos lo digan a los españoles, que aquí seguimos, mira tú por donde, Franco, siendo, y tirando hacia el futuro.

Un objetivo ambicioso ¿no? Tan ambicioso y tan teñido de mi mentalidad incapaz de discriminar lo importante de lo accesorio que, obviamente, no está llegando demasiado lejos. Pero tengo algunas cosas. Una es esta especie de pequeño ensayo raro dedicado a los economistas españoles, que los hubo y más relevantes de lo que podría pensarse. Hay mucho texto ajeno, citado textualmente, y señalado en párrafos aparte, entrecomillados y en negrita.

Todo empezó con la primera noticia del primer ejemplar del diario El País, cuyo encabezamiento reza así: 

"El Reconocimiento de los Partidos Políticos, condición esencial para la integración en Europa".

El autor era el periodista Ramón Vilaró y se hacía lenguas de la presión procedente de las instituciones europeas para la democratización del país, si es que España quería incorporarse a la entonces tan seductora, inalcanzable CEE. Total, que llego a la siguiente frase:

"Alberto Ullastres, representante oficial de España ante las Comunidades europeas -y decano, por antigüedad, desde 1965, de los embajadores de países acreditados ante la CEE- presentó a los comunitarios las ideas generales que España pretende concretar en el futuro protocolo de adaptación del acuerdo de 1970."

Como no soy historiadora ni tengo mayor conocimiento sobre la historia de España de los tiempos en que estaba la pobre ahí secuestrada por el Generalísimo (ni parece que se enseñe mucho al resepcto en la educación reglada) pues todo esto me parecía un galimatías. Iba haciendo mis pequeños descubrimientos, siempre consultando en fuentes de Internet, que no tengo tiempo para más, oye. E iba construyéndome una compisición de lugar.  

Así pues sabía que el tal Alberto Ullastres en 1976 era el encargado de la negociación que se llevaba a cabo para actualizar el Acuerdo Preferencial [aprobado en 1970 o por ahí pero que aún no estaba en vigor, por el que se rebajaban los aranceles en multitud de productos en el comercio recíproco España - CEE], que llevaba desde 1965 como embajador de España ante la CEE y, sobre todo, que el Plan de Estabilización de 1959 [el pistoletazo de salida a la modernización de nuestro país, consistió en la toma de control de la política económica de los llamados "tecnócratas", personajes del Opus Dei exquisitamente formados en Teoría Económica] fue, de hecho, obra suya. Y llegué a una paradoja: es Ullastres quien tiene que explicarnos el porqué de incentivar la industria nacional para después exponerla sin apenas protección al exterior [en el momento en que escribí esto no sabía que el Plan de Estabilización pretendía eliminar barreras al comercio exterior y que lo que es el desarrollismo fue otra parte de ese proyecto de desarrollo para el país de los tecnócratas, en este caso con marcado tinte Keynesiano]. A ver qué me encuentro. 

Alberto Ullastres nació en 1914 en Madrid. En sus tiempos de estudiante (de Derecho y Profesorado Mercantil) fue directivo de Acción Nacional, partido, según Wikipedia, católico, es decir, ¿qué? ¿partido que propugnaba el retorno a la España asfixiante preIlustración? Mal empezamos. Efectivamente, la cosa no para de empeorar. Fue alférez provisional durante la Guerra Civil - teniente de complemento según https://dbe.rah.es/biografias/4331/alberto-ullastres-calvo-, en el Arma de ingenieros. Como tal intervino en diversos frentes (Asturias, Aragón, Levante y en la 83 División del cuerpo del ejército de Galicia). 

"Se hizo merecedor de la Medalla de la Campaña, Cruz roja al Mérito Militar; Cruz Guerrera; Medalla de Asedio de Oviedo; y citaciones en la orden del día durante la batalla de Nules" (dbe.rah.es), 

por lo que aparentemente no sólo diseñaba trincheras o torretas para instalar nidos de ametralladoras (eso hacen los ingenieros del arma de ingenieros ¿no?) sino que también le gustaba tirar a matar. 

Una vez en la vida civil de pronto se convirtió en un apacible sabio: se doctoró en Derecho y publicó su tesis en 1944, dedicada a las ideas económicas de Juan de Mariana, pensador español de la denominada Escuela de Salamanca. Ésta era un cenáculo del pensamiento en la época imperial, acunado por el humanismo y floreciente en la era de la Contrarreforma. Esta escuela, que no conocía hasta ahora (y eso que soy Economista, la madre que parió a nuestro sistema educativo), tenía como uno de sus muchos intereses la economía. Mariana, de hecho, tenía una Teoría sobre la Mutación Monetaria. Mariana había nacido en 1536 en Talavera de la Reina. Era jesuita, esa orden que iba por libre, saltándose las restricciones de pensamiento que impuso la contrarreforma. Estas, como otras cosas de la historia de España, precisamente aquellas que nos dejan bien, en las que se muestra que había pensamiento avanzado e interés por el conocimiento, son las que normalmente se ocultan en la educación reglada y, en general, en los resúmenes y glosarios históricos. ¿Porqué el siglo XVIII y XIX se consideran los del esplendor del pensamiento y la ciencia en Francia, Alemania e Inglaterra en especial y no se habla nunca de la crueldad de la Revolución Industrial, de la explotación salvaje que supuso el colonialismo o el surgimiento de ideas terroríficas, como la consagración del racismo desde dentro de la ciencia misma y, en cambio, los siglos XVI a XVIII españoles no son casi nunca los del humanismo, Jorge Juan, Francisco Javier Balmis sino los del catolicismo extremo, del atraso, del oscurantismo? No es sólo la terrible propaganda de nuestros rivales seculares, que acabaron con el poderío español ya en el siglo XIX, y a la que se habían dedicado en los siglos anteriores, sino que esa idea de España al final se convirtió en la misma idea que España, ya en el siglo XIX, tenía de sí misma. 

Como el perro apaleado que se humilla ante quien lo maltrata, vaya cuadro. 

Volviendo a Ullastres, ya se veía, en esta tesis, su interés en la economía, la economía, el arma o instrumento, otra vez, para conseguir los objetivos de la acción política, esta vez pacífica. En 1948 se convierte en catedrático de Economía Política y Hacienda Pública de la Facultad de Derecho de la Universidad de Murcia (¿qué se le habría perdido por estos andurriales levantinos?). En un movimientos más lógico "pasó luego a la de Historia Económica Mundial y de España de la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de la madrileña Universidad Complutense." En la desastrada biografía en dbe.rah.es -pa matarlos- se dice, sin mucho claridad que en realidad él ayudó a redactar los estatutos de la futura Facultad de Ciencias Económicas de la Complutense, y que después se licenció allí, y después fue profesor, en ese raro orden. Ingresa luego en el Instituto de Economía Sancho de Moncada del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Y entra en el consejo de redacción de la Revista de Economía Política del Institituto de Estudios Políticos. Bien está, en España no ha habido mucho interés por la Economía como ciencia -si no contamos la Escuela de Salamanca, de mucho tiempo atrás, de otra era en nuestro país-, con alguna excepción como el desconocido pero apasionante Germán Bernácer, otro de esos sabios de la Restauración, esa época en la que nuestros historiadores dicen que no pasó nada relevante ni positivo en España. 

A todo esto Ullastres era opusdeísta, como López Bravo [el artícife -o uno de ellos, al menos- de los Polos de Desarollo]. Entre 1957 y 1965 fue ministro de Comercio, el culmen de una carrera con las líneas muy claras. No entró ahí para figurar: junto con Mariano Navarro Rubio redactó el Plan de Estabilización de 1959, que supuso básicamente la apertura de la economía española al exterior, al menos según el artículo de Wikipedia dedicado a su figura. En ese sentido, en el del empeño en internacionalizar la economía española, el logro que obtuvo mucho más tarde con el Acuerdo Preferencial tendría todo el sentido. 

Sigo sin cuadrar lo del Acuerdo Preferencial con lo de los polos de desarrollo. Pues en la biografía en dbe.rah.es lo aclaran más o menos. A ver: el Plan de Estabilización versaba de cuadrar cuentas y sanear déficits (parte que le tocó desempeñar al coautor de dicho plan y Ministro de Hacienda, Mariano Navarro), para, posteriormente, liberalizarlo y abrirlo al exterior, parte que le tocó a él como Ministro de Comercio. Según dbe.rah.es el Plan de Estabilización 

"supuso acabar con el desmañado sistema de tipos de cambios múltiples, con la asignación ineficiente de recursos al sector exterior por medio de licencias de importación, con la corrupción inevitable inherente a tal mecanismo, y con la penuria de divisas que obstruía el mantenimiento de una senda de desarrollo sostenible". 

Así, se estableció un sistema arancelario más o menos transparnte, cosa que facilitó que España pudiera incorporarse en los 60 al GATT y a la OCDE, al contar con una economía homologable en términos capitalistas con las del resto de países que integraban esas entidades supranacionales. En 1962 se llama por primera vez a la puerta de la CEE... sin respuesta. En 1965 Ullastres parece que se da por amortizado. Su visión librecambista parecía chocar, imagino, con la movida bien opaca de la política industrial española de siempre, que suponía un sector industrial privado íntimamente ligado al mamoneo con el poder y un floreciente sector público industrial gracias a las políticas keynesianas que junto con el Plan de Estabilización y, como comentaba, de forma contradictoria con el mismo, también se estaban ejecutando en ese momento. Así, Franco lo nombra embajador ante la CEE y le encarga la misión imposible de ingresar a nuestra horrible dictadura en un club de países democráticos. Al menos consiguió el Acuerdo Preferencial, ese coladero por el que probablemente colocaron las empresas españolas sus manufacturas a mansalva en Europa, entre ellas la del calzado. Lo explica así el artículo de marras: 

"Para calificarlo con las palabras del ministro de la Planificación durante el decenio de los años sesenta, Laureano López Rodó, el acuerdo, supuso, “la culminación de unas negociaciones complejísimas” culminadas “gracias a su prestigio [el de Ullastres], a su tacto y a su paciencia”. 

Consideraba López Rodó que resultaba de gran trascendencia la firma, 

“un paso —decía— que dejará huella en la Historia”. 

El biografista de la Real Academia de la Historia dice lo siguiente: 

"Resulta, ciertamente, difícil exagerar la importancia del acuerdo, por cuanto atañe al posterior ingreso de España en la Unión Europea (aunque cuando, el 12 de junio de 1985, se firmó de Tratado de Adhesión por el que España se integraba en la Unión Europea, Alberto Ullastres no fue invitado al acto). Como es bien sabido, mediante el mismo consiguió España que sus productos industriales entrasen con mucha mayor libertad en el área económica de la Unión Europea, quien hasta entonces mantenía notables restricciones a la importación de bienes procedentes de España. Nuestro país pudo así mantener, algún tiempo, un sensible nivel de protección, que facilitaría, tiempo adelante, su integración en el Mercado Común Europeo (MCE) sin mayor trauma para la empresa española. Consecuencia, en gran parte, del acuerdo fue el avance exponencial de las exportaciones industriales españolas. Apenas había trascurrido una década, cuando España figuraba ya en el puesto décimo entre las potencias industriales del mundo." 

un montón de afirmaciones que no sé yo...

Con la llegada de la democracia Ullastres se recicló en "Defensor del Cliente" en el Banco de Bilbao, luego BBVA. Siguió, compaginado este cargo honorario, como quien dice, con sus estudios sobre economistas españoles pretéritos. Mariana, pero también Martín de Azpilicueta, quien nació en 1492 en Navarra, y  que escribió un Comentario resolutorio de cambios al que Ullastres, con colaboradores, dedicó una edición crítica. Tenemos aquí, pues, a una de las figuras económicas más importantes del siglo XX español, estudioso de antiguos economistas, productor él mismo de un plan de acción, como cabeza de lanza de los tecnócratas que modernizaron de esa manera desordenada y caótica la economía española. 

Modernización que tuvo y tiene aún sus sombras, claro, pues de ese caos generado seguimos pagando las consecuencias: así, igual que se puso en marcha dicha modernización por una decisión política luego no se ha redirigido o corregido en sus efectos negativos. Y si no se corrige o redirige, se deja al mercado actuar a su placer: ya sabemos cómo actúa el mercado, procurando la acumulación de riqueza en unas pocas manos. Pero en España no fue esto lo que ocurrió exactamente, sino que se fueron sumando, como en cascada, numerosos eventos, circunstancias, cuyos efectos se fueron espoleando entre sí o contrarrestándose, sin, aparentemente, mayor control de las autoridades económicas, que para eso debieran haber estado. Así, la aparición de las comunidades autónomas ha tirado por el suelo cualquier posibilidad de una acción económica de estado, y la maldita ley d'Hondt ha hecho que las comunidades autónomas con fuerte implantación nacionalista hayan desnivelado brutalmente la balanza a su favor en términos económicos, de inversiones y de bienestar. Así, entre los desequilibrios que ya había en 1959 más los que generó el caprichoso maná de los polos de desarrollo, más los efectos imprevistos, y lo que es peor, de los previstos, de los distintos acuerdos comerciales y arancelarios con la CEE y con la Organización Mundial del Comercio, más los precios que tuvieron que pagar PSOE y PP cuando necesitaron el voto nacionalista, más el dumping fiscal que acometieron y acometen las comunidades autónomas ricas [con Madrid a la cabeza], más las imposiciones de la UE, es decir, básicamente de Francia y Alemania, en materia industrial, -en donde entrarían los aranceles casi a tipo cero con China desde finales de los 90, acuerdo que, parece, sólo benefició a los productores industriales tradicionales europeos, en especial Alemania, al usarlo como proveedor oficial de productos intermedios necesarios para sus fábricas, ahora a precios irrisorios, que ya sabemos que acabaron con las industrias textil, juguetera, alfombrera, persianera y, en parte, zapatera, todas ellas de la provincia de Alicante, en los 70 de las más prósperas de España; ahora, a la cola en todos los indicadores- que básicamente han reducido a España a manufacturera oficial de coches de marcas de esos dos países -con las excepciones de País Vasco y Cataluña, claro-, más el destrozo que en los últimos 20 años han causado los gigantes tecnológicos en tantos ámbitos, en especial Amazon y su incidencia en el pequeño comercio, como concesión a EE.UU., hace, pues eso, esta España con enormes desequilibrios territoriales, con zonas, las de predominio nacionalista o en las que cayó el maná de las enormes fábricas de coches, en donde se vive de miedo, y en otras en donde una parte importante de la población lucha día a día por salir adelante, sin muchas garantías de que lo bueno que tienen ahora vaya a seguir igual en el futuro una parte de ellos -los que pueden aspirar a trabajos medio regulares por tener estudios, experiencia, contactos..- o, directamente, condenados a la precariedad y a llegar a la jubilación sin saber lo que son unas vacaciones fuera de España o lo que es comer en algún sitio que no sea un McDonald's, sin, desde luego, poder soñar con dar a sus hijos una formación que les ayudaría a ascender socialmente. 

Quizá nos hubiera hecho más falta más economistas apasianados, como Ullastres, y, sobre todo, un ministerio de Economía menos tecnocrático y más comprometido con la idea de que es la economía la forma de redistribuir, crear ilusiones y consolidar una idea de futuro. Como decía Salvador de Madariaga en su primer artículo para "España", en un lejano día de 1916 -de nuevo, benditos periódicos escaneados y puestos a nuestra disposición por, en este caso, la web de la Biblioteca Nacional de España-, el gobierno económico, que él quería para el Cuerpo de Ingenieros Industriales del Estado, debería llevarse a cabo con independencia de influjos bastardos, de acuerdo con unas directrices, unos objetivos a cumplir, sin miedo al gasto (que, según Madariaga, había y ahora aún más, dinero de sobra, en manos de las grandes fortunas, para acometer dichas grandes iniciativas, que, bien ejecutadas, devolverían de sobra, con intereses, a esas grandes fortunas, el dinero que aportarían). 

Esa debería ser la labor de la ciencia económica: llevar a cabo el sueño de un país mejor para todos. Pero no lo es: la gente asocia la Economía con los tejemanejes de las lejanas élites, con los hombres de negro de Bruselas, con los impuestos que asfixian a la clase trabajadora, con las triquiñuelas de los bancos, grandes ogros de la penúltima gran crisis, la financiera, iniciada en 2008.

Voy a investigar la labor divulgativa de Ullastres. Empecemos por el principio, por su tesis, editada en 1944, cuando tenía 30 años. "Las ideas económicas de Juan de Mariana" se titulaba. Está disponible, bajo precio, en books.google.es. No, pinchas y te lleva al buscador de libros de viejo iberlibro.com... que no lo tiene.

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Existe en la biografía del dbe.rah.es una aparentemente exhaustiva bibliografía de la obra de nuestro hombre, en la que se aclara que sus estudios sobre Martín de Azpilicueta son mucho

Martín de Azpilicueta (Autor: Yale Law Library from New Haven, CT, USA)


más antiguos de lo que figura en Wikipedia. Así, nada menos que en 1941 aparece en Anales de Economía (AE) su artículo "Martín de Azpilcueta y su comentario resolutorio de cambios: Las ideas económicas de un moralista español del siglo xvi”. Es difícil concebir que Ullastres sólo dos años antes anduviera pegando tiros en la guerra. ¿Será encontrable dicha revista? En el número de julio-diciembre de 1941 está. Páginas 375 a 407. En diversas bibliotecas universitarias, como en una de Valencia, se menciona esta revista, así como en Dialnet.larioja, en la que nos detallan todos los números de la revista, y los títulos de los artículos aparecidos en ella, pero nada más... 

Probaré a buscar al personaje en sí, a Martín de Azpilicueta. En un Libro Conmemorativo de la Unificación de Economistas y de Titulados Mercantiles. La profesión económica, escrito por José-María Casado Raigón, y editado en 2021 aproximadamente está este fragmento, a vueltas con el desprecio hacia los logros en el pensamiento y la ciencia ocurridos en nuestro país: 

"Le comento al Profesor Velarde que la acreditada Revista francesa Le Point, de amplia difusión en Europa, dedica un monográfico a grandes pensadores y textos fundamentales de Economía (marzo-abril, 2016), destacando entre los padres fundadores de la Ciencia Económica a la Escuela de Salamanca y, más concretamente, a uno de sus máximos representantes, Martín de Azpilicueta. Se afirma en ese número que “mucho tiempo desconocida, la Escuela de Salamanca plantea las bases de la teoría cuantitativa del dinero”. Y le pregunto: ¿Qué ha sido de estas y otras tradiciones de Ciencia Económica en España? Inmediatamente, Velarde afirma que, simplificando, la teoría cuantitativa nace en las minas de plata del Perú. Más concretamente en las minas de Cerro Rico (Potosi), en Bolivia. La abundancia de plata era tal que la comida, los caballos, etc., erán más caros que en los alrededores. Allí (en Potosí) era necesaria más plata por menos caballos y surge la teoría cuantitativa del dinero, de manos de la Escuela de Salamanca." 

No saco nada más de ese libraco así que sigo buscando en Internet. Por fin encuentro lo que parece una mina: un artículo titulado EL LEGADO DE LA ESCUELA DE ECONOMÍA DE SALAMANCA: UNA EVALUACIÓN ACTUAL, escrito por el economista Pedro Schwartz, fechado en 2021 y colgado en internet en https://www.procesosdemercado.com/index.php/inicio/article/download/746/901. En él afirma el autor que fueron los economista Schumpeter y Hayek los que mencionaron a los estudiosos de la Escuela de Salamanca como precursores de sus teorías, nada menos:

"la Escuela de Salamanca ha servido de inspiración para quienes hoy en día se inscriben dentro de la Escuela Austriaca de Economía"

Dice Schwartz que la Escuela de Salamanca se nutría de un 

"notable grupo de clérigos y seglares que, con sus aciertos y errores, aplicaron los métodos de la filosofía y teología escolásticas a los problemas morales planteados por las economías mercantil y financiera del Renacimiento. Sus controversias en materia de formación de los precios, de dinero e inflación, de tipos de cambio e interés, deberían atraer a los economistas actuales, cuyos debates sobre la moral económica pecan a veces de superficiales. Además, podrían servirles para afinar sus instrumentos analíticos, pues un excesivo formalismo a veces les hace olvidar cómo funciona el libre mercado."

Todo eso y saber que Keynes se "inspiró" en los hallazgos de Bernácer para, de nuevo, caer en la melancolía porque no sólo no somos protagonistas de la Historia sino unos cutres secundarios agraviados y expoliados al estilo de los mexicanos psicópatas en "Breaking bad". Aclara Schwartz desde el principio que la Escuela de Salamanca y, más en concreto su colegio dominico de San Esteban es un mero reduccionismo, pues no se puede olvidar 

"lo contribuido por teólogos franciscanos de las Universidades de París, Alcalá, Sevilla, Valladolid, o Coímbra, o por los doctores de los Colegios de otras órdenes religiosas, como los centros jesuíticos de Évora y Roma —y también por laicos.  Además, muchos de estos teólogos o canonistas eran peripatéticos y pasaban de una universidad a otra sin necesariamente haber estudiado o enseñado en Salamanca. En todas esas instituciones se estudiaban los dos derechos, el canónico y el civil, alzados sobre la base común del derecho romano; y se aplicaba la teología moral a los problemas sociales. Por ello deberíamos avisar que no fue sólo en Salamanca donde florecieron pensadores capaces de ahondar con originalidad e independencia en el conocimiento de las leyes de la economía. Básicamente esta Escuela, con sus matices, la conformaron unos clérigos de las Universidades castellanas y portuguesas de remotos siglos que tras haber leído antiguos tratados de filosofía y teología, viajado por Europa y las Indias observado la vida real de mercaderes y políticos, sentaron las bases de la moderna teoría de los precios y del dinero. Son cuatro los principales puntos de doctrina económica a los que esos escolásticos tardíos dedicaron exhaustiva atención: 

-PRECIO JUSTO, 

-USURA, 

-LIBRE COMERCIO y 

-MONEDA."

 "Crearon escuela Francisco de Vitoria, ágrafo maestro, y Domingo de Soto, su aventajado discípulo, del convento dominico de San Esteban de Salamanca. La Ordo Predicatorum dominicana, a la que perteneciera en el siglo XII el propio Tomás de Aquino. En materia económica, esos profesores de Salamanca tomaron la decisión crucial de basarse en la Summa Theologica de Santo Tomás para sus comentarios de teología moral. Adoptaron así una filosofía «realista» o fundamentalista del derecho natural, frente a una visión más «nominalista» y permisiva del capitalismo mercantil y financiero adoptada por los franciscanos seguidores de Duns Escoto y Guillermo de Occam, centrados en París y Alcalá de Henares (...) Cuestionado el nominalismo, sospechoso de herejía por ser sus cultivadores predominantemente judíos conversos y crecido casi sin límite el poder que otorgaran a la Inquisición unos reyes imbuidos de su misión defensora de la fe católica era casi inevitable que venciera la doctrina tomista estricta." 

Aparece en este párrafo una orden de Felipe II por la que se prohibía a los españoles los estudios universitarios fuera del ámbito contrarreformista extremo, que, a la postre, acabó hundiendo en la irrelevancia nuestro pensamiento y posibilidades de progreso [prohibición que estuvo vigente nada menos que hasta principios del siglo XIX]: 

"Es reveladora del contra-reformismo la pragmática promulgada por Felipe II de 1569 a petición de las Cortes de Toledo, que prohibía los estudios de los españoles en el extranjero, excepto en Portugal, Roma y Nápoles; tan estricto fue el cierre que Azpilicueta, el más grande de los economistas de la escolástica tardía, hubo de defenderse de quienes le acusaban de falta de patriotismo por haber estudiado y enseñado en Francia",

 de modo que en el caso del mismo Azpilicueta no debía ser tan, tan estricta. La consecuencia de esta opción filosófica fue 

"en materia económica, la prevalencia del enfoque rigorista de la Escuela de Salamanca, hasta llegar a convertirse en la ideología central de la Iglesia y la sociedad españolas de la Contrarreforma: una visión del mercado, de la empresa, del comercio y las finanzas, fundamentalmente anti-capitalista". 

El anticapitalismo aún coleaba tan recientemente en nuestro país como en el hidalgo que no regatea el precio de sus bienes mal vendidos en "Tristana", película de Buñuel de los 60, ambientada en la España de los años 1920. 

En el Lázaro de "El destino de Lázaro", clásico desconocido del olvidado Manuel Andújar y en otros personajes de clase media de sus libros, ambientados en la España de los 1920 y 30, que aguantan en sus puestos de trabajo, en minúsculos negocios en los que pesa más la palabra dada y la honestidad que la consecución de beneficios. Y aún más recientemente y en nuestro ámbito cultural amplio, o sea, en Hispanoamérica, en el pensamiento del escritor colombiano Álvaro Mutis, entrevistado en los 90 por Héctor Abad Faciolince, en el que muestra su desprecio al pensamiento utilitarista anglosajón. 

Ya se encargaría el Opus Dei de cambiarle la cara a esta mentalidad, pero, incluso en ese caso, nuestro capitalismo es un engendro tan trabado por las regulaciones y la burocracia, tan lastrado por el sentido básicamente patrimonialista y clasista de la empresa que sigue siendo una especie de falso capitalismo y es más bien una prolongación del rentismo de toda la vida (grandes empresas-monopolios favorecidos y amamantados por los poderes públicos) en unos casos, un quiero y no puedo de emprendedores de clase obrera tundidos por regulaciones intencionalmente estranguladoras en otros y, en fin, en negocios familiares en donde el trabajo de unos cuantos trabajadores mal pagados y precarizados mantienen a una serie de herederos inútiles y aprovechados (equivalentes contemporáneos de los viejos hidalgos, que viven de las rentas y de las apariencias) en trance de convertirse en padres de futuros ciudadanos precarizados ellos mismos. 

ANTECEDENTES DE LA ESCUELA DE SALAMANCA:

1- Las religiones monoteístas

cuestión económica que abordan: EL INTERÉS y LA USURA

En este caso el enfoque moral venía de serie: los clérigos de la Escuela de Salamanca tenían que estar muy familiarizados con la fuerte hostilidad que la Biblia mostraba hacia a la usura pues la Biblia era, en sí, esa asignatura troncal, inevitable, en todos los estudios superiores durante largos siglos.

Schwartz quiere reescribir la historia del mundo e iluminar cómo somos los españoles con auténtica curiosidad y osadía. Así, se remonta en su narración nada menos que al nacimiento del judaísmo (yo incluso me iría aún más lejos, al zoroastrismo, aparentemente la fuente de las grandes religiones monoteístas): 

"Toda esa ideología económica partía de conceptos comunes a las tres religiones monoteístas que señoreaban el Mediterráneo." "La sabia historiadora Marjorie Grice-Hutchinson fue quien nos recordó que las tres religiones veían con malos ojos el cobro de un interés en los préstamos, especialmente de dinero. La Biblia del pueblo judío condenaba la usura entre hermanos de religión." 

Lo que se entiende por "hermano de religión" es lo que determinó que finalmente fueran los judíos los que se convirtieran en los prestamistas por antonomasia en la cristiandad durante siglos, pues para ellos el concepto de "hermanos de religión", obviamente, dejaba fuera a los cristianos. 

"Citó la doctora, en su elegante monografía El pensamiento económico en España (1177-1740), el revelador texto del Deuteronomio (XXIII: 19-20): «No prestarás con usura a tu hermano; usura de dinero, usura de vituallas, usura de cualquier cosa que se preste a usura. A un extraño puedes prestar con usura; pero a tu hermano no prestarás con usura»." La repetición es obsesiva, pero quedaba una vía de escape para que los financieros judíos prestasen a los gentiles.

Más estricta era la condena del sura del Alcorán, que hasta hoy se mantiene: «¡Oh, creyentes!, no devoréis con usura, doblando y redoblando. Más bien temed a Dios para prosperar» (3.ª Sura).

Los cristianos siguieron durante algunos siglos el camino de la prohibición, si bien, como notó la Dra. Grice-Hutchinson, el Nuevo Testamento no contenía sino un único pasaje sobre el tema, en San Lucas VI:35: «amad a vuestros enemigos, y haced el bien, y prestad sin esperanza de recobrar nada». 

2 - el Derecho Romano: el Codex de Justiniano 

cuestión económica que abordan: la COMPRAVENTA, los PRÉSTAMOS, los CONTRATOS MERCANTILES, el PRECIO JUSTO

Tenemos, así, el soporte moral. A continuación llegó el soporte "legal": 

"El segundo elemento de esta progresión en el análisis de los fenómenos económicos fue la recepción del Derecho Romano por los canonistas. De entre éstos, fue San Raimundo de Peñafort uno de los primeros en 

-sistematizar los contratos según lo hacía el Codex de Justiniano: las transacciones se clasificaban en 

a) «compraventas», 

b) «cambios», y 

c) «préstamos»; y éstos a su vez en 

c) 1) commodata (o entregas de una cosa determinada, como una caballería o una casa, sin transferir la propiedad, gratuitamente o en alquiler); y 

c) 2) mutua (o transferencias temporales de la propiedad de un bien fungible, como el dinero, o aceite, o trigo, del que se había de retornar la misma cantidad en el plazo estipulado)."

Durante siglos el esplendor del Imperio Romano persiguió y ocupó las mentes de las personas formadas en el orbe occidental.  No sólo los reinos cristianos europeos que ocuparon el viejo suelo imperial colocaron en un pedestal de veneración el conocimiento, la ética y la estética de la Antigüedad clásica. Así, el mundo musulmán admiró sin tapujos el legado romano y griego, y sus sabios lo estudiaron y construyeron sobre el mismo sus propios sistemas de pensamiento, su literatura o su ciencia. De ahí que para los cristianos lo que dijera Aristóteles o Justiniano era casi tan  importante o incuestionable como la Palabra revelada en la Biblia. 

Este conocimiento llegó a los sabios de la Escuela de Salamanca de segunda mano. Fue en el siglo XII cuando existe como un núcleo de pensamiento avanzado dentro de la Iglesia. Nació la ESCOLÁSTICA, movimiento intelectual que pretendía inscribir el Cristianismo como sucesor natural del pensamiento lógico y moral Grecorromano. Santo Tomás fue la fuerza motriz de este fenómeno. Pasaba por ahí también un catalán, Raimon de Penyafort, con un inesperado protagonismo tanto dentro del Derecho Canónico como en la Economía.

Según Wikipedia, fue, de hecho, una importantisima figura del Derecho canónico: 

"Raimon de Penyafort (Santa Margarida i els Monjos, 1180 - Barcelona, 1275) va ser un religiós dominic català, un dels grans especialistes en dret canònic de l'Edat Mitjana. L'impuls de l'escolàstica dels segles xi i xii motiva l'estudi científic de la teologia i Penyafort esdevé un doctor en teologia escolàstica gràcies, principalment, a les seves Summas." 

En Wikipedia en francés lo explican mejor: 

"es más conocido por haber reunido, a petición de Gregorio IX , las múltiples leyes y decretos de la Iglesia sistematizándolos." 

Completa Wikipedia en portugués: 

"Su organización se convirtió en norma durante casi 700 años, en concreto hasta la codificación definitiva del Derecho Canónico en 1917." 

Ignoran las entradas en las lenguas españolas que estudió, de hecho, filosofía, y que su adscripción al pensamiento escolástico motivó algunos de sus pasos más sorprendentes. Así, según Wikipedia en portugués 

"durante esta época se dedicó a convertir judíos y musulmanes al cristianismo , y para cumplir con este objetivo introdujo la enseñanza de las lenguas árabe y hebrea en las escuelas dominicas. Para ello pidió a Santo Tomás de Aquino que escribiera un manual apologético, conocido como Summa contra os gentiles (1259 - 1261), cuyo objetivo principal era aportar argumentos racionales y filosóficos para convertir a judíos y árabes. 

Ejerciendo su influencia sobre Jaime I de Aragón, lo persuadió para que convocara un debate público sobre judaísmo y cristianismo, entre Moshe ben Nahman (también llamado El Rab de España o Bonastruc de Porta), un rabino de Gerona, y Pablo Christiani, un judío converso de Montpellier que perteneció a la Orden de los dominicos. En este debate, que tuvo lugar en el palacio real de Barcelona (20-24 de julio de 1263), en presencia del rey y del alto clero, Raimundo desempeñó un papel importante. Encabezó a los teólogos presentes y, con el acuerdo del rey, dio al rabino libertad de expresión, pero observando que no debía blasfemar contra el cristianismo." 

-el PRECIO JUSTO:

Siguiendo con el texto de Schwartz, 

"la discusión del precio justo se enmarcó desde entonces en el concepto de compraventa de equivalentes; y la discusión de la usura en el marco del mutuo. Los romanos, que solían respetar la soberanía de las partes, admitían a veces la nulidad de una compraventa por laesio enormis. De ahí a definir las circunstancias del mercado libre al que estos árbitros habían de referirse no había más que un paso. 

-el INTERÉS:

También permitía el Derecho romano el cobro de un interesse módico no compuesto, en el préstamo mutuo, que entonces se convertía en foenus." 

Penyafort no sólo compiló doctrina antigua sino que trató de actualizarla y hacerla práctica en su tiempo medieval, me imagino que de rápido enriquecimiento, al menos para algunos, pues era una época de guerra de conquista: a Jaume I se le conoció como "el Conquistador". Así, sigue Schwartz: 

"Influido por esta doctrina, buscó San Raimundo ocasiones en las que no fuera usurario cobrar interesse. Conocedor de las costumbres comerciales del puerto de Barcelona, Raimundo aprobó el cobro de interés 

-por cuidar de la prenda, 

-por el retraso en la devolución y 

-por la pérdida de ocasiones de negocio de haber invertido la suma prestada." 

3 - Los filósofos griegos: ARISTÓLES y PLATÓN

conceptos económicos que les interesan:

-el DINERO

-el INTERÉS

-el PRECIO JUSTO

-la COMPRAVENTA

-la USURA

que llegan a la Escuela de Salamanca por dos caminos:

-los pensadores ISLÁMICOS, como el andalusí (o sea, de Al-Ándalus, por lo que precede éste a Raimon de Penyafort como primer comentarista de la cuestión económica en la Península Ibérica) AVERROES

-el propio TOMÁS DE AQUINO (¿a partir de traducciónes de las obras de Averroes y otros sabios islámicos?)

El pensamiento económico escolástico se nutrió no sólo del Derecho Romano y de la Biblia: una de sus fuentes prinicipales fue, evidentemente, Aristóteles, que no en vano estaba en el centro de la arquitectura lógica y racional que define la Escolástica. Schwartz recuerda que fueron los pensadores islámicos los que devolvieron la vigencia en Occidente del pensamiento heleno: 

"Para el avance de los conocimientos sobre el funcionamiento de las sociedades humanas, fueron muy importantes los comentarios del sabio cadí cordobés Averroes (c. 1085-1138) a la "República" de Platón y a la "Ética a Nicómaco" de Aristóteles, pues en esos dos libros se encuentra lo esencial de la doctrina económica de los clásicos griegos." 

(Cultura de ida y vuelta:) 

"Los comentarios de Averroes y las versiones árabes de esas y otras obras de Platón y Aristóteles fueron traducidos en Sicilia y en Toledo en el s. XII." Por ejemplo, "Platón insistía en que los contratos voluntarios se realizaban porque había mutua ventaja para las partes". 

Las reflexiones de Aristóteles sobre el dinero y su función apenas han variado con el paso de los milenios, lo que da una idea de la finura de sus reflexiones acerca de su uso: 

"Aristóteles sostuvo que una transacción justa era la que suponía un intercambio equivalente, y que la valoración dependía de la demanda de los bienes por los individuos y de la rareza de aquellos: y distinguía entre transacciones naturales o «económicas», es decir las que pertenecían a la vida natural del hogar, y las artificiales o «crematísticas», con las que sólo se buscaba la acumulación de dinero. Cierto que el dinero cumplía tres funciones para Aristóteles: la de servir para transacciones que evitasen la incomodidad del trueque; la de ser medida del valor; y la permitir una acumulación de valor para el futuro, aunque quedase sometido a cambios a lo largo del tiempo. El dinero era un mero signo decidido por convención de los habitantes de la polis y por tanto en sí estéril e incapaz de producir fruto para pagar usura." 

¿No admitía Aristóteles lógica o moralmente la usura o es que no existía la usura en Grecia? No queda claro, Pedro Schwartz. Se deduce del texto que no, sí que existía, pero que para Aristóteles no era lícito aplicarla. 

"Santo Tomás de Aquino, tras haber leído atentamente a Aristóteles, colocó en el marco de la moral de los contratos la discusión de la licitud de cargar este o aquel precio y explicó el precio natural como el que tomaba en cuenta tanto el coste de producción como la necesidad del bien comprado. También aceptó sin reservas la doctrina aristotélica de que el dinero era estéril, por lo tanto, no era lícito cobrar interés por su préstamo. Únicamente podía pensarse en una compensación por daños causados al prestamista, sobre todo si había retraso en la devolución del principal". 

"Existen, pues, dos principios básicos en la visión de la actividad económica moralmente aceptable. Uno es de que cualquier transacción es justa si ambas partes reciben equivalente contraprestación.  La otra es que dado que el préstamo de dinero entra dentro de la categoría de los mutuos, o sea, contratos en que se transfiere la propiedad de un bien fungible, no es equilibrado cobrar un interés por utilizar aquello de lo que se es propietario, y que el tiempo es un don de Dios, y no se puede cobrar un precio por su mero transcurrir." 

REDESCUBRIMIENTO DE LA ESCUELA DE SALAMANCA

Schwartz viaja al pasado, a los antecedentes más remotos para luego dar un salto a quienes, muchos años más tarde, muchas décadas y hasta siglos de depresión posimperial española, y de caída a niveles gélidos de la autoestima nacional, se dieron cuenta de las aportaciones y originalidades (o de puesta a punto, o a disposición del conocimiento moderno de antiguas sabidurías, para su uso siglos más tarde por los economistas del Norte de Europa) de nuestros pensadores renacentistas. Y aparece por fin nuestro Ullastres que, curiosamente, fue ninguneado como reivindicador original:  

"En 1943, José Larraz, en su libro La época del mercantilismo en Castilla, 1500-1700, había tomado de los historiadores del Derecho la idea de que había habido una Escuela de Salamanca también en materias económicas. Larraz, aunque olvidó citar a Alberto Ullastres que le precedió en el descubrimiento, tuvo el acierto de destacar que Azpilicueta, el doctor navarro, se adelantó en una decena de años a Jean Bodin en la formulación precisa de la teoría cuantitativa del valor del dinero y los precios, cuando era general atribuir ese descubrimiento al francés. La publicación del primer libro de Marjorie Grice-Hutchinson: The School of Salamanca, Readings in Spanish Monetary Theory, 1544-1605 (Grice-Hutchinson, 1952) popularizó esta denominación de «Escuela de economía de Salamanca» aplicada a los doctores escolásticos castellanos de los siglos XVI y XVII."

Schwartz no va al grano nunca, en línea con los habituales artículos científicos y tesis doctorales generados en el mundo académico-universitario español, y antes de decir lo que tienen que decir citan innumerables fuentes, lo cual no ayuda lo que se dice mucho en mantener la atención del lector (que no sea el típico académico o director de la tesis que lo único que espera, parece ser, es que el doctorando demuestre que ha leído mogollón de material, y no precisamente que esas lecturas hayan dado pie a nuevas iluminaciones y que éstas, que para eso pagamos a toda esta caterva, sean transmitidas de forma comprensible y aprovechable por el resto de las personas). Así, limpiando entre la mucha hojarasca, vemos que la historiadora Grice-Hutchinson, y entiendo que Larraz y nuestro Ullastres antes que ella, llegaron a la conclusión de que esta escuela económica española, que en realidad no se limita únicamente al ámbito humanista de la Universidad de Salamanca sino que comprende una serie continua de intelectuales que trabajaron y escribieron durante siglos (desde Raimon de Penyafort, entiendo), aportó algo al pensamiento económico (que, a estas farragosas alturas del artículo aún no se nos ha revelado) original, fuera de sus referentes escolásticos-bíblicos-romano-helénicos. Mete, por añadidura, nuevos padrinos al pensamiento de Azpilicueta y compañía: 

"Reuniéronse alrededor de su cuna sabios padrinos, de los cuales los más influyentes y próximos fueron los italianos el Cardenal Cayetano y el canonista Prierio y el jurista alemán Conrado de Summenhart, que nuestros «salmantinos» citaban constantemente." 

Admite, eso sí, Schwartz, respecto a Schumpeter: 

"A Schumpeter debemos el que se considere el pensamiento escolástico como una de las dos raíces de la economía política (la otra, los arbitristas o mercantilistas), lo que atrajo definitivamente la atención de los economistas modernos hacia esos autores antes despreciados como frailes moralizantes." 

Pero a Friedrich von Hayek, profesor de la citada Grice-Hutchinson, ya le pareció que estos pensadores escolásticos castellanos estaban poniendo las bases del libre mercado, del liberalismo de Adam Smith y de la ún más extrema Escuela Austríaca, tristemente de moda por la terrorífica victoria de Milei en Argentina (estoy en noviembre de 2023).

El cómo estos frailes cristianos, exponentes de un país durante tantos siglos (y aún ahora) tan antiliberal en lo económico, pudieran poner las bases de un pensamiento económico anarco-ultra, es lo que espero que se me explique bien en este denso, retórico y desordenado artículo. Interpreta Schwartz 

"Tras un examen detallado de los textos originales, es mi opinión que los escolásticos medievales y renacentistas quizá obstaculizaran tanto como ayudaron la recta comprensión de los principios de la economía del mercado." 

Así, entendieron el mecanismo por el que se forma el precio en el mercado, y lo llamaron "precio justo". Ahora interpreto yo: un vendedor de vendas en la actual Gaza (es diciembre de 2023 e Israel sigue aniquilando a los palestinos, así están las cosas) puede pedir por ellas lo que valía hace dos meses un collar de perlas: ¿eso es moralmente aceptable? ¿O aprovecharse de la carestía de mascarillas para dar un pelotazo a costa de esa carestía? Pues según los escolásticos y los apóstoles del libre mercado parece que no, pues no se cumplen todas las condicones. Así, el precio justo 

"nacía de la común estimación de las gentes cuando acudían muchos compradores (en nuestros ejemplos son muy pocos los vendedores, que acaparan y especulan con el precio) y vendedores y no se interfería fuerza, coacción ni engaño".

O sea, puritico Adam Smith... Asombroso.

Pero no nos precipitemos, pues junto a ese principio o, mejor, esa comprensión de cómo se forman los precios en el mercado, su moral cristiana, su amor al prójimo les impedía aceptar otros fenómenos que se dan "en el mercado": el beneficio empresarial, el interés exigido por el mero transcurso del tiempo o la especulación, fenómenos, según Schwartz, que benefician a productores y consumidores. El capitalismo financiero, el enriquecimiento que genera la acaparción y posesión de capital, financiero o no ¿es compatible con los axiomas básicos de la libre competencia de los que partían las demostraciones de Adam Smith? Lo dudo mucho. No sólo son contrarios a la moral básica, esencial sino que, como vemos todos los días, son contraproducentes y generan riqueza para una parte de la población a cambio de la explotación de personas, animales y recursos naturales. Los escolásticos entendieron que la propiedad privada y el libre mercado eran instituciones de Derecho natural y, por tanto, necesarias para el buen funcionamiento de la sociedad. Pero igual que dicen eso demonizan la usura (que usa aquí, creo, Schwartz en su artículo como equivalentes al interés compuesto o incluso al simple aplicado por el simple transcurso del tiempo). Los ejemplos que toman los neoescolásticos o humanistas dominicos para estudiar el capitalismo financiero eran los que conocieron en su tiempo: el trasiego originado por la espectacular riqueza generada por la lana de las ovejas merinas. Ya hubo un esplendor anterior en ese sentido, en el de la aparición de mercaderes especializados en ofrecer crédito a expensas de operaciones comerciales futuras, que estuvo relacionado con el comercio generado entre los muchos puertos de la marítima Corona de Aragón, de la que dieron fe los escritos económicos ya mencionados aquí de Raimon de Penyafort. 

Estuve en Soria hace unos años. Lo que más me llamó la atención era la enorme dimensión del palacio o edificio de la Mesta en la ciudad. Una institución basada en el comercio generó arquitectura memorable, que perdura en su intrigante esplendor 500 años más tarde. Yo sólo conocía hasta entonces la bellísima Lonja de la Seda, en Valencia, como ejemplo más lejano en el tiempo de la arquitectura para fines exclusivamente económicos. Nunca se acaba de aprender. 

Cuenta Schwartz: "En Castilla, las mejores ferias tenían lugar siguiendo la transhumancia de los ganados organizada por el Honrado Concejo de la Mesta, desde las merindades de Cantabria hacia las Extremaduras del sur en invierno, y la vuelta al norte en busca de pastos de verano. En la última década del siglo XV, los Reyes Católicos «elevaron a ferias generales» o ferias de cambios algunas pocas de las de sus dominios. En 1525 estaban en pleno funcionamiento las de primavera y otoño de Medina del Campo, villa de realengo, y las de Medina de Rioseco y Villalón, villas de señorío. Estas ferias mesteñas tenían intensa relación financiera con otras ferias de España, Francia, Flandes e Italia."

"(...) en el reino de Castilla se celebran cuatro ferias principales, según los tiempos del año; y que con ellas se corresponden otras tantas ferias en Flandes y en otros sitios." (Luis de Molina, 1597, citando al Iustitia de Domingo de Soto, 1553)."

Es decir, a lo que parece existía un sofisticado entramado financiero en el que los movimientos de mercancías tenían sus tiempos y los de los capitales, los suyos. Vamos, Schwartz, da lo que prometes, esa revelación que llevo semanas esperando (las que me han llevado explorar todo lo que expongo aquí). Lo explica Luis de Molina así: 

"La primera de estas cuatro ferias se celebra en Medina del Campo, en el mes de mayo, y en ella se montan las mesas y se abren los cambios el día 15 de julio, y las liquidaciones duran hasta el día 10 de agosto. A esta feria corresponde otra en Flandes, en la que se montan las mesas y se abren los cambios el día 10 de noviembre y las liquidaciones duran todo el mes."

La exploración continuará, y más revelaciones espero que nos ayuden a querernos más como país fuente de cultura y conocimiento y, sobre todo, como país que reniega del progreso capitalista.

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Vuelvo varias semanas más tarde y expongo, como hasta ahora, las notas que tomo de la lectura de las fuentes que decido tomar. Lo que aparece en negrita son citas literales; la fuente normal son elucubraciones mías.

Continúa Schwartz: 

"Como puede colegirse, la mayor parte de los tratos durante las ferias se hacían a cuenta. Llegado el final de la feria, los débitos y créditos se consolidaban. El saldo se liquidaba en moneda contante en el propio lugar, o se prometía pagar en otra plaza, de donde había venido alguna mercancía o donde el deudor tenía un corresponsal. A veces el pago se aplazaba a la feria siguiente, o incluso se «trascabalgaban ferias» —lo que cada vez parecía más una operación de crédito puro. Hacia mitad del siglo dijo otro de los ‘salmantinos’ por extensión, Fray Tomás de Mercado, que una feria «finalmente es una fragua de cédulas, que casi no se ve blanca, sino todo letras»". 

Efectivamente se está hablando de que estos comerciantes operaban a crédito: ya existía entonces la cuenta 430 "Clientes". También parece hablarse de puras Permutas, pues a veces se compensa un crédito con la adquisición de otra mercancía distinta. Y, por último, evoca esta forma de trabajar a determinadas operaciones bursátiles en las que los operadores ni siquiera ponen su dinero (los "créditos al mercado" -https://www.expansion.com/diccionario-economico/credito-al-mercado.html-). 

Pero no era tan fácil: el crédito no se daba sin más. Se amparaban estos movimientos de mercancías sobre pagos aplazados en la LETRA DE CAMBIO. Dice Schwartz: 

"Las letras de cambio aparecieron en las repúblicas mercantiles de Italia en el siglo XII y en el XVI eran el instrumento favorito de los mercaderes que acudían a las ferias. (...) aún se usaban en el siglo XX". 

Y hasta aparecen en mis apuntes de la oposición a Técnico de Hacienda. ¿Cómo funcionaban? Son un compromiso de pago a un plazo y en un lugar determinado. En el caso de estas ferias la operación predominante, pienso yo, sería aquella en que el pago se compromete en la siguiente feria. Viene a ser que el comprador (y, por tanto, el que se compromete al futuro pago de la deuda) hasta que no consigue colocar la mercancía que ha comprado en la primera feria no puede hacer frente a los pagos. Y esas ventas se entiende que se producen en la segunda feria, probablemente manufacturas realizadas con la lana castellana. El tema es que era frecuente que una letra no se pagara de esta forma, en correlación al ciclo económico de la producción de la manufactura, si no que llegado el primer vencimiento se volviera a girar con vencimiento en la feria original, es decir, un año más tarde, con un sobreprecio adicional, en concepto de compensación por no tener que asumir el coste de transporte de numerario que se evitaba de esta forma. En realidad este sobreprecio, da a entender Schwartz, pues no lo dice claramente, parecía ser intereses, intereses por aplazar pagos un año nada menos. 

El tema es que, de nuevo deduzco, como el cobro de intereses entiendo que estaba prohibido en España de esta forma se salvaba, y parece que de alguna manera se enmascaraba este uso financiero en meras operaciones económicas con el decorado de fondo de las ferias de lana. 

La otra forma de pedir prestado (con sus correspondientes intereses) estaba reservada exclusivamente a los reyes. Tanto Carlos I como Felipe II se empeñaban de forma regular con banqueros genoveses. Las campañas europeas debían pagarse con algo. Una vez empiezas a tener una fuente de ingresos segura y regular ya no puedes prescindir de ella. El importe global de esos préstamos en un momento dado equivalía a los ingresos regulares en un año. Y el interés, camuflado como un "precio por adquirir el dinero", que se convertía, por este tecnicismo en un bien en sí mismo, oscilaba entre el 12 y el 24% nada menos. El caso, según el confuso relato de Schwartz, es que los reyes pedían préstamos también en estas ferias y que, de hecho, fueron la causa de su decadencia. Veamos: si acaparan el crédito los auténticos mercaderes no lo iban a obtener. Al final sólo aquellos verdaderamente ricos, los que no necesitaran comprar a crédito, podrían acudir al mercado, es decir: ¿qué millonario se enfangaría en el comercio? No sé, especulo.

Es fácil pensar porqué un monarca podía hacer algo así: poder afrontar más pagos con la misma riqueza. La consecuencia, en un plazo corto, es precisamente la subida de precios, pues los agentes económicos, los proveedores, los caseros no quieren cobrar menos por los mismos bienes / servicios. Eso produce en cascada subidas de precios (interpreto yo). Lo curioso es que los reyes hispánicos mantuvieron durante todo el siglo XVI una gran disciplina en este sentido. Así 

"Los Reyes Católicos habían definido las monedas de Castilla, su fineza y su peso en las pragmáticas de Medina del Campo de 1475 y 1497." 

Décadas más tarde, agotado prácticamente el oro se prefirió la plata, ésta sí muy abundante por la inyección constante desde América, para acuñar moneda (así cualquiera). 

"El «real de a ocho» o moneda de plata de ocho escudos, también llamado peso fuerte´, comenzó a acuñarse entre 1543 y 1566. En este último año preparaba Felipe II la pragmática que haría oficial esa moneda. Hubo momentos de duda sobre si reducir el peso y ley de las monedas definidas en Medina, pero al fin se decidió mantenerlos invariables". 

Me pregunto si esa definición originaria se refería al contenido en oro o en plata. Como tantas otras veces, Schwartz no deja claras las cosas. La moneda de mala calidad empezó a circular en España ya en siglo XVII, con el Duque de Lerma y el Conde-Duque de Olivares. Espero que se nos explique el motivo (aunque me imagino que será la larguísima guerra en Flandes, el constante acopio de riqueza americana destinada a pagar a mercenarios para mantener la gloria imperial en Europa). El caso es que el real de a ocho se convirtió en un canon en el comercio internacional: 

"El real de a ocho se convirtió, desde entonces y hasta la independencia de los reinos españoles de Indias, en la moneda más apreciada en el comercio del mundo entero: más aún y como es bien sabido el dólar de EEUU empezó a emitirse con las mismas especificaciones que el real de a ocho". 

De cuando el mundo se fijaba en nuestra forma de hacer las cosas, por mucho que les duela a Urtasun y demás adalides extranjeros o españoles de la leyenda negra. Hasta principios del siglo XIX España era considerada el PAÍS a batir, a imitar, a observar. Por entonces, como ahora nos pasa, abrumados, con EE.UU., China y, quizá, con los países del Norte de Europa, eran los demás los que contemplaban desde abajo nuestra grandeza. Se observan esos rastros hasta en "El rojo y el negro", de Stendahl, escrita a principios del siglo XIX, cuando se refiere a los nobles del viejo Franco Condado, recién incorporado a Francia, que presumen de tener sangre española. Ahora parece inconcebible tener un atisbo de esa impresión que provocábamos, destruida nuestra autoestima durante dos siglos. La narrativa tanto francesa como especialmente anglosajona, que pugnaron por el puesto de Imperio del mundo en en siglo XIX nos dejó hundidos. 

Reitero que, en mi interpretación totalmente parcial y paranoica fue Francia, en especial, quien se encargó de arruindar nuestro país, primero con la Guerra de Independencia y después imponiéndonos el absolutismo de Fernando VII durante dos décadas. Desde entonces y hasta ahora mismo seguimos sufriendo una especie de protectorado francés (según interpretación de mi hermano Emilio) que ha condicionado totalmente nuestra historia reciente. Inglaterra y EE.UU. apoyaron la independencia de América; luego prosiguió el despedazamiento EE.UU. apropiándose de Cuba, Puerto Rico y Filipinas.

Francia nos arruinó nuevamente a principios del siglo XX. Nos obligó a luchar en Marruecos, circunstancia que fue una de las causas que desembocaron en un Ejército mercenario acostumbrado a controlar violentamente a la población civil, que tan bien vino para la masacre de la Guerra Civil. 

Inglaterra, atrayéndonos a su lado en la I Guerra Mundial, destruyó la cierta armonía política de la Restauración, nuestra manera de llevar a la práctica la democracia, sin frentismos, con un notable espíritu de colaboración. Inglaterra, como supuesto faro intelectual a principios del siglo XX, y ya en franca decadencia, en pleno despertar a la pesadilla de un imperio sostenido sobre pies de barro, alimentó la ideología de las élites irredentas que crearon las justificaciones para la sangrienta guerra civil y la férrea dictadura de derechas que la prologó durante 40 añazos. 

El sacrificio republicano en la Guerra Civil, prologado por la lucha de guerrilleros españoles al lado de la Resistencia francesa, no supuso ningún premio al final de la II Guerra Mundial: no hubo liberación. Se dejó a España morirse de hambre mientras EE.UU. apoyó a muerte a los países que, por un lado, no movieron un dedo para ayudar al régimen republicano (Francia e Inglaterra), y, por otro, a los países que apoyaron al bando vencedor y que fueron los perdedores de la guerra (Alemania e Italia). 

De forma sorprendente el país se recuperó, así, torpe, dolorosamente, con tres millones de emigrantes, con brutales desequilibrios de desarrollo dentro del país, con nulos derechos laborales, con nulos derechos, en general. Y cuando, ya democracia, tratamos de entrar en el mercado europeo nuestros "queridos amigos" franceses y alemanes nos pusieron tantas trabas, tuvimos que ceder tanto en tantas cosas que aún me parece increíble que estemos como estamos, es decir, en un país en el que, con todos sus peros y nubarrones, se vive razonablemente bien. Nos merecemos lo poco que tenemos y, ante todo, recordemos eso, que una vez nos envidiaron y que no hay nada que envidiar a nadie (como no sea lo envidiable, lo que está mejor hecho). 

Y me quedo tan a gusto, oye, tanto papanatismo y falta de autoestima, iros a tomar por el culo.

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Ahora  nos explica Schwartz cómo y cuándo se produjo la devaluación de la moneda: 

"Reinando aún Felipe II, se reunió en El Escorial en 1596-7 una Junta Grande en la que se discutió la conveniencia de suprimir totalmente el elemento de plata en la moneda de vellón y reducir el contenido de cobre aumentando el número de piezas por cada marco. Nada se hizo, pero, como digo, llegado al trono Felipe III, la situación financiera era tan comprometida que el rey decidió aprovechar la gran capacidad de acuñación del nuevo «ingenio de molino», instalado orillas del Rio Ledesma en Segovia, para poner en práctica esas ideas inflacionistas. Así se pudieron emitir grandes cantidades de vellón para financiar el Tesoro con el ‘señoreaje’ o diferencia entre el valor facial de la «blanca» y su contenido metálico (véase García Guerra, 1999). La situación empeoró aún más con la llegada de Felipe IV al trono y la larga permanencia en el poder de Olivares." 

La moneda de vellón era como las monedas y billetes de 50 € para abajo, moneda fraccionaria para transacciones del día a día, en el mercado del pueblo. Mientras el real de a ocho bien podía ser un billetazo de 500 €, vamos, digo yo. 

"En 1642, el gobierno volvió a las andadas pidiendo que los tenedores de monedas de 4 maravedís fueran a las cecas a resellarlas como que valían 12: de cada tres monedas traídas a la ceca, a los dueños se les devolvía una moneda resellada, por lo cual (temporalmente) quedaban como estaban; y el gobierno se guardaba tres monedas reselladas de 12, que podía gastar. Todo esto es lo que veremos que criticará Juan de Mariana." 

Esta forma de actuar ¿fue una ocurrencia de los secretarios de Hacienda de los reyes, de los mismos reyes, de sus validos? ¿Sería algo con precedentes? De nuevo Schwartz nos deja casi igual, sin información adicional o casi contexto. 

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Schwartz por fin explica el origen de la Escuela de Salamanca. 

Centra su origen en Francisco de Vitoria. Fraile dominico, estudió en la Sorbona, en París. Tuvo como maestros a Juan Fenario y Pedro Crockaert, ellos, antes que nuestra escuela difusores de la "Summa teologica" de Santo Tomás. Es decir, estaban dentro de ese espíritu tan renacentista de acudir a las fuentes originarias del pensamiento que hasta entonces se ensañara en las universidades por entonces con manuales y compendios de enésima mano (como las "Sentencias" de Pedro Lombardo). 

Así, cuando el mismo Vitoria, cuando volvió a España y se convirtió él mismo en profesor en la Universidad de Salamanca (hacia 1516), adoptó la estrategia de sus maestros y enseñó la Suma. ¿Qué ventajas tenía? Por lo que entiendo la Suma era como la obra de Aristóteles en su momento, es decir, un mamotreto que trataba de abarcar todos los aspectos de la realidad de su tiempo. No era lo mismo aprender algunas cosas que de repente poder acceder al pensamiento de alguien con intereses amplísimos. Esa apertura intelectual, unida al espíritu crítico y polemista del humanismo, fue la causa última de que, como en tantas otras disciplinas del pensamiento y de la ciencia, los tomistas se internaran en el análisis económico sobre las bases de enfoque de Santo Tomás. 

Se fijaron los discípulos de Vitora, por ejemplo, en el modo en que éste abordaba la usura y el contrato de compraventa. Digamos que, en realidad, era una vuelta a las esencias: Santo Tomás, heredero del enfoque económico que, como hemos visto, defendía la Biblia y los filósofos griegos, que condenaban sin paliativos el interés y la usura, le dio cobertura lógica y racional a esta intuición "humanitaria", de rechazar la usura por condenar ésta al que necesita dinero a la probable posibilidad de arruinarse con el pago de intereses usurarios. Estableció que el Derecho Natural no ofrecía cobertura al interés como precio o negocio en sí mismo. El humanismo. esta vez como movimiento intelectual renacentista, en cambio, no veía con malos ojos esta clase de economìa financiera: según Pedro Schwartz 

"El derecho natural, para los nominalistas no estaba escrito en la naturaleza, sino que era susceptible de reinterpretación a la luz de nuevos hechos" (nominalistas: intelectuales franciscanos erasmistas, partidarios de la nueva economía financiera).

(...) "en 1517 unos mercaderes de la nación española del puerto de Amberes se dirigieron a los hermanos Coronel para averiguar si era lícita la práctica de cobrar un interés por el tiempo durante el que un banquero se hubiera quedado sin numerario por haberlo prestado". 

¿Quiénes eran estos hermanos Coronel? Pues

"Dos conversos españoles, Luis y Antonio Núñez Coronel, segovianos como Soto y notables nominalistas, que enseñaban en el Colegio de Monteagudo". 

"Pablo Coronel era un notable científico experimental de inclinación anti-aristotélica y Antonio, el rector del Monteagudo, uno de los autores con su hermano de una famosa y permisiva respuesta de 1517 a una consulta de los mercaderes de Amberes, sobre la licitud del cobro de intereses por aplazar una letra de unas ferias a otras." 

Es la primera y única vez que menciona Schwartz dicho colegio de Monteagudo. Tendré que averiguar de qué demonios se trata. Pues según "Apunte sobre escolástica medieval y humanismo: el proceso de Valladolid en una epístola de Juan Luis Vives a Erasmo de Rotterdam (1527)" (AHDE, tomo LXXXV, 2015, escrito por Juan Carlos Monterde García) resulta que era un bastión de la vieja escolástica en el París de principios del siglo XVI. Por lo que parece también empezó a albergar a iconoclastas.

Total, que los mercaderes querían saber si obraban de acuerdo con Dios si pedían interés por el hecho de dejar a otros el dinero y dejar de sacar provecho (por no invertirlo en un negocio propio, entiendo) por él, lo que se denominaba "lucro cesante". Momento revolucionario, ¿no? Está claro que el Renacimiento no supuso sólo el colocar al hombre en el centro de la discusión, de recuperar el acervo cultural clásico, de recordar que el cuerpo humano es hermoso, que, de hecho, existe la belleza, lo exuberante, incluso una noción aceptable del placer. 

También supuso un desplazamiento del viejo orden, de la sociedad estamental, hacia uno nuevo, por entonces imprevisible, en el que cabían las ambiciones maquiavélicas, y el derecho de la naciente clase media, banqueros y comerciantes, a enriquecerse, muchas veces prestando a esos reyes maquiavélicos que pretendían una y otra vez ganarle la partida a sus rivales del resto de las naciones, con su astucia, o su fuerza, o una combinación de ambas. 

Ahora copio y pego estas frases tal cual, que son todo enjundia: 

"Como el beneficio futuro era siempre aleatorio (y no sabían ver que el tipo de interés del mercado era una estimación de los beneficios futuros probables), consideraron muchos Padres que no era lícito cobrar por ese lucro cesante, pues no veían trato equivalente en el pago de dinero por haberse deshecho un sueño o mera esperanza de beneficio. No así los hermanos Coronel. Veamos ahora con detalle el dictamen de 1517 de los teólogos de la Sorbona pedido por los hermanos Coronel, afortunadamente descubierto por el erudito historiador de la contabilidad, José María González Ferrando (González Ferrando, 1989:267-296)."

 "«Por ser caso tan principal, no contentos con solo nuestro parezer, acordamos que viniese yo [Antonio Coronel] a Paris a comunicar los dichos Articulos con algunas personas de nuestra sancta Facultad de Teología[...] e yo y el doctor Luis Coronel, mi hermano, disputamos la materia con cada uno de ellos en particular[...]. Concluimos que todos nos juntasemos en nuestro famatissimo Colegio de Sarbona en la sachrestia de nuestra yglesia[...]. Deliberaron segun sus antiguedades y a todos nos parescio las tres formas y maneras de contratos que despues se pornan ser justas y licitas, y poderse hazer, y sin ningun cargo de concientia. Dimos muchas gratias a Dios [...]. Y scriptos los articulos en pergamino, se firmaron.» 

De modo que diversos sabios religiosos concluyeron que enriquecerse exclusivamente por el hecho de tener dinero para prestar es conforme a Dios. Y el caso es que esta línea de pensamiento no se vio con buenos ojos en España hasta bien entrado el siglo XX, con lo que, entiendo, ahora entran en acción los doctores de la Escuela de Salamanca para rebatir estas ideas. Hasta Germán Bernácer, ya en el siglo XX, trató de luchar, como un último resistente frente al capitalismo financiero de mierda, que es, con mucho, lo peor de nuestras sociedades occidentales, creando un argumentario anti acumulación de la riqueza que apenas se estudia o analiza. 

Veamos cuál fue la reacción a esta noticia bomba, que rebatía la tradicional oposición de la Iglesa frente al interés -y que espoleó el antisemitismo durante los mil años anteriores, por no ser contraria la religión judía a dicha clase de negocio-. 

"El documento llevó las firmas del decano de la Facultad de Teología; de los maestros de Vitoria, Juan de Fenario, Juan Mair; de los propios Luis y Antonio Núñez Coronel, como doctores que eran de esa Facultad de la Sorbona; y de otros afamados teólogos, hasta un número de nueve." 

A ver cómo se las apaña Schwartz para explicarnos qué sucedió a raíz de esta noticia bomba sin aturullarse en exceso. Básicamente los sabios que reflexionan sobre el particular discurren que la herramienta de trabajo de los banqueros es el dinero. Prestarlo, desprenderse de él supone privarse del mismo y, por tanto, no poder hacer uso de él para sus actividades. Es decir, vienen a decir, por la pobre redacción del dictamen original, que reproduce Pedro Schwartz tal cual, que es, como si dijéramos, si un taxista deja su vehículo a otro y deja de poder trabajar con él.... Si es ese el argumentario desde luego no tiene lógica ninguna y, si no me lo razonan mejor, desde luego que seguiré pensando como los clásicos y los tomistas: el dinero no es un bien en sí mismo, no puede generar fruto. 

Si estamos hablando de mercaderes que prestan sus ahorros, que, en otro caso, dejarían guardados como riqueza, sigue siendo puta y putrefacta usura: vivir del trabajo del pasado sin mover tu sucio culo calvinista. 

Si resulta que por dejar el dinero no pueden ellos hacer negocios reales, es decir, de compraventa, de producción, y, como consecuencia de renunciar a él ellos mismos tienen que pedir crédito sí que sería comprensible racional y moralmente: vendría a ser un trueque de créditos. 

Schwartz cree en que el interés es bueno: es el precio de usar dinero ajeno, y gracias a él puede funcionar la economìa por cuanto se puede consumir o producir con la promesa de una renta o beneficio futuro. El problema es que ese trabajo no debería ejercerlo el sector privado, en un mercado, el de capitales, opaco, sin apenas competencia, que favorece la acumulación de más y más riquezas en las mismas manos. Claro que, en determinadas circunstancias conviene endeudarse pero debería hacerse con el menor coste posible, y, desde luego, sin el objetivo del lucro (pensemos en los créditos ICO y en las trágicamente destruidas cajas de ahorros). 

Hasta se le ocurre meter a los Coronel el argumento de que vender fiado, es decir, a crédito, puede conllevar un incremento del precio y que ese sería el mismo caso que prestar con intereses. Pero ¿qué ocurre en la realidad, a día de hoy?

Como sabemos todos los que hemos trabajado y trabajamos (con gran esfuerzo y desgaste mental y emocional) en la empresa privada del sur de Alicante a ninguna empresa se le ocurre pedir intereses a sus clientes cuando la venta no es al contado cuando éste es, quizá, uno de los escasísimos casos en que estaría justificado pedirlo. ¿Que cuál es esa justificación? Pues porque se obliga a la empresa a, esta vez sí, tener que recurrir a instrumentos de financiación a corto plazo carísimos, trampas que ofrece la banca a las pobres pymes, tan incultas en temas financieros, y tan indefensas. Sabemos, los que sí tenemos nociones financieras, que buena parte de la culpa de que las desangren son porque estas empresas (microempresas muchas; otras, más bien grandes) no consideran la opinión del contable, aunque si el contable no es más que alguien que sabe meter apuntes en el diario y poco más -que suele ser el caso habitual- no me extrañal. Así, en realidad la culpa es de que no contratan a graduados en Administración de empresa y, en caso de hacerlo, les pagan una puta miseria y los ningunean (me ningunean), pero ese es su problema, parece. 

No se hace: todas, en realidad, hacen trueque de créditos, no respectivamente sino a lo largo de la cadena de valor. Y si lo hicieran, exigir intereses, que estaría justicado, sería para desincentivar el crédito, gozar de liquidez, que es lo que necesitan desesperadamente. Esa sería la función de este interés: desincentivar la exigencia de crédito. Es un castigo y no persigue facilitar el comercio sino castigar a quienes no pueden financiarse más que tensionando la tesorería de otros desgraciados como él. 

¿Es de eso de lo que hablan los Coronel o Schwartz o de qué exactamente? 

Resulta que la obra de Raimundo de Peñafort "Decretales" condujo a la prohibición de la usura por parte del papa Gregorio IX en 1234. Se trasladó esta prohibición a Castilla en 1348, y a Aragón algo más tarde. Así va Pedro Schwartz, sacándose cosas de la chistera. Ya había hablado de Peñafort mucho más atrás y no había referencia alguna a tan importante hecho. En todo caso Peñafort justifica el cobro de intereses en determinados escenarios del comercio, como hemos visto en este texto mucho más arriba. O sea, ¿los justifica o simplemente describe los que ve o ese tipo de intereses no los asimila con la usura o...? ¿Y qué tiene que ver la usura con el cobro de intereses normales de mercado? Este trabajo de Pedro Schwartz es un auténtico caos y me rindo. Le agradezco las pistas y sugerencias, eso sí.

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Sigo buscando por otro sitio. Me centro ahora en Juan de Mariana, al que dedicó Ullastres su tesis doctoral. 



Estatua del Padre Juan de Mariana en la plaza que lleva su nombre. - Foto: Manu Reino (fuente: 
https://www.latribunadetalavera.es/noticia/zd1e44a5f-0658-a1f1-c12495d44ae17362/202402/juan-de-mariana-reivindicacion-de-una-figura-muy-actual)

A ver, Wikipedia nos ofrece una primera ojeada. Era jesuita, vivió en el siglo de Oro y, de hecho, formó parte de una gran generación de intelectuales jesuitas que brilló en esa época, je, de Oro. Así, fue coetáneo de personajes como Baltasar Gracián, escritor y filósofo o, entre otros, un auténtico fiera, totalmente desconocido a estas alturas -de nuevo, horror por el borrado de la historia de los logros culturales españoles, que, para más paradoja, luego fueron siendo reivindicados por las mismas potencias que procuraron la difusión de la Leyenda Negra- llamado Francisco Suárez, del que copio y pego tal cual estos párrafos de la Wikipedia que dan una idea del personaje: 

"Una de las principales figuras del movimiento de la Escuela de Salamanca, fue considerado uno de los mayores escolásticos, prohumanistas y autor clave, junto a Francisco de Vitoria, del pensamiento de la llamada primera globalización. También fue uno de los primeros occidentales modernos en tratar el contrato social." 

Para mi pasmo resulta que "Marianne", la figura simbólica femenina que representa los valores de la República Francesa ("Libertad, Igualdad, Fraternidad"), recibió ese nombre en homenaje a Juan de Mariana. Lo explican en la entrada en Wikipedia en francés de semejante símbolo, que aparece, con su sombrero frigio y su peinado a la griega, en muchos edificios oficiales franceses: 

"Según Florence Gauthier, el nombre Marianne proviene del del filósofo e historiador español del siglo XVI Juan de Mariana, cuya teoría del derecho natural es la base de las Declaraciones de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 y 1793. Figura destacada de la Escuela de Salamanca, Mariana enseñó en la Universidad de París entre 1569 y 1574. En su teoría, la monarquía recibe el poder de la mano del pueblo, que es el verdadero soberano, siendo el tiranicidio un acto legítimo si el mismo rey traiciona la confianza del pueblo. Durante la Revolución Francesa, los partidarios del Antiguo Régimen habrían descrito peyorativamente a los revolucionarios como "marianos"". 

Pero ¿porqué no sabemos eso ni los propios españoles? Es para echarse a llorar. Pero no debe sorprenderme: recordemos las Leyes de Nueva Planta, que entraron en vigor a mediados del siglo XVI, el fruto honorabilísimo de la lucha pro-india de los religiososos españoles, esa rara avis u oasis de humanidad en el largo, lamentable, espantoso, historial del colonialismo occidental, y que, por cierto, no puede decirse que se repitiera en los mucho más recientes colonialismos españoles en Guinea Ecuatorial y el Sáhara Occidental. 

Volviendo a Juan de Mariana, su trabajo se considera un punto de inflexión en la historia del Segundo escolasticismo, que marca la transición de la escolástica a la filosofía moderna. Según Christopher Shields y Daniel Schwartz, 

«figuras tan distintas entre sí en el lugar, el tiempo y la orientación filosófica como Leibniz, Grocio, Pufendorf, Schopenhauer y Heidegger encontraron razones para citarlo como fuente de inspiración e influencia»." 

Pues sí. Juan de Mariana nació en Talavera de la Reina en 1536. Vivió una burrada de años, hasta 1624. O sea, 88, que para esa época debía parecer sobrenatural. Era hijo natural de un deán, que es un cargo eclesiástico. Este origen "impuro" le acarrearía humillaciones el resto de su vida, pero viendo cuán largo tiempo estuvo en esta planeta, entre los vivos, está claro que supo digerirlo y hacerlo suyo de algún modo. Con 17 años marchó a estudiar a Alcalá de Henares Artes y Teología. Se sumergió de lleno en uno de los centros neurálgicos del humanismo en España. Y entró a profesar en la recientemente constituida Compañía de Jesús. Y prosperó dentro de la misma: en 1561 era profesor de la escuela jesuítica de Roma. Ocho años se tiró ejerciendo como profesor en Italia. Cuando acabó esta fase pasó a la Sorbona, en 1569, donde se doctoró. 

Y, a continuación, pasó a ejercer de profesor en esta prestigiosísima universidad francesa, en concreto de Teología tomista (entiendo que Escolástica). Se tiró en Francia cinco años, transcurridos los cuales, ya con 33 años, regresó a España, aduciendo problemas de salud. 

Se instaló en el Colegio de la Compañía de Jesús en Toledo, donde encontró tiempo para dedicarse a escribir. Parece que su actividad intelectual comenzó con un encargo hercúleo: la revisión de la "Biblia regia", traducción de la Biblia publicada entre 1568 y 1572 en Amberes por el humanista español Benito Arias Montano, a la búsqueda de algún rastro de herejía. Esta Biblia fue un encargo de Felipe II, que quería una versión en varias lenguas del texto sagrado. Arias era un erudito, políglota, ávido de conocimiento e interesado prácticamente por todo. 

Magnífico momento histórico para el saber: en el artículo que le dedica Wikipedia tanto a este personaje como a Juan de Mariana se mencionan tantos nombres que entiendo la fiebre que dicho filón provocó en la historiadora económica Marjorie Grice-Hutchinson. 

El caso es que la Inquisición sospechó del enfoque que se podía estar dando a dicha traducción. Ahí entró Mariana, que se tiró dos años analizando si tal carácter herético o heterodoxo era real o no. 

Más interesante, me imagino, fue el amigo que se echó en Toledo. Se trataba del que sería el preceptor del futuro rey Felipe III, García Loaysa y Girón. No estaba mal: desde hijo natural de un religioso anónimo a estar a dos grados de separación del emperador más poderoso del mundo, je. De semejante amistad entiendo que consiguió una legitimidad y una tranquilidad notable en su futura producción intelectual. 

Mariana demostraba ser un tío lo que se dice metódico, detallista e insensible al aburrimiento... Tales característicia facilitaron que le siguieran llegando encargos de "censor" de libracos con posible enfoque "herético", es decir, lo que no era más que la posible especulación libre y sincera del autor "auditoriado", sobre temática religiosa. 

Mientras tanto se le ocurre escribir una "Historia general de España" en 30 volúmenes. Salió el mamotreto primero en Maguncia (Alemania) en 1605, en latín, y una traducción al castellano en Toledo en 1601. Ya tenía 65 años. La ventaja era su longevidad; el secreto, quizá, de la misma, era embarcarse en proyectos tan largos, prolijos y desagradecidos, porque ¿cuánta gente iba a decidirse a comprar tal obra y, además, en caso de contar con el dinero suficiente, y el espacio en su casa para albergarla, tener tiempo de leerla? Yo lo entiendo, es el tipo de proyecto que me estimula, esa temeridad de creer que se puede intentar abarcar una parte considerable de la realidad. Es, en realidad, un impulso profundamente humano. El hombre, ese ser que busca continuamente regularidades y entroniza el Orden por encima de cualquier cosa. Ni la moral, ni el amor, ni la avaricia o la ambición: la fuerza motriz de la humanidad es la búsqueda del orden. 

Pues eso, que Mariana se tiró de cabeza por ese tobogán. Pero era prudente. Según el artículo de Wikipedia 

"La obra abarca hasta la muerte de Fernando el Católico, porque, según Mariana «No me atreví a pasar más adelante y relatar las cosas más modernas, por no lastimar a algunos si decía la verdad, ni faltar al deber si la disimulaba». 

El afán totalizador de esa Historia de España, por suerte para las miles de horas que le dedicó Mariana, fue, de hecho, un hito en la cultura española. El hecho de que en el siglo XVI se emprendieran empresas de este calibre en este país, así como la hazaña de Francisco Javier Balmis, el doctor que en el siglo XVIII recorrió toda la América española repartiendo la vacuna de la viruela o la larguísima saga de Episodios Nacionales, de Galdós, ya en siglo XIX, pone de manifiesto que, contra lo que parece a día de hoy, hubo españoles que ambicionaban la totalidad, y no les daba miedo la idea de que una aventura sea inabarcable, es decir, eso que a día de hoy sólo parece interesar en los países anglosajones (una cosa como GoogleMaps, discogs.com o https://etcsl.orinst.ox.ac.uk/, el corpus web de todos los textos en cuneiforme que se han traducido hasta el momento, esas listas de éxitos de Billboard que aparecen publicadas y accesibles y que se remontan a los años 50, y, en contraposición, el maltrato de nuestro país a la noción de guardar testimonio, con orden, con amorosa metodicidad, de músicas, eventos, lugares...). 

Total, que durante varios siglos el trabajo de Mariana fue un referente, una obra de consulta inevitable. 

Pero, con ser importante esta obra, lo es aún más la parte "polémica" de su producción intelectual, aquella que influyó en el espíritu subversivo que impulsó tanto la Revolución Francesa como las sucesivas revoluciones, burguesas o no, de los siglos siguientes, si bien para entonces ya se había perdido el rastro de sus obras. Leo un artículo en El País, de fecha 16jun24, firmado por Mar Padilla, titulado "El pensamiento indígena influyó en la Ilustración", en el que se dice que detrás de la Ilustración estuvo el pensamiento de Descartes, Locke, Newton, Hume, Rousseau, Voltaire, pero que últimamente una serie de estudiosos, anglosajones, por supuesto, estaban reivindicando el pensamiento de intelectuales no occidentales que en los siglos XVI y XVII influyeron en esos pensadores europeos canónicos. Ni una referencia al humanismo, a los religiosos españoles que en la primera mitad del siglo XVI hicieron aprobar al emperador Carlos V las Leyes de Nueva Planta, basadas en sesudas discusiones acerca la de dignidad humana y su condición universal, ni una al pensamiento libérrimo de Juan de Mariana... El problema de esta omisión, vergonzosa teniendo en cuenta que es una periodista española, y, entiendo experta en filosofía, me imagino, creo que lo explica el mismo artículo: 

"El nuevo canon filosófico -su historia oficial, para entendernos-, difundido por Hegel, se acotó exclusivamente a Europa. ¿Por qué? Para evitar que la idea de panteísmo -y la posibilidad de alimentar las tesis ateístas- arraigara en el continente europeo, según detalla en su libro el historiador estaunidense Peter K.J. Park". 

Un canon que excluía, evidentemente, a los pensadores islámicos y a los católicos españoles, me imagino. Está claro que la descolonización de la que habla Urtasun (hoy es 20jul24) también tiene que consistir en ser capaces de sacudirnos el pesadísimo ascendiente anglo-germano-franco que nos anula a los demás. 

Total, que en sus escritos Juan de Mariana no duda en decir lo que piensa. De ahí que se cortara en lo de dar su visión de la historia más reciente de España. Esto le acarreó encontronazos con el poder civil y eclesiástico en diversos momentos. 

Así, su De rege et regis institutione, que se editó en Toledo en 1599 (cuando contaba 63 años), fue quemado en París en 1610 a raíz del asesinato del rey francés Enrique IV (larga tradición de magnicidios en Francia, ¿no?). ¿Cómo influyó Mariana en dicho crimen y, sobre todo, de qué iba ese libro? En él debía contenerse el núcleo de su pensamiento acerca del contrato entre gobernantes y pueblo del que hablo antes. En el artículo de wikipedia desmienten dicho influjo aunque se le acusara de lo contrario: 

"Según sus acusadores, esta obra había dado legitimidad al tiranicidio, ya que su doctrina fue relacionada con el anterior asesinato de Enrique III de Francia por fray Jacobo Clemente en 1589, si bien Ravaillac, el asesino del rey francés Enrique IV de Francia, declaró no conocer el libro." 

De rege et regis institutione lo escribió Mariana a petición de su amigo y protector García de Loaysa, preceptor del futuro monarca Felipe III. Loaysa quería darle a este una base moral rigurosa sobre la que basar sus decisiones como gobernante del imperio más grande de aquel momento y confiaba en Juan de Mariana, que a sus ojos era un gran sabio. ¿Qué se lo ocurrió contar en ese libro? La verdad es que me encantaría leerlo. ¿Existirá alguna edición decente en castellano? Mariana se basó en dicho libro en uno previo, de 1595, de Pedro de Rivadenyra (no, otro hilo del que tirar... no puedo, mi TOC), en el que desmentía el pensamiento de Maquiavelo, lo del "fin justifica los medios" o algo aí. Total, que lo que dice Mariana es algo que supongo que mucha gente, en ese tiempo de autócratas, y en cualquier otro tiempo donde se percibiera arbitrariedad en los gobernantes, debía pensar y comentar en reuniones sociales, que el rey 

"ha de subordinarse como cualquier vasallo a la ley moral y al Estado". 

Una noción tan elemental que en España, o en EE.UU., en el caso de Trump, aún no se ve clara, con ese emérito haciendo toda clase de cosas impunemente, con ese señor de pelo naranja instigando un golpe de Estado... Queda tanto por hacer, qué agobio. 

¿En quién basó sus ideas Juan de Mariana aparte del "tongue in cheeck" en una época sin internet o televisión, en la que la gente se debía entretener debatiendo y hablando de lo divino y de lo humano durante horas cada día? En Erasmo lo referente a la educación de un rey; en Aristóteles, el concepto de prudencia que el rey debe exhibir... 

Y, como quien no quiere la cosa, por fin aparece ese pensamiento económico que, aparentemente, tanto fascinó a Ullastres. Según Mariana el rey no puede asifxiar a los "productores" con impuestos. Esta noción es como muy liberal, ¿no? Y, de hecho, suele ser la que ha predominado en nuestro país. Sin embargo a día de hoy da la sensación de que al poder no le interesa nada que haya pequeños "productores" (pymes, autónomonos), de ahí que los impuestos que soportan sean brutales (refiriéndome básicamente a los seguros sociales y a las retenciones, pues lo que se paga en sociedades suele ser testimonial y fácilmente falsificable), y les ahoguen las regulaciones. 

¿A quién se refiere Mariana como "productores"? ¿Quién producía entonces? Habrá que profundizar. Pero si es liberal en el sentido de que los "productores" no tienen que pagar muchos impuestos no lo es, como digo antes, en su comprensión de la valía de un rey, y de lo que vale su vida si no es un buen gobernante: justifica la revolución, y la subsiguiente ejecución del monarca incompetente y/o tiránico. En esto Mariana se aúpa sobre ideas parecidas de Santo Tomás de Aquino, que a su vez se inspiró en Aristóteles. Recordemos: la Escuela de Salamanca recuperaba la escolástica, la ponía al día y pasó a las siguientes generaciones remozada, para que éstas aprovecharan lo aprovechable. 

Durante siglos no se vio de otra manera a estos estudiosos, como meros copistas de viejas tradiciones, en la línea de la labor preservadora de los monjes copistas durante la larga noche intelectual de la Edad Media. Poco a poco empezó a hacerse la luz al respecto, empezó a haber estudiosos que se molestaban en estudiar los numerosos escritos que dejaron estos viejos sabios. Como sabemos nuestro Ullastres se adelantó a todos, pero fue la labor de Grice-Hutchison la que sacó a la luz esta obra, en, al menos, sus aspectos económicos. 

Pero el caso es que Mariana ya fue considerado un sabio en su época y hasta bien entrado el siglo XIX. 

Total, que el pueblo, la sociedad, según Aristóteles-Aquino-Mariana, es anterior al monarca, y que éste sólo tiene razón de ser si desempeña bien su trabajo. El pueblo es el depositario de su soberanía; el pueblo es depositario de un derecho originario, primigenio, que le permite preservar su integridad, su dignidad, su posibilidad de prosperar. Según Wikipedia 

"por eso desarrolla la doctrina sobre el tiranicidio, extensamente aceptada entre los autores escolásticos, ampliando el derecho de un individuo cualquiera para matar al tirano." 

Es decir, no fue el protestantismo el que abrió las puertas al libre pensamiento, y éste a las ideas revolucionarias: ya, en el mismo seno de la intelectualidad católica existía una teoría política y del estado sorprendentemente progresivas. Un país como Francia, la cuna de la Ilustración, era una monarquía absoluta y católica. En fin, que no nos cuentan las cosas de forma correcta, se saltan muchos pasos, se producen negligentes olvidos, en una reescritura en la que lo anglosajón acaba convirtiéndose en la única fuente de progreso e inteligencia. 

Pero junto a estas nociones acerca de un derecho popular a regir su destino existe en el pensamiento de Mariana una justificación de la homogeneización de los dominios de un monarca: un imperio, una religión. Es decir, compartía el programa político de los emperadores hispánicos, ese programa que provocó tantas guerras y derramamiento de sangre, que exprimió los recursos de las colonias americanas, que justificó la expulsión de los moriscos, que, a la postre, sobre todo esto último, acabó con la vitalidad económica de España y la estranguló. 

El perjuicio de esta homogeneización forzosa en lo religioso fue grande, fue, de hecho, un gran lastre para el futuro de aquella España pero es lo que tiene no ver más allá del marco de un pensamiento que no deja de ser artificial (me refiero al catolicismo como noción intocable, un poco como ocurre ahora con el libre mercado o la democracia para tantísimos ciudadanos de los países occidentales) (aquí me he dejado influir por el autor contemporáneo Rabih Alameddine, que desarrolla esa idea en su "El contador de historias"  (2008)), aunque puede que tuviera sus ventajas para otra de las patas del imperio: mientras la parte europea languidecía, la parte americana se convirtió en una gigantesca región de prosperidad y paz, alejada infinitamente de las guerras constantes que asolaban media Europa de forma recurrente (en especial a las pobres España y Alemania), y la imposición del catolicismo a los pueblos originarios de allí al menos los igualaba a los españoles de sangre como ciudadanos de pleno derecho del imperio y los salvó del terrible destino que sufrieron tantos pueblos originarios en tantas otras colonizaciones, incluso en las muy recientes, incluso en las muy recientes que protagonizó España, caso del vergonzoso trabajo forzado que hasta la independencia de Guinea Ecuatorial se impuso a los habitantes de la colonia en época de cosecha del cacao (que he conocido hace unos meses -hoy es 26jul24- gracias al canal de un youtuber ecuatoguineano llamado EYAMAA). 

Total, que no se puede decir que algo sea totalmente malo o bueno, lo que es malo para una cosa resulta que es bueno para otra. En fin. 

Si fue conocido en su época y en siglos posteriores por su monumental historia de España y polémico y provocador con su De rege et regis institutione, obra, que, por cierto, no sufrió censura en España, quizá por no hacer alusiones personales a personajes contemporáneos, cosa que también evitó en su Historia de España, la obra por la que fue reivindicado como pensador económico innovador, De monetae mutatione, cuarto de sus Tractatus septem (Colonia, 1609) fue, en cambio, la que le llevó a prisión durante año y medio. ¿Por qué? Porque en ella, al criticar la devaluación de la moneda que se llevó a cabo en España años atrás (en un procedimiento que explico en este denso artículo), y, de paso explicar cómo se produce la inflación (su gran aportación teórica, por lo que sé), también lo hace de los ministros que aprobaron el empobrecimiento de la moneda para seguir financiando esos gastos de guerras imperialistas que ya conocemos. Mariana afirma que estos ministros, hombres ultrapoderosos e intocables, con esas medidas monetarias básicamente efectuaron un robo masivo al país, empobreciéndolo con un simple decreto, con una simple firma. 

Teniendo en cuenta que en nuestros días Pablo Hasél está cumpliendo tres años de cárcel por criticar y masacrar verbalmente a la Corona la pena me parece poca, con lo que aun en nuestros días seguimos pecando del mismo miedo a la verdad.